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Los liberales pierden poder a cuentagotas

El Partido Liberal, de amplia tradición en Colombia, ha perdido color por divisiones internas, movidas de su jefe natural, líos judiciales y pérdida de curules en el Congreso

elecciones colombianas de este año, con el espacio para el Partido Liberal arriba a la izquierda
Un funcionario público muestra la boleta para las elecciones colombianas de este año, con el espacio para el Partido Liberal arriba a la izquierda.Sebastian Barros (Getty Images)

El que fue por décadas el partido más grande de Colombia está en tiempos difíciles. Acumula dos elecciones presidenciales sin candidato propio, ha perdido curules en el Congreso de la República; uno de los más grandes y recientes escándalos nacionales de corrupción lo protagoniza quien fuera uno de sus pesos pesados, el exsenador Mario Castaño; y está dando de qué hablar, no por sus gestas, sino por divisiones internas que han quedado en evidencia desde la campaña presidencial.

Pese a reparos de algunos miembros, su jefe único, el expresidente César Gaviria, le apostó inicialmente al candidato de la derecha, Federico Gutiérrez, quien no llegó a la segunda vuelta. Los liberales terminaron adhiriendo a Gustavo Petro en la recta final. “Hoy están en el llamado Gobierno del cambio, pero han sido aliados de administraciones en los últimos periodos. Están en contraposición de su propia existencia”, opina el analista político Sergio Guzmán.

Lo que pareciera ser un asunto que solo interesa de puertas para adentro, trasciende las toldas de un partido que existe desde hace más de siglo y medio. La colectividad forma parte de la coalición que permite inclinar la balanza a favor de las iniciativas legislativas de la Administración Petro, que tendrán que atravesar los laberintos de la política tradicional para pasar del Capitolio a la realidad. Pero no es tan sencillo como suena. O al menos eso es lo que se ha visto con la reforma tributaria, la primera bandera que quiere levantar el presidente con un mensaje de justicia social.

El Partido Liberal fue el primero de los aliados de Petro en quitarle el pie al acelerador en el trámite del proyecto, planteando una serie de reparos después de su aprobación en comisiones económicas y antes de que las debatieran las plenarias de Senado y Cámara. Aunque varios de ellos se tuvieron en cuenta, como la eliminación de impuestos a las iglesias, no todos se convirtieron en victoria.

Buena parte de los liberales se oponían al artículo que impide que las compañías petroleras y mineras puedan seguir deduciendo del impuesto de renta las regalías que pagan al Estado por extraer recursos del subsuelo. Pero su voz, secundada por expertos y observadores independientes como el centro de pensamiento Fedesarrollo, no tuvo acogida. El Ejecutivo sostuvo con firmeza el artículo en el empedrado recorrido de las discusiones. Al final, la bancada acordó votar la reforma en bloque y dejar a cada congresista en libertad para decidir frente al tema de discordia.

Esta no es la única señal de que el viento no sopla del todo a favor de los liberales en el Congreso. Al pulso con el Gobierno que respaldan se suma otro entre sus propios miembros: algunos se han quejado del rol de Simón Gaviria, hijo del jefe César Gaviria, como interlocutor con la Casa de Nariño. Además, está la resaca de las elecciones legislativas del pasado mes de marzo. Aunque en la Cámara de Representantes quedaron con la mayor bancada por encima del Pacto Histórico, el partido de Petro, y del tradicional partido Conservador, perdieron tres escaños frente a los 35 que tenían, que ya era un declive en comparación con los 38 que traían de tiempo atrás.

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En el Senado, mantuvieron las 14 curules logradas hace cuatro años, 3 menos que en los dos periodos anteriores. Pero apenas arrancando el cuatrienio, ya son 13. Acaban de perder una porque el caldense Mario Castaño, quien había logrado la octava votación más alta del partido, aceptó su participación en 19 delitos imputados por la Corte Suprema de Justicia “como líder una organización criminal que, con alcaldes, funcionarios y particulares, saqueó millonarios recursos al patrimonio público”, informó el alto tribunal. Castaño, de 50 años, ocupó las primeras planas de los periódicos tras su captura en junio pasado, en plena salida del Congreso. Ahora está a la espera de sentencia por parte de la sala de primera instancia de la Corte por haber direccionado millonarios contratos a cambio de coimas.

De esta forma, el Partido Liberal pasó de ser la tercera fuerza política en el Senado, después del Pacto Histórico y los conservadores, a quedar con igual número de curules que la alianza Partido Verde-Centro Esperanza, también de gobierno, y del Centro Democrático, el partido del expresidente Álvaro Uribe, la cabeza más visible de la oposición. Sumado al caso Castaño, la Corte Suprema ordenó pruebas para determinar un presunto enriquecimiento ilícito de Juan Pablo Gallo, otro senador liberal que es cercano a Gaviria. Lo investigan penalmente por la compra de un apartamento de más de 1.000 millones de pesos (unos 250 mil dólares) cuando fue alcalde de Pereira en 2016, según informó la emisora La W. Gallo conserva su curul.

El Capitolio es apenas un reflejo de la fuerza que ha perdido el Partido Liberal, que desde 2010 no tiene candidato único a las elecciones presidenciales tras avalar al exministro Rafael Pardo. En 2014, formó parte de la coalición de la Unidad Nacional que respaldó a Juan Manuel Santos. En 2018, dejó prácticamente solo a Humberto de La Calle, hoy senador, quien obtuvo entonces un 2% de los votos en primera vuelta y no dominó en ninguna región. Apoyaron, en cambio a Iván Duque, pero al final trataron de desmarcarse de su impopular Gobierno. Y este año, le apostaban a Federico Gutiérrez, quien terminó de tercero en la contienda. El anuncio del jefe del partido, el expresidente César Gaviria, provocó en ese momento una tormenta al interior de la colectividad. Algunos de sus integrantes le exigieron incluso que si ganaba Petro entregara las llaves del partido.

“La figura de César Gaviria está generando un desgaste del partido, pero esa inconsistencia política no ha generado todavía un costo político”, señala el politólogo y especialista en opinión pública, Juan Fernando Giraldo. “Les puede pasar lo del Centro Democrático y es que, por esa vía, en varios años puede perder respaldo del electorado”, agrega.

La nueva prueba de fondo está a menos de un año, cuando los colombianos volverán a las urnas para las elecciones de alcaldías y gobernaciones, el 29 de octubre de 2023. Guzmán, quien dirige la consultora de riesgos políticos Colombia Risk, sostiene que “por ahora hay unos intereses alineados entre el Gobierno y el Partido Liberal, pero de cara a las elecciones regionales se volverán rivales porque van a competir por las estructuras a nivel local. Lo que vamos a empezar a ver después de la reforma tributaria es que el partido de Gaviria puede empezar a abrirse un poco con miras a esas elecciones”.

“De todas formas el Partido Liberal sigue teniendo poder. Otros partidos tradicionales como el Centro Democrático, Cambio Radical y la U perdieron más curules. Su ideología, sin embargo, está descolorida y se han vuelto más importantes como individuos que como colectividad”, sugiere Giraldo.

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