Harold Castilla, liderazgo con sotana
El rector de Uniminuto es crucial en la educación del país por liderar la expansión de esa corporación a lugares remotos, siempre con enseñanza integral y oportunidades para 100.000 estudiantes de diversos estratos socioeconómicos
Tuvo una mezcla de visión, osadía y servicio para llevar 24 centros universitarios a diferentes lugares del país, muchos de ellos apartados, olvidados y con heridas abiertas aún por el conflicto armado colombiano. Desde abril de 2017, año en el que Harold Castilla llegó a la rectoría de la Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto), la institución empezó a abarcar ciudades y municipios como Inírida (Guainía), Puerto Carreño (Vichada), Orocué (Casanare), Cantagallo (Bolívar), Puerto Leguízamo (Putumayo), Saravena (Arauca) o El Tarra (Norte de Santander).
Esa misión se sale del croquis nacional: tiene acuerdos académicos con 27 países y extendió su modelo a África con la creación de la Institución Universitaria Tecnológica Eudista en Costa de Marfil (Iutea). Un crecimiento posible y soportado en el modelo blended, que facilita la entrada a la educación a estudiantes que buscan profesionalizarse mientras trabajan en sus territorios y regiones; una combinación de clases presenciales y virtuales.
Justo 20 años antes de su nombramiento como rector, en 1997, el proyecto educativo de Uniminuto había empezado a crecer. El padre Camilo Bernal, el guía de entonces, decidió ampliar la institución más allá del barrio Minuto de Dios, en la calle 80 de Bogotá, hacia distintos territorios. Lo hizo con la voluntad de cubrir a estudiantes de estratos 1, 2 y 3, los que cuentan con menos recursos. Hoy, Uniminuto tiene presencia física en 52 municipios y virtual en casi 850, prácticamente el 70% de los que hay en Colombia. Antes de la pandemia, llegó a sumar 127.000 estudiantes.
Este gigante, fundado por el padre Rafael García Herreros en 1990, le cabe completamente en la cabeza al padre Castilla: no solo está al tanto de lo que ocurre adentro, sino que mira hacia afuera, hacia los vaivenes del país, las políticas de la educación, los retos del liderazgo. Todo lo estampa en su columna de los sábados en el diario económico La República.
Desde allí, alerta, por ejemplo, sobre la situación de los profesores, un problema muy complejo para el sistema educativo colombiano “que no ha comprendido que ser maestro o profesor, especialmente para los contextos más recónditos del país, es una necesidad imperante para lograr que muchos niños puedan salir de sus diversas complejidades humanas y sociales”.
También asiste a foros para pedir que cambie la percepción en la sociedad sobre la educación técnica y tecnológica, y que se equipare con los programas profesionales. Según él, la brecha educativa en tecnología y telecomunicaciones en Colombia respecto a los países europeos se debe a la falta de comprensión del ecosistema formativo.
Castilla, nacido en Turbaná (Bolívar) hace 57 años, es filósofo, teólogo y tiene un doctorado en Educación de la Nova Southeastern University, en la Florida. Su tesis dio origen al libro Más allá de los conocimientos, presentado en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, en 2019.
Su modelo educativo busca no solo impartir conocimientos académicos, sino cultivar aspectos emocionales y sociales, promoviendo valores como la solidaridad y la justicia mediante una conexión personal y significativa con los estudiantes: “Me apasiona la educación y estoy encantado de respaldar proyectos de vida. Me motiva la posibilidad de contribuir a la transformación de vidas, familias y, en última instancia, de Colombia”.
*Apoyan Ecopetrol, Movistar y Fundación Corona.
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