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Los cubanos de Florida, divididos tras nueve meses de Trump en el poder: “Actúa como Fidel”

La comunidad latina mayoritaria de ese Estado que votó masivamente por el presidente en las elecciones de noviembre se enfrenta como nunca antes a su propia tradición de respaldo de las políticas conservadoras

Migrante cubano muestra su apoyo a Trump en Miami, Florida.
Carla Gloria Colomé

Que USCIS (el organismo encargado de procesar solicitudes migratorias) preguntará a los vecinos del barrio y colegas de trabajo quién es elegible o no para la ciudadanía estadounidense, al estilo de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Que su gobierno arremete contra la comunidad LBTIQ+, como hicieron en Cuba con los homosexuales en los años sesenta. Que Donald Trump ha coqueteado con quedarse más tiempo en la Casa Blanca, y que Fidel Castro, de tanto que saboreó el poder, estuvo al frente del país por casi medio siglo. Que el primero ya ha destinado esfuerzos al ataque ideológico y contra la libertad de expresión, algo que el segundo anuló por completo. Que uno adora lo que el otro hizo su fe: la exaltación, el control máximo, un mar de fanáticos y la certeza de que no hay motivo por el que se les deba tildar de dictadores.

Son, entre otras, las razones por las que a Carlos Icaza, un peluquero cubanoamericano de 63 años —casi la edad de la Revolución— que sabe bien lo que es un dictador, le parece inconcebible que gran parte de su comunidad en Estados Unidos aún defienda al republicano. “Los cubanos nunca han sabido lo que es una democracia”, asegura. “Necesitan de un hombre que les diga lo que tienen que hacer”.

No es el único que lo piensa. A Daimarys Hernández, una manicura cuyo esposo está a punto de ser deportado desde el centro de detención de Krome, en Florida, le parece mentira que su gente “no entienda cómo actúa un dictador”. “Los mismos cubanos que llevan años aquí no se dan cuenta de que Trump actúa como mismo lo hizo Fidel”, dice.

Nueve meses después de una elección donde los cubanoamericanos de Florida le dieron el 68% de los votos a Trump —un tiempo en que los llegados de la isla no han estado exentos de las deportaciones, autodeportaciones, denegación de asilos políticos, encierro en centros de detención y miedo a lo que pueda sucederles cuando van al trabajo o la escuela, o cuando entran o salen del país— Jorge Duany, ex director del Instituto de Investigaciones Cubanas y profesor de Antropología en el Departamento de Estudios Globales y Socioculturales de la Universidad de la Florida (FIU), considera que hasta hoy no hay suficiente evidencia de que los votantes hayan cambiado su preferencia por el actual gobernante estadounidense.

“Las encuestas disponibles muestran que la mayoría de los votantes en las últimas elecciones presidenciales votarían de la misma manera si las elecciones fueran hoy”, sostiene.

Jessica Ruiz, sin embargo, ya no entra en ese grupo. No le daría ahora el voto que ayudó a Trump a volver a la Casa Blanca el pasado 20 de enero. “Voté con la esperanza de que su Administración trajera mejoras reales en la economía, más oportunidades de trabajo y un futuro más estable para nuestras familias”, dice. “Pero con el paso de los meses mi experiencia ha sido muy distinta a lo que esperaba. En lugar de sentir más seguridad y progreso, he visto un ambiente de división, decisiones que no siempre favorecen al trabajador común y una economía que no se ha sentido tan sólida como prometía. Hoy, con la claridad que me da la experiencia, puedo decir que si tuviera la oportunidad de retirar mi voto, lo haría”.

A simple vista, Florida es el mismo sitio que les dejó Joe Biden en enero. Los cartones de huevos están igual de caros. La gasolina no ha bajado el precio. El de la renta sube por día. Eran los asuntos que les ocupaban a los cubanoamericanos y por los que se jugaron la vida en las elecciones de noviembre, un momento donde —a diferencia de otros años en que la política hacia Cuba direccionó su voto— les preocupaba más la economía del país, según develó la encuesta de FIU. Aun así, Trump “no ha cumplido con sus promesas de revigorizar la economía”, dice Guillermo Grenier, sociólogo de la FIU, quien está al frente de dicha encuesta. “La economía está mucho peor ahora que cuando Biden terminó su mandato”. Grenier insiste en que ese hecho no significa que la comunidad “se sienta defraudada”, ni asegura “una salida generalizada del trumpismo o del Partido Republicano”.

No obstante, más allá del precio de la gasolina, los huevos y la renta, Florida hoy también es un lugar muy diferente al de hace meses. En el Aeropuerto Internacional de Miami, varios cubanos ya han recibido advertencias o amenazas de retirarles sus tarjetas de residencia cuando viajan a Cuba. Otros han sido detenidos por agentes de ICE a la salida de la corte de inmigración. No faltan las familias divididas, donde el tío que votó por Trump tiene al sobrino a punto de ser deportado. En tan solo ocho días, les levantaron en el patio trasero la cárcel más temida de la era Trump, Alligator Alcatraz, donde varios cubanos han terminado padeciendo la pesadilla de los mosquitos, la falta de comida y la pésima higiene del lugar.

Nada de esto, según los locales, les había sucedido antes. Pero así como algunos están decepcionados, en el Estado del Sol hay quien también profesa la religión del sálvese quien pueda. Hace unos días, a Daimarys le llegó una clienta para un arreglo de mano y pies. “Me dijo: ‘que deporten a todos los que no tengan papeles’”. Daimarys se le enfrentó: “¿Por qué razón hablas así? ¿Porque tienes papeles? Son ilegales porque no tienen las posibilidades que tuvimos nosotros los cubanos. Pero esa gente viene acá a hacer el trabajo que ni mis hijos ni los tuyos, que nacieron aquí, van a hacer”.

“Nunca imaginé que, al salir de Cuba, iba a vivir lo que se está viviendo aquí”

Varias son las medidas que el gobierno de Trump, de la mano de su Secretario de Estado, el cubanoamericano Marco Rubio, ha dictado en los últimos meses con el fin de asfixiar a La Habana. Esa fue, y siempre ha sido, otra de las razones del voto cubano de Florida. Pero lo cierto es que Cuba no está en el centro de las conversaciones del Despacho Oval, ni Trump da millones por la cabeza de Miguel Díaz-Canel como los da por la de Nicolás Maduro, ni ha logrado satisfacer el añejo anhelo de tumbar la dictadura.

Protesta ‘No Kings’ contra Trump en Miami, Florida el 14 de junio.

Los cubanos, que protagonizaron un éxodo de casi dos millones de personas en los últimos años, no pierden la esperanza de irse al norte. Según un estudio del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), el 78% de los entrevistados aún quiere emigrar, en medio de una crisis que ha alcanzado todos los niveles y sectores. Por los beneficios que por años recibió la comunidad, la mayoría prefiere a Estados Unidos como destino, aunque las posibilidades de llegar ahora son casi nulas, en medio de una campaña nacional de expulsiones.

El panorama en los últimos meses para la comunidad cubana es el siguiente: 4.248 deportados a la isla, la mayor cifra de todos los tiempos. Cubanos enviados a Sudán del Sur o Esuatini, en África. Otros entregados a las manos de las autoridades mexicanas. Un total de 42.084 en el país con orden final de deportación. Reunificaciones familiares interrumpidas por el “travel ban” que afecta las reclamaciones de parte de los residentes, así como las visas de negocios o estudiantes. Una polarización de orilla a orilla: ex militantes de organizaciones comunistas prohibidos de viajar a Estados Unidos, y desde Miami una cacería declarada a represores castristas para que sean deportados.

Un saldo, además, de casi 550.000 cubanos sin la posibilidad de convertirse en residentes legales, afectados por estatus como el de I-220 B u orden de deportación; por el de I-220 A o permiso de libertad bajo supervisión, o por la eliminación del parole humanitario o la aplicación CBP One, que los ha dejado lidiando con la expiración de permisos de trabajo o licencias de conducción.

La abogada de inmigación de Florida Liudmila Marcelo asegura que, quizás como nunca antes, la “situación para los cubanos está casi igual que para el resto de los inmigrantes” en el país, con la salvedad de que algunos pueden aún transitar el camino hacia la Ley de Ajuste, como los beneficiarios de Parole o CBP One. “Ahora bien, eso no quiere decir que estos dos grupos de cubanos están totalmente a salvo”, aclara. “Se están reportando detenciones de cubanos que entraron bajo esta categoría. Me han contactado familiares de algunas personas que han sido detenidas simplemente por una parada de tráfico”.

Marcelo también asegura que el número de asilos ganados en la comunidad “sigue siendo menor que el número de asilos denegados”. Varios han sido los opositores de larga data o los manifestantes de la protesta masiva del 11 de julio de 2021 en Cuba que tuvieron que salir huyendo de las largas condenas impuestas por el gobierno de Miguel Díaz-Canel y que, una vez en Estados Unidos, el juez no considera que tengan motivos suficientes para brindarles una protección. “Frustra muchas veces que casos bien fundamentados no sean evaluados en las cortes del modo que se merecen”, sostiene la letrada.

Yaquelín Boni, una cubana de 59 años miembro del grupo opositor Damas de Blanco, que salió de la isla tras el encarcelamiento de uno de sus hijos por motivos políticos, ahora tiene a otro de sus hijos en manos del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE). Lo que ha visto en esta segunda Administración de Trump le ha hecho rechazar la posibilidad de naturalizarse. “Ya no me interesa ser ciudadana”, dijo desde West Palm Beach, donde vive. “Yo no voy a jurar una bandera para esto... Nunca me imaginé que, al salir de Cuba, iba a vivir lo que se está viviendo aquí”.

En medio de un clima inestable, uno de los debates más calurosos de los últimos días lo ocupa las interrogantes alrededor de la Ley de Ajuste Cubano, aprobada por el Congreso en 1966 y que desde entonces ha garantizado el camino de los cubanos a la regularización. Entre las opiniones de una comunidad dividida, están quienes cuestionan si tiene sentido hoy, cuando en el continente han aflorado otras dictaduras, o quienes relativizan la condición de refugiados o no de los emigrantes cubanos. También quien asegura que, una vez beneficiados con este tipo de ley, los cubanos deberían dejar de visitar la isla de la que se fueron huyendo. Otros insisten en que nada los detendrá de volver a los brazos de la familia. Detrás de unos y otros, hay un sentimiento común: el miedo a perder una política que los ha amparado durante décadas.

No obstante, la abogada Marcelo asegura que este miedo es parte del temor general en medio de la cruzada anti inmigrante en el país. “Es un modo de sembrar el pánico y de reunir adeptos para campañas políticas locales”, sostiene. La letrada afirma que, aunque hay otros factores que pueden atentar contra la obtención de la residencia como “el elemento discrecional” de parte del oficial USCIS, quien evalúa el comportamiento de la persona durante un año, para la Ley de Ajuste “no hay un peligro inminente de su eliminación”. “Esta ley está blindada. Sólo el anuncio de elecciones libres y democráticas en Cuba y un consenso del Congreso pueden derogarla”.

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Sobre la firma

Carla Gloria Colomé
Periodista cubana en Nueva York. En EL PAÍS cubre Cuba y comunidades hispanas en EE UU. Fundadora de la revista 'El Estornudo' y ganadora del Premio Mario Vargas Llosa de Periodismo Joven. Estudió en la Universidad de La Habana, con maestrías en Comunicación en la UNAM y en Periodismo Bilingüe en la Craig Newmark Graduate School of Journalism.
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