Colombia y Venezuela sellan la reapertura de sus cielos con un vuelo de Turpial, pero dejan en el aire la operación de Satena
La aerolínea venezolana estrena su frecuencia entre Caracas y Bogotá, mientras la incertidumbre rodea la prometida operación de la empresa estatal colombiana
La reapertura de la frontera entre Colombia y Venezuela ha quedado certificada también en el aire, a pesar de turbulencias y retrasos. El primer vuelo directo entre Caracas y Bogotá en cerca de tres años, operado por Turpial Airlines, aterrizó la tarde de este lunes con 36 pasajeros en el aeropuerto El Dorado de la capital colombiana. Un esperado hito que se ha visto postergado por más de un mes en medio de la normalización de relaciones entre los Gobiernos de Gustavo Petro y Nicolás Maduro.
Al vuelo charter de la venezolana Turpial –privada, pero vinculada a militares de la República Bolivariana– le debía acompañar esta semana el inicio de las primeras operaciones internacionales de Satena, pero esa promesa ha quedado entredicho. El ministro de Transporte, Guillermo Reyes, confirmó este lunes desde el propio aeropuerto que el próximo miércoles estaba programado el primer vuelo Bogotá-Caracas de la aerolínea estatal colombiana, que también se propone hacer la ruta Barranquilla-Caracas-Barranquilla a partir del 28 de noviembre, según ha anunciado el embajador colombiano en Venezuela, Armando Benedetti.
Sin embargo, esa frecuencia se encuentra en suspenso, según se han apresurado en aclarar otros dos miembros del gabinete de Gustavo Petro. Primero el canciller, Álvaro Leyva, advirtió este martes desde Egipto, donde asiste a la cumbre climática, que los aviones con los que cuenta Satena no pueden hacer vuelos directos entre Bogotá y Caracas. Y poco después el ministro de Defensa, Iván Velásquez, deslizó que la aerolínea estatal –que depende del Ministerio de Defensa– de momento no puede cubrir esa ruta por razones de rentabilidad, y que busca adquirir dos aviones con la capacidad suficiente para hacerlo. “Esa ruta se va a cubrir, lo que se requiere es tener los aviones apropiados”, apuntó. Por ahora, agregó, Satena se prepara para operar la ruta Barranquilla-Caracas.
“Es una gran satisfacción, no tanto por los Gobiernos, sino por nuestros pueblos. Esto es un gesto más de la hermandad y de la posibilidad de que nunca más se cierren las fronteras ni la conectividad aérea”, había celebrado el lunes en el aeropuerto el ministro de Comercio, Industria y Turismo de Colombia, Germán Umaña, una figura clave en el restablecimiento de relaciones. “Es un día de satisfacción, después de tantos años, que han parecido eternos, de estar alejados con el hermano pueblo venezolano”, añadió sobre el vuelo de Turpial –que ya se vende por cerca de 500 dólares ida y vuelta–, sin hacer referencia a la frecuencia de Satena -que en publicidad de la aerolínea estatal se ofrecía por cerca de 300.
La reactivación de los viajes aéreos entre los dos países se pospuso en al menos dos ocasiones. En un primer momento, los Gobiernos de Petro y Maduro habían acordado que el primer vuelo entre Caracas y Bogotá se realizaría el 26 de septiembre, operado por Conviasa. Ese avión nunca despegó. Las sanciones estadounidenses a la aerolínea estatal venezolana, incluida en la llamada Lista Clinton, obligaron a cambiar de planes. Washington desplegó su poder diplomático para frenarlo, como en efecto ocurrió, lo que no cayó nada bien en Caracas.
Los obstáculos con los que se topó Conviasa acabaron por llevarse por delante también la aprobación que ya había recibido a partir del 4 de octubre la aerolínea Wingo, una filial de Copa, que ha mantenido las rutas a Venezuela desde Panamá. Ese vuelo entre el aeropuerto El Dorado de Bogotá y el de Maiquetía, que sirve a Caracas, tampoco llegó a despegar. Desde Colombia, el Ministerio de Transporte ha señalado que espera que más aerolíneas vuelvan a volar entre las dos capitales, separadas por 1.400 kilómetros. Wingo, Latam y Avianca han manifestado su interés, pero todavía enfrentan un complejo proceso comercial, operativo y regulatorio.
A pesar de los múltiples escollos, la reapertura de la extensa y porosa frontera de más de 2.200 kilómetros que comparten Colombia y Venezuela está en marcha. El tránsito de carga por los puentes binacionales se ha restablecido a cuentagotas. Petro y Maduro ya sostuvieron su esperado primer encuentro hace una semana en Caracas. Con sus respectivos embajadores posesionados y las relaciones restablecidas, las dos capitales avanzan en una “normalización gradual” luego de años de diferencias irreconciliables durante el periodo de Iván Duque, el promotor más entusiasta del fallido “cerco diplomático” sobre el heredero de Hugo Chávez. De a poco, las viejas rencillas van quedando atrás pero los obstáculos persisten.
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