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Sebastián Piñera
Tribuna
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El sentido del deber

Obituario del expresidente de Colombia al expresidente de Chile Sebastián Piñera

El expresidente de Chile Sebastián Pinera, en Madrid.
El expresidente de Chile Sebastián Pinera, en Madrid.Samuel Sánchez

La partida de un amigo y de un ser querido siempre nos estremece y deja vacíos, tristezas y recuerdos, al igual que nos invita de manera inequívoca a transitar por los momentos vividos para evocarlos y, por qué no, fijarlos en la memoria como si se trataran de enseñanzas perennes. Los últimos días han sido duros al conocerse la trágica partida de Sebastián Piñera Echenique. Un amigo como pocos, un líder nato, un presidente riguroso y asertivo, un amante de la vida, un padre y esposo amoroso, un abuelo compinche y un emprendedor incansable.

Tuve el honor de compartir muchos momentos con Sebastián al lado de su esposa, Cecilia, con quien constituyó un hermoso matrimonio de más de 50 años, y con su hija Magdalena, quien era a la vez compañía y alumna de sus inagotables innovaciones. También lo vi en su relación con su hija Cecilia donde el humor y el rigor de la conversación eran fenomenales y aunque no compartí con ellos pude apreciar la admiración y orgullo que profesaba por sus hijos Sebastián y Cristóbal, a quienes veía como herederos naturales de sus iniciativas empresariales. Resaltó esa primera faceta porque es muy difícil ser un buen líder sin ser una buena persona y un buen miembro de familia, y Sebastián era ante todo un ser que combinaba su exigencia, perfeccionismo y competitividad con la magistralidad de enseñar con el ejemplo y con su propia exigencia consigo mismo. Esa forma de combinar bonhomie con una figura estricta lo hacía especial.

Tuve el inmenso placer de compartir con él como presidente y entender su dimensión de luchar por el éxito a lo largo de su vida, porque en todo lo que se propuso alcanzó la cima de la montaña. Como economista, fue PHD de la Universidad de Harvard logrando a temprana edad ser profesor e investigador de la CEPAL, camino que dejó para ser dueño de su propio destino empresarial y convertirse a pulso y talento en uno de los hombres más ricos de América Latina. En esas facetas siempre se opuso a la dictadura de Augusto Pinochet y fue una voz independiente desde el sector privado que sumó energías y argumentos para la victoria del No frente a la continuidad de la dictadura cruel que golpeó a su patria. En esa faceta de polemista y predicador unió fuerzas con todos los que anhelaban la democracia, así pensaran distinto y fue victorioso.

Luego y gracias a amigos como Andrés Allamand, Piñera fue embestido por el bicho de la política, que a decir verdad ya estaba incubado en su alma. Fue así como salió esa torrencial capacidad oratoria y argumentativa que lo llevó al Senado y ocupar dos veces la Presidencia de su país, convirtiéndose en uno de los mejores gerentes públicos que haya conocido el continente, dado su amor por la evidencia y las mediciones de impacto.

Pero hay algo paradójico en su gesta y es la manera como sorteó las más grandes adversidades que haya vivido presidente alguno de Chile desde el retorno a la democracia. En su primer Gobierno gerenció la reconstrucción de Chile luego de uno de los más devastadores terremotos de la historia nacional y lideró el rescate de los 33 mineros atrapados bajo tierra que para muchos era una causa perdida, mientras en su segundo gobierno enfrentó un prefabricado estallido social manteniendo la estabilidad democrática y la solidez institucional ante unos fenómenos de violencia irracional sin precedentes y azuzados por intereses internacionales oscuros, al igual que manejó magistralmente la crisis de la covid-19 posicionado a Chile como un ejemplo en la gestión de la pandemia.

A esas cualidades de navegar las tormentas espesas se le suma la grandeza para dinamizar infraestructura, promover programas sociales, asumir la vanguardia ambientalista, y liderar desde la transición energética hasta las tecnologías del siglo XXI y su masificación.

Fueron muchos los momentos que compartimos como presidentes, muchas conversaciones y muchas las acciones coordinadas. Disfrutaba esa idea de ser amigos y competir sanamente en nuestras políticas porque es así como se avanza. Siempre que estuve con él aprendí algo y puedo decir que fue un enamorado de Colombia y de su relación estratégica con Chile

Desde que dejamos la presidencia pasamos a una nueva etapa de amistad. Trabajamos con Mauricio Macri y Tuto Quiroga en darle vida al Grupo Libertad y Democracia, del cual Sebastián era alma y corazón, conté con su apoyo en la iniciativa Concordia por la Amazonia y pudimos compartir tantos proyectos de acción climática como nos lo permitiera la vida.

Hace poco él y Cecilia me invitaron a quedarme en su casa durante un viaje fugaz a Chile para dar una conferencia. Los dos espléndidos anfitriones me hicieron la vida feliz y conocí la faceta de Sebastián el piloto de helicóptero. Riguroso, profesional y meticuloso como en todas sus tareas me invitó a volar y ver como desde la fragilidad del aire me mostraba su país con la pasión que un padre describe a sus hijos.

Por mi curiosidad y tal vez por el miedo que me producen los helicópteros le hice muchas preguntas hipotéticas de posibles emergencias y a para todos los escenarios tenía una respuesta de que hacer y como obrar. Por eso, al conocerse el detalle de su maniobra heroica al enfrentar una emergencia en lago Ranco, con la que salvó la vida de su hermana y dos tripulantes enfrentando un riesgo inminente queda claro que hasta el último suspiro tuvo la conciencia de sacrificar su vida de ser necesaria por los demás.

Hemos perdido del mundo terrenal a un grande, a un ser que dejo huella y que siempre estaba lleno de proyectos. Hemos sido afortunados quienes tuvimos la oportunidad de compartir con él. Ahora empieza aún nueva dimensión ante la historia que será igual de grande.

Siempre tuvo claro el destino, como me lo dijo en su último mensaje para mi cumpleaños y esa es otra gran enseñanza: “Iván: Muy, muy Feliz Cumpleaños. Y recuerde que los años que cumplimos ya no nos pertenecen. Ya son parte del pasado que ya se fue. Solo nos queda el futuro y, como dice la Biblia, nadie sabe el día ni la hora en que seremos llamados. Por eso hay que andar “ligero de equipaje” por esta vida terrenal y preparado para la otra vida que es eterna. Un abrazo cariñoso, Cecilia y Sebastián”.

Descansa en paz, amigo querido; defenderemos siempre tu legado, orientado por el sentido del deber.

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