La generación de cubanos que votó por Zohran Mamdani en Nueva York: “La palabra ‘socialismo’ ya no asusta tanto”
Parte de la comunidad cubanoamericana despojada de prejuicios decidió apoyar al socialista democrático porque no encuentra relación entre sus ideas y las de Fidel Castro
Durante los días otoñales de la campaña de Zohran Mamdani, Carlos Calzadilla-Palacio, un cubanoamericano de 28 años, dijo en un video que no esperaba que el candidato a alcalde más joven de Nueva York los forzara a ver dibujos animados soviéticos, ni encerrara a todos sus oponentes políticos, como sí hace con sus disidentes el régimen de La Habana. Trataba de explicar que, dentro de una comunidad azorada por conceptos como socialismo o comunismo, hay gente que no le teme a las propuestas de un candidato satanizado por joven, por musulmán y por declararse un socialista.
“Creciendo en una familia cubana, el comunismo o socialismo es algo de lo que se habla mucho, por el trauma que causaron los Castro y su Gobierno, por la eliminación de las libertades básicas de expresión y de la democracia”, dice Calzadilla-Palacio. “Por eso siempre tuve un fuerte sentimiento pro justicia social, pero para algunas personas todo lo que suene a eso es socialismo o comunismo”.
Hace poco, Calzadilla-Palacio visitó Holguín, la ciudad al oriente cubano donde nacieron sus padres. Quería reencontrarse con los abuelos y tíos, y vio en las calles gente desesperada por largarse del país. Supo lo que es vivir con cuatro o cinco apagones diarios y sintió a los vecinos tristes, probablemente por las mismas razones por las que en 1992, en plena crisis del Periodo Especial, sus padres emigraron a España, donde él nació. Cuando tenía seis meses, la familia se fue a Florida. Calzadilla-Palacio creció en Miami, conociendo de cerca el dolor del exilio y el incalculable daño que carga una comunidad a la que la política le ha pasado la cuenta.
Hasta los 17 años, quiso jugar fútbol profesional y creía poco en los políticos. Por ese tiempo jugó en Europa, pero un día, durante su último año de secundaria, oyó a un senador decir una frase que recuerda hasta hoy. “Nadie que trabaje 40 horas a la semana, debería vivir en la pobreza”. Se trataba de Bernie Sanders. Luego regresó a Estados Unidos, abandonó el deporte, comenzó sus estudios universitarios y se convirtió en un voluntario del líder demócrata de Vermont.
Más de una década después —viviendo en Nueva York y convertido en presidente de los Jóvenes Demócratas de Brooklyn—, Calzadilla-Palacio formó parte de la histórica campaña del joven político de 34 años. En más de una ocasión, se le vio al lado de Mamdani. Tocó puertas por el socialista y creó contenido para redes sociales, contribuyendo con al menos 10 millones de vistas a la elección del alcalde más mediático del momento.
Cuando el 4 de noviembre los neoyorquinos confirmaron en votos lo que ya hace días era una certeza en el espíritu de la ciudad, parte de la comunidad cubana en Estados Unidos miró los resultados con hartazgo. Como si vinieran del futuro, comenzaron a circular mensajes en los que advertían a los votantes de Nueva York que se habían equivocado, que habían cavado su propia tumba por elegir a un socialista y que la Gran Manzana, cuna de Wall Street, sería en cuestión de tiempo un invivible bastión comunista. Como hizo Fidel Castro con su Revolución, advirtieron estas voces, el igualitarismo los iba a llevar a la miseria.
Sus teorías las confirmaban, entre otras cosas, una fotografía que le sacaron del bolsillo a Mamdani, donde aparece, sonriente, con funcionarios de La Habana en Naciones Unidas el pasado año. A muchos cubanos también se les eriza la piel cuando el político cita al socialista Eugene V. Debs o a Martin Luther King Jr., de quien a cada rato agarra una frase de su discurso pronunciado en 1961: “Llámalo democracia o llámalo socialismo democrático. Tiene que haber una mejor distribución de la riqueza para todos los hijos de Dios en este país”.
Isabel Anreus, hija de un emigrante cubano que llegó a Estados Unidos en 1960, y que ahora vive en Brooklyn como maestra, está en desacuerdo con los que ven a Mamdani como un “comunista totalitario”. “No es radical querer vivir en una ciudad asequible”, insiste. “Mamdani está guiando a los neoyorquinos hacia un siglo XXI lleno de dignidad y transparencia, hacia un futuro en el que finalmente podemos creer”.
La joven cubanoamericana fue protagonista de un video de Latinos por Zohran, en una ciudad donde unos 1,7 millones de los aproximadamente 3,2 millones de latinos tienen derecho a votar. Una encuesta de la Federación Hispana reveló días antes de la elección que el 48% de los latinos registrados votaría por Mamdani, frente al 24% que lo haría por Andrew Cuomo y el 14% por Curtis Sliwa. Entre sus mayores preocupaciones, estaban el costo de la vida, el acceso a la vivienda y la seguridad. A ello se suma también el miedo de una comunidad que está sintiendo el peso de las políticas migratorias de Donald Trump, y a la que Mamdani no solo le ha hablado en español, sino que le ha dicho que la ciudad no será la pasarela del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas.
Socialismo, el concepto que secuestró el castrismo
Cuando, durante su campaña, Mamdani estaba centrado en la política neoyorquina, el país le exigía que, si aspiraba a ser el alcalde de una de las principales ciudades del mundo, encauzara su discurso y se ocupara de temas más allá de la Gran Manzana. Así que, arrimándolo contra la pared, casi lo obligaron a pronunciarse sobre los regímenes de Cuba y Venezuela, países que evidentemente no solo quedaban lejos de su casa en Queens, sino de su conocimiento.
En el estreno del pódcast The Moment, Jorge Ramos y su hija Paola entrevistaron a Mamdani, le alertaron del temor que provocaba que se autodefina como un “demócrata socialista” y le pidieron que opinara sobre el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel y el venezolano Nicolás Maduro, de quienes quedó claro que Mamdani sabía muy poco. Sobre el primero dijo: “No he pensado mucho en Miguel Díaz, para ser honesto contigo. Pienso principalmente en estos cinco condados y cómo podemos realmente ofrecer asequibilidad a los neoyorquinos”.
Era lo poco que podía decir. Cuba ha ido perdiendo importancia en el tablero político del mundo. La Revolución cubana se apropió del concepto de socialismo, lo adaptó a su medida, cautivó el imaginario colectivo y acabó convirtiéndolo en un hueco negro al que pocos parecen querer asomarse. La isla que Castro primero declaró socialista, y luego comunista, vive hoy una profunda crisis que mantiene a su gente viviendo entre la escasez de comida, luz, agua y las necesidades más básicas.
Michael Bustamante, profesor de la Universidad de Miami y autor del libro Cuban Memory Wars, asegura que los políticos cubanoamericanos del Partido Republicano, y los republicanos en general, “se han convertido en expertos en instrumentalizar la acusación de ‘socialista’, usándola como arma discursiva para atacar cualquier propuesta que emane del Partido Demócrata, y ni siquiera de su ala más progresista”.
“Se le puede criticar a Mamdani muchas cosas, como su falta de experiencia, el costo de sus propuestas, que no facilitarán la construcción de viviendas, que es lo que realmente hace falta para bajar el costo de los alquileres. También se puede criticar al movimiento a favor del socialismo democrático en Estados Unidos de tener posiciones equivocadas o simplonas sobre la realidad en Cuba hoy, pero Mamdani nunca ha propuesto que el Estado tome control de casi todos los modos de producción de la economía de la ciudad, tal como ocurrió bajo el socialismo en Cuba” o eliminar elecciones multipartidistas, insiste Bustamante. “Insinuar que su elección como alcalde conducirá irremediablemente a una deriva hacia ‘el comunismo’ es, cuando menos, una ingenuidad, y en muchos casos, una deliberada manipulación”.
Alejandro Almaguer García, un cubano de 35 años, tocó más de 200 puertas buscando apoyo para la campaña de Mamdani, sobre todo en Harlem (Manhattan) y Jackson Heights (Queens). El hombre, que nació en la isla, entiende que la palabra “socialismo” genere rechazo en muchos, “porque la asocian con un modelo de gobierno autoritario y disfuncional”, opina. Sin embargo, dice, “el socialismo que propone Mamdani no implica que el estado lo controle todo, se refiere a un enfoque de gobierno orientado a garantizar derechos básicos, mejorar las condiciones materiales de la población y ser verdaderamente representativo de los intereses del pueblo, no solo de una élite económica”.
Aun así, García apunta que la mayoría de los neoyorquinos no votaron por Mamdani por ser socialista, “sino por su enfoque constante en el costo de la vida y su capacidad para comunicar cómo sus propuestas podrían aliviarlo”. “Su victoria también muestra que la palabra ‘socialismo’ ya no asusta tanto. De hecho, vemos cómo Trump evita usarla y prefiere decir ‘comunista’, porque ‘socialista’ ha perdido fuerza como insulto”.
¿Una nueva generación de cubanoamericanos?
Carlos Calzadilla-Palacio, por su parte, dice que no le tiene “miedo” a la palabra socialismo, sino a la de “dictadura”. “Mucha gente relaciona comunismo o socialismo con dictadura, pero nadie habla del fascismo”, dice. “La falta de democracia es el problema, y bajo la Administración de Trump, estamos viviendo algo mucho más parecido a lo que los cubanos vivieron en Cuba”.
Varios cubanoamericanos consultados por EL PAÍS coinciden en que la pérdida de temor por votar a un socialista parece ser algo generacional. Danny Valdés, copresidente del Grupo de Trabajo de Solidaridad con Cuba, de la organización Socialistas Democráticos de América (DSA) de Nueva York, cree que “la identidad política cubanoamericana está cambiando”. “Durante muchos años, las voces predominantes en nuestra comunidad fueron las de quienes abandonaron Cuba durante los primeros y los más dolorosos períodos de la Revolución. Sus experiencias son reales y siguen influyendo en la comprensión que muchos tienen de Cuba. Pero ya no son la única historia”.
La mayoría agradecen vivir en Estados Unidos, quieren ver una “Cuba libre” y no consideran que el embargo económico de Washington sea la solución a los problemas que por décadas ha creado el Gobierno de La Habana. Rechazan el status quo y, ante un sistema como el que viven, que los tiene con la soga al cuello económicamente y que humilla a diario a los comunidades a las que pertenecen, buscan una alternativa.
“Para muchos jóvenes, el socialismo no es una idea abstracta. Es simplemente el término que engloba las políticas que garantizan la dignidad básica: vivienda, salud, energía pública y una economía justa”, dice Valdés. “Los jóvenes cubanos que apoyaron a Mamdani responden a la realidad material en la que viven. Pero este cambio no se limita a los cubanoamericanos. Es generalizado entre los jóvenes estadounidenses que intentan construir sus vidas en un sistema que constantemente los empuja al límite. No se trata tanto de adoptar una nueva ideología, sino más bien de elegir la política que está dispuesta a luchar por la gente común. Los socialistas ofrecen eso, y los votantes responden”.