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La justicia de Estados Unidos pretende borrar la imagen pacífica de El Mayo Zambada

Los fiscales responsabilizan al capo de la guerra que cobró miles de vidas en Ciudad Juárez en los años 2000 y apuntan a la inmensa fortuna del líder del Cártel de Sinaloa

Mayo Zambada
Ismael Mario Zambada, en una fotografía sin fecha.Reuters
Luis Pablo Beauregard

Ismael El Mayo Zambada iniciará esta semana su batalla contra la justicia de Estados Unidos. El capo de 76 años del Cártel de Sinaloa está llamado a comparecer este miércoles frente al tribunal federal de El Paso (Texas) para responder a los cargos que se le formulan. Los fiscales se han preparado durante años para este momento. La acusación apunta a que el capo fue el gran corruptor y generador de violencia en la frontera, el responsable de una ola de homicidios que hizo de Ciudad Juárez una de las urbes más inseguras en el mundo durante la década de los 2010.

Existen aún dudas de la forma como Zambada llegó el jueves a Estados Unidos. Su presencia en la ciudad fronteriza de El Paso ha puesto en guardia a las autoridades en ambos lados de la frontera. Maru Campos, la gobernadora de Chiahuahua, ha pedido a la población estar alerta por si las detenciones provocan un repunte en la violencia. “¿Por qué estar preparados? Porque no sabemos muy bien qué sucedió y puede haber una respuesta de los grupos criminales tras una entrega o una traición”, aseguró este lunes Gilberto Loya, el director de Seguridad Pública de la entidad.

La acusación formulada por los fiscales en Texas acusan a El Mayo Zambada de ser un generador de la violencia. De acuerdo con los cargos, el capo habría confiado sus operaciones en Juárez a peligrosas bandas criminales que tuvieron una fuerte presencia en la frontera entre Chihuahua y Texas. Estos son Gente Nueva, los Artistas Asesinos y la pandilla de los Mexicles. La facción de Zambada apoyó a estos grupos con dinero y armamento en la guerra contra sus rivales, el cartel de Juárez y su líder Vicente Carrillo Fuentes, el hermano de El señor de los cielos.

La disputa entre estos grupos provocó una fuerte ola de violencia en Ciudad Juárez a inicios de los años 2000. “Los asesinatos involucraban una violencia extrema y la exhibición pública de la víctima, lo que incluía la mutilación o desmembramiento del cuerpo en un acto ritual”, aseguran los fiscales en la acusación revisada por EL PAÍS. La crisis se ensañó especialmente con el lado mexicano. La urbe registró durante 2007 un homicidio diario, en promedio. Dos años después, la media era de 7,5 asesinatos al día, cerrando 2009 con más de 2.700 homicidios dolosos. El récord, sin embargo, se rompió en 2010, con 3.600 asesinatos, casi 10 al día en una ciudad de 1,3 millones de personas. Mientras esta sangría se desarrollaba, El Paso era uno de los lugares más seguros del mundo.

La justicia estadounidense pretende borrar la fama que Zambada tiene de capo tranquilo que repudia la violencia. El documento vincula al narcotraficante con la orden de asesinato de por lo menos tres personas. La primera era un miembro del cártel, quien perdió 300 kilos de marihuana en un decomiso realizado por autoridades en la localidad de Sierra Blanca (Texas) en agosto de 2009. El traficante fue secuestrado en territorio estadounidense, en la ciudad de Horizon City, y llevado a México, donde se ordenó su ejecución. “En septiembre de 2009 el cuerpo mutilado fue encontrado en Juárez, donde había sido golpeado y estrangulado y sus manos habían sido cortadas y colocadas sobre el pecho como mensaje para aquellos que pensaran en robar al cártel”, aseguran los fiscales.

El documento relata otro caso en el que Zambada pidió vengarse de sus rivales del Cártel de Juárez. En mayo de 2010, exigió el secuestro de R.M.V., un residente en Columbus, Nuevo México. Este fue raptado en una boda celebrada en Ciudad Juárez. Los sicarios de El Mayo se llevaron de la fiesta a tres hombres, que fueron torturados y asesinados. Los cuerpos fueron encontrados por la policía en una camioneta días después.

Un capo milmillonario

El juicio que se llevó contra Joaquín El Chapo Guzmán en Nueva York reveló el rol de Zambada como el gran corruptor. Las autoridades aseguran que los dos líderes obtuvieron recursos por la importación y distribución de “miles de kilogramos de cocaína y marihuana” a Estados Unidos. Washington planea incautar a Zambada al menos 14.000 millones de dólares en dinero y propiedades compradas mediante el blanqueo. Este supuesto patrimonio, que aparece citado en la causa contra Zambada en Nueva York, sería suficiente para colocarlo entre las 200 personas más ricas del mundo.

“El cártel utilizó la corrupción como uno de sus medios para lograr sus metas”, señalan los fiscales en el documento del Distrito Este de Nueva York. El caso es presidido por el juez Brian Cogan, el mismo que condenó a Guzmán Loera a purgar una cadena perpetua más 30 años en la prisión de máxima seguridad de Colorado.

Además de sicarios, El Mayo se aseguraba de tener en su nómina a autoridades. La acusación afincada en Texas afirma que comandantes de la Policía estatal de Chihuahua y de la municipal de Ciudad Juárez en realidad trabajaban para el capo. Estos sabían donde se almacenaban los “miles de kilos de cocaína” en bodegas a la espera del mejor momento para cruzarlo en tráileres a Estados Unidos. Los vehículos hacían el camino de vuelta a México cargados de “cientos de armas” y millones de dólares de las ganancias de las ventas.

Mientras Zambada aguarda su destino en una prisión de texana, Joaquín Guzmán López, quien parece ser responsable de la caída de El Mayo lo hace en Chicago. El hijo de El Chapo Guzmán debe comparecer ante el tribunal que lleva el proceso a sus hermanos Iván Guzmán Salazar, de 40 años; Alfredo Guzmán Salazar, de 37 años; y Ovidio Guzmán López, de 33, quien ya está detenido. Si Guzmán López se declara culpable este martes de los cargos de tráfico de cocaína, heroína y metanfetaminas podría dar claves de que su defensa trabaja en un acuerdo judicial con el Departamento de Justicia.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.
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