El Banco de la República nos quedó debiendo
La celebración de los cien años de la institución más respetable del país es motivo de regocijo, pero los colombianos esperábamos más
La institución más respetable que tiene el Estado colombiano es el Banco de la República. Desde su creación en 1923 es un establecimiento modelo. Es producto de la Misión Kemmerer, contratada por el Gobierno de la época y que diseñó la estructura monetaria, la institucionalidad bancaria y el control fiscal de la Nación. De ahí salieron la banca central, la Superintendencia Financiera y la Contraloría General de la República, todos ellos organismos exitosos, excepto la Contraloría, convertida con el transcurso del tiempo en un fortín político, lejos de lo que sus creadores imaginaron.
El Banco es la columna vertebral de la economía. Goza de tener autonomía administrativa, patrimonial y técnica; regula la moneda, los cambios internacionales y el crédito; emite la moneda legal; maneja las reservas internacionales; es prestamista de última instancia; banquero de los establecimientos de crédito y sirve como agente fiscal del Gobierno. Se ha distinguido por tener los mejores gerentes y los más lúcidos miembros de su junta directiva.
Por iniciativa de uno de sus gerentes creativos, don Luis Ángel Arango, en 1955 el Banco adoptó las funciones del Ministerio de Cultura. Antes se habían adquirido colecciones de libros de colombianos prestigiosos que habían fallecido. El país se llenó de bibliotecas, museos y salas de música, manejados por ilustres profesionales especializados en cada una de las actividades.
La celebración de los cien años de existencia es motivo de regocijo. Para la conmemoración se organizaron diversos eventos. Todos ellos al estilo del banco de buena calidad. Los dos más importantes fueron el concierto de los 100 años en Bogotá, Leticia y Quibdó, y la reinauguración del Museo Casa de Moneda. El concierto permitió escuchar la primera obra comisionada en 1975 al compositor Fabio González Zuleta, así como los encargos a Diego Vega en 2009, Juan Antonio Rueda en 2014 y Gustavo Parra en 2007.
El Museo Casa de Moneda abrió al público la colección numismática con monedas, billetes, medallas, bonos, vales, sellos, matrices, punzones, troqueles. La reconstrucción cultural de la historia económica desde el periodo prehispánico. La maquinaria utilizada para la fabricación de monedas desde hace cuatrocientos años y la colección de billetes y monedas del siglo XXI.
Estamos hablando de una corporación de la mayor capacidad futurista. Bien lo dijo el periódico Portafolio: el Banrepública ya está trabajando en la agenda del futuro: la adopción de un sistema de pagos inmediatos, los desafíos de las transacciones digitales y los efectos de la transformación digital en las monedas.
Lo hecho hasta ahora para la conmemoración constituyen acciones meritorias y gratas, pero hacen parte de la rutina normal y cotidiana de la vicepresidencia cultural. Para exaltar el primer centenario pienso que el Banco se quedó corto. Cien años solo se cumplen una vez en la vida. Los hinchas del República (como le dicen los economistas) que somos todos los colombianos esperábamos más. Algo así como un gran concierto sinfónico gratis, a cielo abierto, de melodías populares de música colombiana. Tal vez una gran exposición de esculturas de artistas nuestros en el Parque Nacional o en el Jardín Botánico.
Como si fuera poco, la coincidencia con la efeméride de la Contraloría que pagó gran campaña publicitaria contribuyó a la confusión entre las dos celebraciones. La Contraloría contamina todo. Necesitaríamos una segunda Misión Kemmerer para convertirla en una corte de cuentas y eliminar las regionales.
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