El Gobierno propone blindar a los actores contra la inteligencia artificial
El borrador del Estatuto del Artista especifica que no se podrá usar la imagen o voz de los profesionales sin su autorización para entrenar sistemas automáticos
El Gobierno quiere que el trabajo de los actores y actrices no se pueda usar para entrenar sistemas de inteligencia artificial (IA) sin su consentimiento. Así lo especifica el borrador del Estatuto del Artista, al que ha tenido acceso EL PAÍS, y que está siendo negociado por el Ministerio de Trabajo con los representantes del sector, así como con Cultura. El documento establece también que, en caso de autorizar el uso de su imagen por terceros, “el citado pacto dará derecho a la persona artista a percibir, por ello, una compensación económica expresa”.
Tal y como está redactado ahora mismo, el Artículo XX del citado borrador dice que, “salvo pacto en contrario, formalizado por escrito en el contrato de trabajo, no se deducirá de la naturaleza u objeto de este, ni formará parte de la actividad contratada, la utilización por la empresa o su cesión a terceros, de la propia imagen de la persona artista o de los resultados de su actividad artística con fines de entrenamiento de sistemas de inteligencia artificial, ni para su réplica, imitación o generación de contenido a través de dichos sistemas”.
La regulación de la IA en el ámbito cultural es uno de los temas peliagudos que rodean tanto el Estatuto del Artista como el real decreto en el que trabajaba Cultura sobre licencias de IA generativa, a cuya tramitación renunció en enero al no contar con el apoyo del sector. Paralelamente a los avances y retrocesos de la Administración en la regulación de esta tecnología, los actores de doblaje, especialmente expuestos a la IA, han promovido la inclusión de una cláusula en sus contratos que especifica que su trabajo no puede ser empleado para entrenar estos sistemas.
Las voces sintéticas, igual que los chatbots de texto como ChatGPT o los generadores de imágenes tipo Midjourney, necesitan un amplio archivo de ejemplos para entrenar sus algoritmos. Para que las voces emitidas por máquinas suenen creíbles, deben tratar de emular las emociones humanas, y eso se consigue procesando pistas de una misma voz diciendo frases que transmitan alegría, hastío, terror, premura, etcétera. De ahí el temor legítimo de que se use el material entregado por estos profesionales para entrenar una voz artificial que, en un futuro, podría acabar sustituyendo al propio actor. Lo mismo pasa con la gestualidad de los actores: los vídeos de su interpretación se pueden usar para entrenar modelos que perfeccionen los movimientos de recreaciones 3D, que ya son capaces de presentar en pantalla de forma convincentemente versiones rejuvenecidas de actores mayores o incluso fallecidos.
Una negociación larga
La idea de elaborar un Estatuto del Artista surgió en 2018. El objetivo: actualizar el Real Decreto de 1985 que rige hasta ahora en esta actividad. Una subcomisión del Parlamento aprobó un documento de trabajo que ha sido la base sobre la que trabajar y que buscaba reconocer y regular un trabajo con variaciones de remuneración y contractuales mensuales o incluso semanales y en el que se intercalan periodos de alta actividad con otros de paro. Aquel informe marcó 75 puntos y unas 60 medidas concretas, varias de las cuales ya están en vigor: la compatibilidad entre percibir la pensión y rendimientos por actividades artísticas de cualquier tipo; una prestación por desempleo que exige menos días cotizados; o un nuevo contrato laboral artístico.
La negociación del Estatuto encalló el año pasado por cuestiones fiscales, laborales y de cobertura sanitaria (rebajas y deducciones en el IVA e IRPF y reconocimiento de enfermedades laborales específicas, como la afonía). Según ha dicho hoy en sede parlamentaria la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, las negociaciones sobre el Estatuto están avanzando adecuadamente. Díaz confía en lograr pronto “un acuerdo con el sector”.