Decálogo
Así como en la mesa hay normas, existen también para la política. Aquí, un decálogo de comportamiento político que nunca veremos en los videos de Carmiña Villegas
1.
No llames malditos a los congresistas que estudiarán las reformas con las que pretendes generar los cambios que te obsesionan. Máxime si has dado el visto bueno a “trabajar con todos los partidos políticos representados en el Congreso y avanzar en la discusión de un grupo prioritario de proyectos que hacen parte de la actual agenda legislativa. Todo ello, en el marco del respeto a la oposición, de la deliberación argumentativa, la búsqueda de consensos y del diálogo respetuoso”. Hay tantas palabras en el entrecomillado, que difícilmente podrás tragártelas (a menos que seas un faquir).
2.
Practica la política del amor, pero no confundas al amor con las atrocidades que dan vueltas en la cabeza de quienes te han demostrado que no conocen ni la ortografía de la palabra ética. Recuerda que no es amor emborrachar y drogar a una mujer, amarrarla, y, dormida, accederla violentamente en compañía de otras personas. Y no se trata de comportarse como un cura rezendón (sic). Cuida que tus escritores de cabecera no admiren a Dominique Pelicot.
3.
Si ociosamente abres embajadas (incluso para anudar lenguas peligrosas) y engordas la vaca de los cargos diplomáticos, ¡adelante! Pero no se te vaya a ocurrir decir cosas como “estamos ante un verdadero turismo internacional pagado en dólares, que lo que provoca es dejar los cargos vacantes, porque no hay plata para todo eso”.
4.
Abstente de decir que los jueces son pérfidos. Ellos, debido a su formación jurídica, pueden ir un poco más allá de la interpretación bolerística (“y el mar, espejo de mi corazón, las veces que me ha visto llorar la perfidia de tu amor”) y llegar a los terrenos del código penal, artículo 143. Tampoco les estampes el logo de golpistas en la toga, porque en cualquier momento un alto funcionario de esa justicia podría recordarte que “cuestionar las sentencias y pronunciamientos de esta corporación como actos de golpe blando y perfidia, es decir, de deslealtad o traición a los principios democráticos, desconoce la función del poder judicial, que actúa libre de todo tipo de presiones”. No seas testarudo, oye a los que saben; aún si llegas a jefe de Estado, no desestimes un buen Consejo de Estado. Y piérdete la oportunidad de decir cosas como “toda decisión será respetada, menos el golpe de Estado”.
5.
Jamás le sirvas a la gente soluciones simplistas, apanadas en las harinas del populismo. Si dices que detener el crecimiento urbanístico, por ejemplo, de la Sabana y Cundinamarca es la solución a los problemas medioambientales, alguien te responderá. No te olvides de lo que apuntan personas como Guillermo Herrera, presidente de la Cámara Colombiana de la Construcción: “¿Cómo se puede detener el crecimiento urbano y por qué esa es la solución estructural a los problemas de abastecimiento de agua? Según el DANE, en once municipios de la Sabana y Bogotá se formarán 523.000 hogares para 2030, y más de 800.000 para 2035. El crecimiento de Bogotá Región seguirá su impulso, gracias a que concentra una gran parte de la actividad económica nacional (30% del PIB) y es el mayor generador de empleo formal. Detener el crecimiento urbano es detener el crecimiento económico del país”. Tal vez, en cambio de repartir culpas a garrotazo limpio, la solución sea propender por una mejor planeación del territorio, de la mano de los municipios y sus Planes de Ordenamiento Territorial. Construir sobre lo construido siempre será más positivo que destruir a los que construyen. Sobre todo, si están dispuestos a dialogar contigo y tus fantasmas.
6.
Cesa en la manía de hostigar más de la cuenta a los medios y al periodismo. Recuerda que quienes gobiernan tienen la responsabilidad de proteger a aquellos que ejercen esta labor enmarcada en los principios de la libertad de expresión. Cada vez que denigres de escenarios en que la investigación, la información o la opinión no necesariamente te abaniquen, recuerda lo que un grupo de medios te dijo el día en que comenzaban las novenas: “Como ha estado a la vista de la opinión, el periodismo ha venido siendo objeto de reiteradas y cada vez más agresivas declaraciones y acciones (…). Y es muy serio y muy grave que dichas consignas provengan, en no pocas ocasiones, de los llamados a garantizarlos, en particular, desde el Gobierno nacional. Estamos, para ser claros, ante una situación que restringe la democracia en todo sentido. (…) Es necesario apartarse de las incitaciones al odio, el desprecio y la satanización del trabajo periodístico que cuestiona, investiga, denuncia e incomoda a quienes ejercen poder, sea cual sea su índole”. No restrinjas la democracia; riégala, cultívala y, cuando la sirvas en tu mesa, recuerda que no todo lo que en ella germina satisfará tu paladar.
7.
No propagues mensajes de terceros en los que se ataca a tus más cercanos colaboradores. Eso te granjeará malquerencias que podrían afectar la manera sabrosa en que el gobierno pasa sus días edificando sobre las nubes. Un nefelibata se debe a los sueños y no a las degradantes realidades del insulto que va contra quienes, rodeándolo, tienen derecho a pensar diferente.
8.
Aunque este decálogo lo hace, no tutees a la gente que desprecias.
9.
No críes cuervos. Es bien sabido que te sacarán los ojos. Mejor adelántate: sácales tú los ojos primero, pero sin que sea muy evidente.
10.
A veces no seas tan tú.
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