“Nuestros territorios son bibliotecas vivas; tienen que escuchar a la ancestralidad”
Cinco jóvenes activistas de la región expusieron en un evento, organizado por CAF y América Futura con autoridades del continente, sus mensajes para la COP27: más proyectos sostenibles y empoderamiento comunitario
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Hace años que a nadie se le ocurriría pensar que los problemas medioambientales no atañen a los niños. Con pancartas frente al Parlamento sueco, llenando las calles en marchas multitudinarias, sentándose con gobernantes a exponer cómo sus comunidades sufren el cambio climático en primera mano o liderando movimientos sociales a lo ancho y largo del globo, los jóvenes han sido protagonistas en el discurso contra el cambio climático en el último lustro. En la próxima Conferencia de Cambio Climático (COP27), que se celebrará entre el 6 y el 18 de noviembre en Egipto, no será diferente.
CAF-banco de desarrollo de América Latina y América Futura abrieron un espacio virtual este jueves para que cinco jóvenes de cuatro países de la región preguntaran a autoridades de Colombia y Panamá y expertos sus dudas e hicieran hincapié en lo que ellos, desde sus comunidades, veían más acuciante. “Si alguien es más consciente de los problemas en este lugar al que llamamos casa son, quizá, los jóvenes”, apuntó Lorena Arroyo, directora de América Futura y moderadora del evento. “El que más pregunta menos se equivoca”, sintetizó Ligia Castro, asesora en Cambio Climático del Ministerio de Ambiente de Panamá.
Para los participantes más jóvenes, el foco ha estado claro: piden proyectos sostenibles en el tiempo, negociaciones desde el territorio y empoderamiento de las comunidades indígenas y afrodescendientes. “Nuestros territorios son bibliotecas vivas; tienen que escuchar a la ancestralidad”, señaló la colombiana Gunna Chaparro, miembro de la comunidad Arhuaca de la Sierra Nevada de Santa Marta (Colombia). “La sabiduría de los pueblos originarios ha sido invisibilizada. ¿Cómo se va a consolidar así el territorio?”.
La ancestralidad y la innovación fueron dos de los puntos claves de la conversación. Para la gerente de Acción Climática y Biodiversidad Positiva de CAF-banco de desarrollo de América Latina Alicia Montalvo, esto es muchas veces “malentendido”: “Cuando uno habla de innovación parece que hace referencia a maquinitas o tecnología sofisticada. Pero queremos descubrir las innovaciones ancestrales que ya hacen frente al cambio climático. La innovación es, a veces, recuperar esa sabiduría de los pueblos originarios”. Guillermo Prieto, director de Cambio Climático y Gestión del Riesgo del Ministerio de Ambiente de Colombia añadió: “Tenemos que coordinar los saberes. Muchas de las respuestas a lo que hoy nos pasa están en las propias localidades. Hemos sido las sociedades occidentales quienes hemos modificado el clima y los ecosistemas”.
Otra de las ideas que más fuerte retumbaron en el foro virtual fue la de la sostenibilidad de los proyectos. Robert Watson, egresado de la Academia de jóvenes líderes para el cambio climático de Panamá fue tajante: “Una vez se acaban los proyectos que llegan al territorio, ¿cómo hacemos para que sea sostenible y que quede la capacidad instalada de tal forma que la comunidad se beneficie pero, sobre todo, se empodere? ¿De qué sirve poner un acueducto si van a tener que depender de las instituciones del estado o de un donante externo?”.
Ante esta pregunta, Marcela Ángel, directora del Programa del Investigación de la Iniciativa de Soluciones Medioambientales del Instituto Tecnológico de Massachusetts, MIT, en sus siglas en inglés, comentó que es algo que se “debe exigir cada vez más”: “La sostenibilidad en el tiempo y el empoderamiento local es fundamental y es algo que no se debe pensar cuando el proyecto está terminado, si no desde la estructura y el diseño del proyecto. Es algo que se debe de exigir cada vez más, para que haya transferencia de conocimiento, tecnologías y capacidades”.
Aunque América Latina y el Caribe es responsable solamente del 8,1% de las emisiones contaminantes a nivel global, es una de las que más sufre los efectos del calentamiento global. Esta fue una idea sobre la que se ahondó en el acto. “Los jóvenes de América Latina y el Caribe tienen un papel importantísimo. Su voz tiene que ser escuchada en la COP27″, dijo Montalvo. “Es cierto que nuestra región supone un porcentaje muy menor en cuanto a emisiones. Pero, también es cierto que, si no queremos aumentarlo, tenemos que cambiar nuestra forma de crecer, de producir energía, de consumir”.
Los cinco chicos y chicas que participaron en la conversación asentían y fruncían el ceño tras cada comparecencia. Ellos conocen las realidades climáticas de sus territorios y saben que de esas grandes negociaciones que empezarán en dos semanas en Egipto, dependerá su futuro. Y el de las siguientes generaciones.