Roberto Moreno, el constructor detrás de grandes proyectos urbanísticos en Colombia

En medio del maremágnum de obras públicas que vive Bogotá, con cerca de 1.200 puntos de obra activos, se destacan dos proyectos de iniciativa privada que hacen parte de una de las renovaciones urbanas más importantes de las últimas décadas en la ciudad: Quora, en la zona del parque El Virrey, y Lagos de Torca, en el borde norte de la capital. Ambos liderados por Amarilo, la constructora presidida por Roberto Moreno Mejía. Son proyectos de una magnitud extraordinaria. La inversión total oscila entre 5,7 y 6,7 billones de pesos (Quora cuesta cerca de 2,2 billones y Lagos de Torca, entre 3,5 y 4,5 billones), cuando la Troncal del Magdalena 1 –un segmento de 260 kilómetros de la antigua Ruta del Sol 2 entre Puerto Salgar (Cundinamarca) y Barrancabermeja (Santander)– cuesta 4,91 billones de pesos.

Quora, liderado por la constructora Cimento, de la que hace parte Amarilo, intervendrá alrededor de 5,6 hectáreas de espacio público y privado entre la calle 85 y el parque El Virrey, y entre las carreras 14 y 15. El proyecto lleva 15 años en gestación y su culminación está prevista para 2028. Durante más de una década, los promotores han sorteado retos mayúsculos. El principal fue negociar y comprar 260 predios en una de las zonas de mayor valorización de Bogotá, pertenecientes a 138 grupos de propietarios, muchos de los cuales tardaron más de 10 años en aceptar la venta o en acceder a recibir, a cambio, oficinas o apartamentos dentro del proyecto.

En el área de intervención se construirán torres de vivienda y oficinas, un hotel boutique, un centro comercial con salas de cine, un centro cultural con teatro, parqueaderos y accesos vehiculares, y 18.000 metros cuadrados de espacio público. Así define Moreno el reto que ha implicado: “Ddemostraremos que la integración de usos como vivienda, comercio, servicios, espacio público y equipamientos puede ejecutarse con altos estándares, eficiencia y coherencia urbana. Implicó superar retos de diseño, licenciamiento, movilidad y operación para lograr un proyecto verdaderamente moderno y funcional”.

El otro proyecto con el que Amarilo y Moreno prometen cambiarle la cara a Bogotá es Lagos de Torca, un ambicioso desarrollo urbanístico basado en el concepto de ciudades de 30 minutos. Abarca 1.800 hectáreas, en las que se proyectan 135.000 viviendas: 20% de interés prioritario, 20% de interés social y el resto de otros tipos. Su diseño no solo busca armonizar con la naturaleza, sino también restaurar los ecosistemas degradados de la zona, mediante la recuperación de quebradas y la creación del Parque Guaymaral, un oasis natural. Además, el desarrollo cuenta con colegios, universidades y centros comerciales, concebidos para ofrecer calidad de vida y bienestar a sus habitantes.

Generar impacto social

Los dos megaproyectos condensan cerca de 40 años de experiencia en construcción y renovación urbana de Roberto Moreno, un colombiano que le ha apostado a que miles de familias de todas las condiciones sociales cumplan su sueño de acceder a una vivienda propia y digna. Nació en Filadelfia, Estados Unidos, en 1956. Vivió parte de su infancia en Colombia, pero por decisiones familiares regresó al país del norte cuando tenía 15 años. A los 18 ya tenía claro a qué quería dedicarse.

Tras una primera incursión en el sector inmobiliario en Estados Unidos, volvió a Colombia en la década de los ochenta y fundó, junto con unos amigos, la firma Angulo Arquitecto. Sin embargo, debido a las difíciles condiciones del sector en el país, decidió regresar a Estados Unidos para trabajar con su madre, Martha Mejía, en la comercialización de finca raíz, mientras formaba su propia empresa de construcción.

A medida que su carrera se consolidaba, Moreno no dejaba de soñar con regresar al país. “Constantemente pensaba que, con lo aprendido en Estados Unidos, podía generar un impacto social y ayudar a que los colombianos cumplieran el sueño de tener vivienda propia”, recuerda. La oportunidad llegó en la década de los noventa, cuando Colombia transformó su modelo económico y se abrió al mundo. En 1993, junto con Enrique Mazuera, fundó la Inmobiliaria Mazuera, que años después se convertiría en Amarilo.

Como su propósito era mejorar la calidad de vida de los colombianos, decidió enfocarse en la clase media y los sectores populares. Con esta filosofía emprendió su primer proyecto, Ciudad Tunal, en el sur de Bogotá. Luego vinieron otros en todos los puntos cardinales de la ciudad. Con el tiempo, sus desarrollos se basaron en el concepto de “ciudad dentro de la ciudad”. Según explica, aunque en Bogotá ya se hablaba de este enfoque, era poco utilizado; en el resto del país, era prácticamente desconocido. Con esa idea en mente, desde los años noventa ha desarrollado más de diez grandes proyectos de este tipo.

“En países como Colombia, gran parte del desarrollo urbanístico se ha llevado a cabo sin planeación. Se construyen edificios sin el resto de los equipamientos. Nosotros creemos que a las familias colombianas debemos ofrecerles no solo vivienda de calidad, sino también los servicios y espacios necesarios para su bienestar: colegios, centros de salud, bibliotecas, centros comerciales y hospitales”, explica.

Para él, la industria de la construcción no tiene otro camino que avanzar hacia la sostenibilidad y la inclusión, y así lo ha demostrado con distintos proyectos. Ha participado en Alameda del Río, en Barranquilla; Serena del Mar, en Cartagena; o Ciudad Verde, en Soacha, donde construyó el 17 % de la primera etapa.

El éxito de este constructor, que ha logrado hacer realidad sus sueños y proyectos, radica en su filosofía de comprender primero el entorno: antes de iniciar un proyecto, estudia el territorio, su biodiversidad y las dinámicas sociales para construir sin desplazar ni alterar lo existente. “Cuando llegamos a un territorio, lo primero es entender la vida que hay allí –las aves, el agua, la comunidad– y potenciarla”, afirma.

En esa línea ha liderado un interesante proyecto de innovación social en algunas de las urbanizaciones que ha construido. En proyectos como Ciudad Verde o La Alameda del Parque entendió que no basta con entregar viviendas, sino que es esencial ayudar a las familias a convivir y organizarse. Así nació el programa ‘Paz en Amarilo’, una estrategia de innovación social que ofrece talleres y espacios de participación para que los propios residentes aprendan a gestionar su comunidad y construir juntos un entorno armónico.

Por esta forma de entender la construcción, Amarilo no solo es líder del sector en el país, sino también un referente en la región. En países como Perú y Ecuador, varias constructoras han seguido su ejemplo y adoptado su modelo de desarrollo urbano con enfoque social y sostenible.