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UNGRD
Columna
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Los amigos que Olmedo nunca mencionó

En sus últimos días en la UNGRD, Olmedo López y Sneyder Pinilla se dedicaron a firmar cuatro convenios con los que alistaban el robo de más de 340 mil millones de pesos. Esto, gracias al vínculo con dos congresistas que ninguno ha sido capaz de mencionar

Olmedo López
Juan Pablo Calvás

Los últimos días de Olmedo López y su cómplice Sneyder Pinilla como líderes de la Unidad de Gestión del Riesgo (UNGRD) fueron frenéticos. Mientras que por un lado seguían tratando de convencer al país de que ellos no eran el corazón de un repugnante esquema para robarse los dineros públicos que tenía como objetivo alimentar las ansias corruptas de políticos amigos (y no tan amigos) del Gobierno, por otro lado estaban procesando y firmando a toda velocidad convenios y más convenios con entidades regionales para seguir exprimiendo las arcas del país.

Fue así como antes de que los sacaran de la dirección de la entidad dejaron aprobados y firmados un convenio por 99 mil millones de pesos con Corantioquia, otro por 47 mil millones con Corpourabá, 180 mil millones en un convenio con el municipio de Girón y otros 15 mil millones de pesos en convenio con Sabana de Torres (Santander). Con solo en esos cuatro contratos hechos a las carreras estaban alistando el robo de más de 340 mil millones de pesos. Sin embargo, la pareja show de la corrupción dejó comprometido mucho más que eso, pues en total eran más de 600 mil millones de pesos que quisieron desviar a través de Fondos de Inversión Colectiva o convenios que firmaron con municipios o entidades mixtas para sacar la plata de la UNGRD y entregarla a los políticos. Afortunadamente, con la llegada de Carlos Carrillo a la dirección de la entidad esos contratos se pudieron reversar y la plata no se perdió.

Sin embargo, el delito se cometió. Pero curiosamente dentro de la investigación que adelanta la Fiscalía y las matrices de colaboración que Olmedo & Sneyder han presentado a la justicia nada se habla de la firmatón desesperada de los últimos días y sus beneficiarios. Es como si de esa parte de su deshonroso paso por la Unidad de Gestión del Riesgo les hubieran pedido que nada dijeran o como si la adrenalina de esas corruptas horas finales les hubiera borrado la memoria. ¿A quién protegen?

En mayo de 2024, La Silla Vacía hizo el seguimiento a los convenios firmados con las corporaciones autónomas antioqueñas que mencioné más arriba y logró evidenciar el claro vínculo entre Corantioquia y Corpourabá con dos congresistas que ni Olmedo ni Sneyder han sido capaces de mencionar: Julián Bedoya y Carlos Trujillo. ¿Será que Olmedo & Co. temen mencionar a esos señores? ¿O será que les ordenaron no mencionarlos, así como en la Fiscalía parecieran no estar interesados en preguntar sobre esos dos nombres?

Repito: el delito se cometió. Pues se realizó de forma exprés la firma de unos contratos espurios que tenían como único objetivo robarnos a todos los colombianos. Repito: los contratos se firmaron. ¿Por qué la justicia sigue garantizándole impunidad a esos dos congresistas paisas? Tal vez la respuesta la tenga José Fernando Tobón Roldán, abogado paisa también, que en la UNGRD fue pieza clave para la firma de esos convenios y que una vez estalló el escándalo, en vez de irse al ostracismo como debería ocurrir con los corruptos, fue premiado con el nombramiento como subdirector de la Unidad de pensiones y parafiscales (UGPP). Allí despacha feliz, ante un gran ventanal, guardando su secreto. Tan secreto que en la hoja de vida suya que está publicada en el portal de función pública no aparece su paso por la Unidad de Gestión del Riesgo. Como si ese episodio no hubiera sido con él. Lo mismo que con éxito van logrando los Trujillo y los Bedoya de este cuento.

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