La visión de los empresarios ante Petro: cautela ante las reformas y un contexto poco favorecedor
Cafeteros, ganaderos y pequeños emprendimientos aún tienen temores frente a las reformas energéticas, rurales y tributarias del nuevo gobierno en medio de una crisis económica, pero algunos empresarios ven el cambio con algo de optimismo
En su discurso de victoria el pasado junio, el presidente electo Gustavo Petro aseguró que su gobierno va a “desarrollar el capitalismo en Colombia, no porque lo adoremos, sino porque tenemos primero que superar la premodernidad”. Pero su victoria electoral representaba el triunfo de los nadies, los que poco han tenido—los campesinos sin tierra o los desempleados por la pandemia. La suya no era la victoria del gran capital. Por eso, entre quienes esperan nerviosamente las reformas del cambio están muchos empresarios, dueños de empresas que esperan con ansiedad cómo va a ser el gobierno del mandatario de izquierda que prometió revolucionar el sector económico. Unos, como los ganaderos, aún están temorosos ante una reforma rural. Otros, como los que se dedican a la tecnología o los que tienen pequeños empredimientos, tienen un moderado optimismo ante la reforma fiscal o las promesas de modernización. Lo que los reúne, sin embargo, es la incertidumbre que hay aún ante los próximos cuatro años en medio de una coyuntura internacional muy desfavorable: una alta inflación, una posible recesión, y el creciente precio del dólar o de los los combustibles.
“Para quienes en realidad han pensado en irse [de Colombia], los invito a que no olviden que la responsabilidad de construir un mejor futuro es de todos”, escribió en una columna Bruce Mac Master, presidente de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), a quienes prometieron irse del país si ganaba Petro. Mac Master ha celebrado nombramientos como el del experimentado economista José Antonio Ocampo en el Ministerio de Hacienda, y ha tenido varias reuniones con el nuevo gobierno, pero también viene pidiéndole a los futuros ministros que no envíen señales contrarias antes de tiempo. Dice que en estas semanas ha leído a “una cantidad de gente soltando ideas distintas”.
Jesús Bedoya, empresario cafetero que vive en el departamento del Quindío, coincide con Mac Master: no se va a ir del país —”no es fácil decir que lo vamos a abandonar”, dice— pero quisiera ver un poco más de claridad en las declaraciones del nuevo gobierno. “Ha habido mucha especulación pero no un pronunciamiento claro sobre cuáles van a ser los pilares para los cambios”, comenta a este diario. A Bedoya le preocupa cómo se va a transformar la política de exportación, ya que Petro mencionó nuevos aranceles durante su campaña, y se pregunta si ya hay puntos en las primeras reformas que llegarán al Congreso —la rural y la tributaria— que afectarán la relación de la economía cafetera con el mercado internacional. “No podemos arriesgar la apertura comercial que ya existe en Colombia, no podemos devolvernos al pasado”, opina.
Petro empieza su gobierno en un momento en que, por razones externas, los empresarios ya estaban nerviosos. La inflación (del 10,21%, la más alta en 22 años), el alto precio del dólar (ronda los 4.300 pesos y alcanzó picos históricos en las últimas semanas), la crisis económica que dejó la pandemia, y la crisis por la guerra en Ucrania (que encareció el precio de los fertilizantes), han elevado los costos de la producción. Ante una crisis económica mundial, cualquier movimiento interno del nuevo gobierno genera mucho nerviosismo.
Uno de los sectores más inquietos es el de los ganaderos, porque Petro ha hablado de la ganadería extensiva como motor del despojo de tierras, de la deforestación, o de la contaminación por los gases de metano. Daniel Espinosa, presidente de la Unión Nacional de Asociaciones Ganaderas Colombianas, dice que ha percibido una distorsión sobre el impacto o tamaño de su sector. Dice que solo un 1,2% de predios dedicados a esta actividad podrían ser considerados ganadería extensiva, y que un 40% de estos predios son de empresarios con un promedio de 10 animales. “Creen que somos todos grandes ganaderos y que no nos toca sudarla”, dice Espinosa.
En conversaciones con colegas Espinosa percibe una preocupación constante. “Hay zozobra por trinos o cosas que alguna persona dijo hace unos años, y eso enrarece el ambiente”, explica. Por ejemplo, menciona que el próximo director de la DIAN, el instituto nacional de impuestos, escribió en Twitter, en 2020, que “un impuesto de $15,000 al mes por cabeza de ganado del país generaría un recaudo de unos $4,5 billones al año, suficiente para una renta básica que acabara con la pobreza extrema en el país”. Ese mensaje se repartió como pólvora entre sus grupos de WhatsApp, cuenta Espinosa, y subió la frecuencia cardiaca de los ganaderos.
Otro mensaje que les asustó fue el consejo de un exministro de Hacienda, Rudolf Hommes, al nuevo gobierno para prohibir la exportación de ganado. Hommes no es funcionario designado, e ideológicamente está lejos de Petro, pero que estas propuestas estén en el debate público generan más temor entre los ganaderos. “Al no existir reformas concretas aún, hay mucha zozobra en el sector”, repite Espinosa
Otro sector que sigue dudoso frente al cambio es el de hidrocarburos, ya que Petro prometió una transición energética en la que eventualmente se deje de depender económicamente de las exportaciones del petróleo, o del carbón, y se pueda transitar hacia fuentes de energía más sustentables. Francisco Lloreda, presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo, no se atrevería a decir que hay calma en su sector. Pero, explica, en estas semanas sí hay “un poco de mayor claridad” frente a lo que se enfrentan.
El sector ya se han reunido con el futuro Ministro de Hacienda, Ocampo, quien les señaló que Colombia “debe mantener su autosuficiencia en petróleo y gas”. Palabras que fueron un alivio, al menos temporal, para el sector. Mirando el caso de Europa—que depende del gas que les pueda vender Rusia— Lloreda pide que el nuevo gobierno avance en sus objetivos “con realismo y responsabilidad”, e insiste en que los combustibles fósiles son necesarios para la transición energética. “Aspiramos a que conozcan en profundidad esta industria, su compromiso con la gestión del cambio climático y su aporte al desarrollo del país”, dice Lloreda. (Hasta ahora su sector no se ha pronunciado sobre la nueva ministra de Minas y Energía, la académica Irene Vélez, más cercana a movimientos ambientalistas y cuyo nombre fue revelado por Petro el sábado en la tarde).
Pero algunos sectores empresariales tienen un optimismo moderado ante los cambios de Petro. Rosmery Quintero, presidenta de la Asociación Colombiana de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (ACOPI), ha visto que el nuevo Ministro de Hacienda y el nuevo director de la DIAN han hecho diversas reuniones con los empresarios, “y ellos están absorbiendo información para tomar las mejores decisiones”. Explica que es normal que un nuevo gobierno genere un grado de incertidumbre y expectativa. “De ahí la importancia que, ahora en la posesión, el presidente mande un mensaje de tranquilidad de lo que va a pasar a partir del 7 de agosto”, dice ella.
Sobre la reforma tributaria que presentará Petro en sus primeras semanas, por ejemplo, ve algunas ideas interesantes para pequeños empresarios, como unas políticas diferenciales para las empresas —cobrando un porcentaje diferenciado sobre las rentas a las pequeñas y las medianas— además de poder integrar el pago de distintos impuestos, lo que podría facilitar el pago fiscal y impulsar la formalización. Quintero también está de acuerdo con acabar con exenciones a los empresarios en unos casos (sobre todo como en territorios llamados ‘Zonas Francas’), como lo ha propuesto el nuevo gobierno. “Mi impresión es que hay profesionales, como el [Ministro] Ocampo, con una gran trayectoria, que nos da tranquilidad sobre las decisiones”, dice Quintero.
Maria Fernanda Quiñones, presidente de la Camara Colombiana de Comercio Electrónico, también ha visto con optimismo los planteamientos de Petro para su sector. “Nos parece muy positivo que se entienda que la conectividad es una ruta importante para el país”, dice ella. En una columna reciente explicó que el énfasis en la fortalecer el desarrollo electrónico del país puede “promover la educación, facilitar la educación en salud, mejorar la productividad de actividades muy intermediadas”.
Frente la posibilidad de fortalecer el comercio electrónico, por ejemplo, ella ve la oportunidad de incluir financieramente a muchos ciudadanos que están excluidos del sector financiero —lo que también podría facilitar su acceso al crédito eventualmente. “La inclusión en dinámicas económicas permitiría la diversificación de la canasta exportadora”, añade Quiñones. “Podría, además, hacer más eficiente el agro acercando al productor con el consumidor”.
Frente a la reforma tributaria también ve también unos puntos positivos, como “revisar algunos inhibidores: las retenciones que hoy se hacen a pagos de débito y créditos, por ejemplo”. Pero no considera que sea realista la propuesta de imponer impuestos a las plataformas electrónicas no domiciliadas en Colombia, como Netflix o Spotify. “Esas empresas no se van a domiciliar en cada país en el que generan recursos”, explica Quiñones, “Pero esta es una discusión grande que se está dando en la OCDE, la de tributación de las plataformas digitales, así que podemos buscar una forma acordada para hacerlo entre los diferentes países porque, sino, estas plataformas sencillamente se moverán al país que más les convenga”.
Por ahora, sin embargo, se prepara para la siguiente reunión con el equipo del nuevo gobierno. Puede que las reformas económicas no estén claras aún, y que por eso los empresarios se sigan moviendo entre los nervios y el optimismo moderado. Pero en las próximas semanas tendrán más claro cómo se será realmente, en política pública, aquel desarrollo del capitalismo que prometió Petro el día que ganó las elecciones.
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