El diario oficial
El país no pega pestaña esperando la circulación del primer número de ‘Vida’, periódico en el que solo habrá cabida para la verdad verdadera. ¡Qué nervios!
Se sabe que la relación del presidente Gustavo Petro con los medios de comunicación es tan fluida como la que sostuvieron Enrique VIII y Tomás Moro, en la Inglaterra de los mil quinientos. Petro, como senador, mantuvo siempre puentes con el periodismo; Moro fue amigo y consejero del monarca. El paraíso está en la génesis de todo, pero, como bien cantaba José José, “el amor acaba”. Y Moro se dedicó a una sólida crítica de las reformas de un rey con una muy personal política del amor, inmortalizada en seis esposas oficiales (algunas de ellas con finales harto destemplados).
No olvidemos que, además de transformar al Estado (y engullir), Enrique aventuró varias piezas musicales, una de ellas titulada de manera contundente: “If love now reigned” (si el amor reinara). Para Moro no hubo amor: solo guillotina, lo cual, ¡alabado sea el Señor!, aún no sucede con el periodismo en esta potencia mundial de la vida.
Cierto es que el presidente “dispara” a diario contra los periodistas en su cuenta de X, aunque reconozcamos que nadie se ha muerto porque le apunten con un trino preñado de faltas de ortografía. Tal vez Vida, el nuevo periódico del Gobierno, le sirva como desfogue a un presidente que es editor aficionado. ¡Muy aficionado!
¿Tiene el Gobierno derecho a tener su propio medio impreso? La respuesta es sí. No se le puede negar a ninguna administración la posibilidad de publicitar sus logros, por magros que sean. La publicidad es una actividad lícita. Cara, pero legal. Falta ver si al menos una mínima parte del neonato medio acogerá información que no provenga del dictado palaciego. De lo contrario, el nuevo diario oficial (¡el segundo Diario Oficial del país!) podría ser un risible pasquín (con las disculpas del caso para Vladdo, director de Un pasquín, que es todo, ¡menos un pasquín!).
Se anuncia que encontraremos en Vida las verdaderas noticias. Aquellas que nada tienen que ver con la catarata de mentiras, exageraciones e imprecisiones de la prensa nacional y su agenda genuflexa al poder (al poder diferente al que ostenta el presidente). Las primeras suscripciones las pagarán los ministros del gabinete, que leerán con fruición cada ejemplar para saber qué piensa ese mandatario al que escasamente ven en los consejos de ministros. Y, además de la información ecuánime y equilibrada, suponemos que habrá secciones algo más livianas.
“La ciencia al alcance de todos”, en la pluma de Alfredo Saade, el único pastor sin grey de Latinoamérica. Recomendados televisivos de Hollman Morris y Nórida Rodríguez (Hollman recomendará no ver lo que Nórida proponga). Germán Bahamón, de Fedecafé, enseñará a consumir mucho tinto sin que usted deje de ser un trabajador funcional. Daniel Mendoza adelantará apartes del guion de su nueva serie: Mercachifle. Habrá glosario con la terminología que a veces no entendemos en las mesas de diálogo: retenciones con fines económicos, apadrinamiento de niños campesinos desamparados, protección paga de la actividad empresarial, sentimientos de amor. Y Beto Coral escribirá una columna gratuita… ¡nadie le va a pagar!
Queda claro que Vida, a diferencia de lo que piensan los pesimistas de siempre, será un medio ágil, entretenido y repleto de sustancia. Tengo pensado ojearlo. He leído peores cosas pagando.
No pierdo la esperanza de que alguna vez, mortificado por alguna de las abundantes apreciaciones “independientes” del imberbe periódico, el presidente en sus redes sociales lo critique, refiriéndose a su contenido como parte de lo que producen “ciertos sectores del periodismo”.
El día llegará, porque al presidente no le gusta ningún tipo de periodismo. Aunque lo pague él con nuestra plata.
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