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Colombia se suma al Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS en medio de la creciente tensión con Estados Unidos

El Gobierno de Gustavo Petro acelera la diversificación de la política exterior tras las medidas aislacionistas de Donald Trump

El presidente colombiano, Gustavo Petro, saluda a su homólogo chino, Xi Jinping, en la inauguración del foro entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, el 13 de mayo.
Lucas Reynoso

Colombia, tradicional aliado de Estados Unidos en América Latina, ha dado un paso más en sus esfuerzos para diversificar su política exterior en medio de la creciente tensión con Washington. El Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, una alternativa de financiamiento al Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, ha aprobado este jueves la adhesión del país sudamericano. Así lo ha informado Dilma Rousseff, cabeza del banco de desarrollo y expresidenta de Brasil, durante una reunión con el presidente ruso, Vladímir Putin. El Gobierno de Colombia, en tanto, ha celebrado la decisión a través de un mensaje en X: “Es un paso clave para diversificar alianzas y fortalecer la economía del país”.

El Nuevo Banco de Desarrollo fue creado en 2015 por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, los países conocidos como los BRICS, para financiar créditos de infraestructura en países en vías de desarrollo. Con los años, se han sumado Bangladés, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Argelia. Los Estados aportan recursos que las directivas del banco luego destinan a aquellos proyectos de sus miembros que consideren prioritarios. La entidad busca diferenciarse de las instituciones de crédito occidentales, que tienen un esquema similar pero son cuestionadas por las altas tasas de interés y los recortes de gasto público que suelen imponer como condición para algunos préstamos. “[El Nuevo Banco de Desarrollo] fue concebido para apoyar el desarrollo en el Sur Global, sin vetos, sin condicionalidades y con respeto a la soberanía nacional de cada país”, declaró Rousseff durante el Foro China-CELAC, en mayo.

David Castrillón Kerrigan, experto en política exterior china y estadounidense, comenta que no debe verse al banco como un rival del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el Banco Mundial. “Las necesidades de financiación del mundo son mayores que la capacidad de oferta de la banca multilateral actual. Así que el Nuevo Banco de Desarrollo entra a suplementar a los otros, no a competirles”, subraya el experto, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Externado. Para él, los diferenciadores claves son su foco en el Sur Global y que no haya una potencia que ejerza un dominio casi absoluto sobre las decisiones de la entidad, como sucede en el Banco Mundial con Estados Unidos y en el Banco Asiático de Desarrollo con Japón. “Es más fiel a la promesa del orden multilateral de que todas las voces serían escuchadas. Pero es un banco muy nuevo, hay que ver qué pasa cuando alguien no pueda pagar un crédito”, dice.

El proceso de adhesión de Colombia comenzó en mayo tras una visita del presidente Gustavo Petro a China en la que se reunió con Rousseff. El mandatario anunció la decisión del país de sumarse a la entidad financiera, que se formalizó a través de una carta del ministro de Hacienda, Germán Ávila Plazas. En la misiva, el funcionario expresó la disposición de Colombia a aportar unos 512 millones de dólares de capital en los seis meses posteriores a la solicitud. La expectativa, según un comunicado del Gobierno colombiano que reseña la carta, es que el país reciba préstamos a tasas bajas para financiar proyectos de infraestructura, energías renovables y salud. “Esto posiciona al país como un actor relevante dentro de una arquitectura financiera donde las economías del Sur Global buscan mayor autonomía y equidad en la toma de decisiones”, destacó la Presidencia de Colombia en ese entonces.

La tensión con Washington

La decisión de Colombia de sumarse al Nuevo Banco de Desarrollo llega en un contexto de creciente hostilidad con Estados Unidos. En enero, el Gobierno de Donald Trump amenazó con imponer aranceles del 25% —y eventualmente 50%— a los productos del país sudamericano, después de que Colombia devolviera dos aviones con deportados que llegaban esposados. Esa primera crisis se resolvió en menos de 24 horas, pero Estados Unidos luego incluyó a Colombia en un listado de naciones que tienen un arancel del 10%. Asimismo, en mayo, Washington rechazó la decisión de Bogotá de sumarse al programa de inversiones de la Nueva Ruta de la Seda china. A través de un mensaje en X, el Gobierno de Trump anunció que se opondría en instituciones financieras como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a proyectos en Colombia que tuvieran financiamiento del Gobierno chino.

El profesor Castrillón señala que es importante leer la adhesión en un contexto en el que Estados Unidos ha decidido limitar su apoyo al desarrollo, por ejemplo con la suspensión de los fondos de cooperación de la ahora suspendida Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés). Considera que eso ha terminado de impulsar a Colombia a sumarse al Nuevo Banco de Desarrollo. “Esto es solo el comienzo, ahora hay que esperar si viene un golpe como respuesta. Pero creo que el Gobierno toma esta decisión a sabiendas de eso porque también sabe que tiene más que ganar que perder. Colombia perdería más si siguiera atada a unos Estados Unidos que le han dado la espalda”, afirma.

El académico matiza que si bien el contexto y la política de Petro han acelerado la decisión de Colombia, esta es parte de “una política de Estado” que comenzó al final del Gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010), cuando la crisis financiera de 2008 le mostró al país su “altísima vulnerabilidad” ante la dependencia excesiva de algunos mercados, como Estados Unidos. Después, tomó fuerza durante el Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018). “No es un invento de Petro necesariamente. Es parte de un consenso más amplio de política exterior que propende por una diversificación geográfica y temática de la política exterior colombiana”, enfatiza. Lamenta, eso sí, que ese esfuerzo por diversificar vaya a ser malinterpretado por parte de un Gobierno como el de Trump. Para Castrillón, la adhesión al Nuevo Banco de Desarrollo confirmará “la sospecha infundada” de que Colombia le da la espalda a Estados Unidos para “aventarse a los brazos de China”, una potencia con cada vez mayor influencia en América Latina y crecientes niveles de imagen positiva entre los colombianos.

Mientras tanto, la Cancillería ha destacado la importancia de la adhesión. “Celebro la noticia que trasciende lo financiero y amplía nuestro horizonte (...). Seguimos abriendo camino hacia nuevas oportunidades para el país”, ha comentado la canciller, Laura Sarabia, que en el pasado ha enfatizado que mirar a otras partes del mundo no es excluyente con que Estados Unidos siga siendo un socio estratégico.

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Sobre la firma

Lucas Reynoso
Es periodista de EL PAÍS en la redacción de Bogotá.
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