Trump contra Biden: cómo evitar que las redes sociales vuelvan a ser un problema como en 2016
Las principales plataformas se han tomado en serio la desinformación durante las elecciones estadounidenses de 2020
Hace justo cuatro años las redes sociales apenas eran noticia. Antes de las elecciones, la victoria de Hillary Clinton parecía clara y Facebook era sobre todo un modo más de compartir información. Había posts controvertidos, pero nada parecía muy polémico. Entonces sucedió lo inimaginable: ganó Donald Trump. Fue el punto de inflexión definitivo para las redes y el nacimiento de las fake news.
Las tendencias de Google demuestran que a principios de aquel mes de noviembre emergieron las fake news como concepto. Dos días después de las elecciones, Mark Zuckerberg, fund...
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Hace justo cuatro años las redes sociales apenas eran noticia. Antes de las elecciones, la victoria de Hillary Clinton parecía clara y Facebook era sobre todo un modo más de compartir información. Había posts controvertidos, pero nada parecía muy polémico. Entonces sucedió lo inimaginable: ganó Donald Trump. Fue el punto de inflexión definitivo para las redes y el nacimiento de las fake news.
Las tendencias de Google demuestran que a principios de aquel mes de noviembre emergieron las fake news como concepto. Dos días después de las elecciones, Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, compareció en una conferencia tecnológica: “Personalmente creo que decir que las fake news en Facebook, que son una parte muy pequeña del contenido, influyeron en la elección es una idea bastante loca”, dijo. Es una de las declaraciones que más le han perseguido estos años. No era, claro, una idea loca. Solo semanas después Facebook creó su iniciativa para colaborar con fact-checkers en todo el mundo. Desde entonces, Facebook ha ido tomando medidas para lograr algo casi imposible: encontrar el punto de equilibrio perfecto entre qué se puede decir y qué no en Facebook. El sinfín de ejemplos lo convierte en una labor bizantina: hace unos días por ejemplo prohibieron negar el holocausto, pero esta prohibición no afecta a otros genocidios.
Las elecciones de 2020 son un gran examen. De momento, Facebook no solo ha sobrevivido, sino que ha seguido creciendo. Aunque no es la única red, su rol preeminente es indiscutible, porque además es propietaria de Instagram y WhatsApp. El resultado de las elecciones afectará al juicio colectivo sobre las redes. Si ganan Biden y los demócratas, como en las elecciones de 2018 a medio mandato, los grandes medios apenas buscarán culpables. Pero es difícil prever qué camino tomará Trump y los derrotados.
Si en cambio gana Trump, volverán las preguntas de 2016. ¿Qué fuerzas ocultas han hecho que las encuestas no acierten de nuevo? Cambridge Analytica ya no servirá como gran metáfora. Ha quedado todo en humo, tal como certifica un informe reciente del Parlamento británico. El problema con los anuncios en 2016 fue que la campaña de Trump se tomó en serio la micropersonalización que ofrecía Facebook: “Mucha gente en Facebook sabe que la campaña de Trump tocaba la plataforma como si fuera un Stradivarius mientras que el equipo de Clinton la golpeaba como una pandereta rota”, escribe el periodista Steve Levy en el último gran libro sobre la compañía.
Facebook tiene una capacidad muy perfeccionada de encontrar a usuarios que se parece a la gente que ya sabes que te vota: permite ver qué tipos de mensajes funcionan mejor entre miles de variantes. Si vuelve a ganar Trump, esa precisa capacidad de personalizar con anuncios, que es el corazón de la plataforma y sus beneficios, quizá se vería acosada. También la falta de transparencia con los algoritmos y qué promueven en el feed de cada usuario.
Las plataformas ha tomado todo tipo de precauciones vinculadas a las elecciones. “Hay un consenso creciente entre las redes sociales, por ejemplo Facebook, Twitter y Youtube de que la desinformación relacionada con las elecciones requiere una atención especial”, dice un informe de esta semana del Election Integrity Project, formado por un grupo de organizaciones dedicadas a la desinformación. En su investigación comparan la preparación de cada plataforma para las elecciones y cómo las han ido actualizando en las ocho últimas semanas para ajustarse mejora las necesidades que surjan: “De las 15 plataformas revisadas, hemos visto actualizaciones en sus políticas sobre elecciones en las que ya las tenían, con la excepción de Snapchat: Facebook (e Instagram), Twitter, YouTube, Pinterest, TikTok y [la red vecinal] Nextdoor”, dicen. Entre el grupo que no las tenía y por tanto prestan menos atención a moderar su plataforma ahora, están Parler, Gab, Discord, WhatsApp, Telegram, Reddit y Twitch.
Con los nuevos cambios, las políticas comunitarias se han vuelto documentos talmúdicos llenos de ases en la manga para sobrevivir ante cualquier escenario. Cuando EL PAÍS ha pedido a las plataformas principales que detallen las medidas para estas elecciones, la respuesta ha sido una caterva de enlaces a documentos y actualizaciones que a menudo se solapan y cuyo último sentido entiende solo quien las ha creado. Estos son algunos de los aspectos más destacados:
1/ El exceso de celo también es un problema. Las guerras para las que uno está mejor preparado son las guerras del pasado. En 2016, uno de los grandes acontecimientos de la campaña fue el hackeo ruso a la campaña de Hillary. Sus emails se distribuyeron por todas partes, sobre todo en los medios y las redes. Este año, apareció el presunto ordenador de Hunter Biden, el hijo del candidato demócrata, lleno de correos sospechosos. Lo publicó el New York Post y tanto Facebook como Twitter limitaron sus opciones de viralizar. Twitter llegó a impedir tuitear el link a la pieza. La red rectificó en 24 horas, pero no hicieron más que aplicar una de sus políticas sobre “material hackeado”. La cuenta del New York Post sigue cerrada a la espera de que el periódico borre el tuit original. Ahora, en cambio, si el día después de las elecciones aparece más material hackeado, está por ver cuál será la reacción de las redes.
2/ La desinformación sigue en todas partes. Aquí es donde se vuelve una labor fina la distinción entre categorías y castigos. No es lo mismo incitar a la violencia y el discurso de odio que mentir sobre cómo votar o sobre el candidato rival. Tampoco es lo mismo si lo hace el presidente. Cada una de estas acciones lleva ligada una posible etiqueta, una penalización algorítimica de menor visibilidad o la eliminación.
Si las redes toman sus decisiones con demasiada severidad, se les acusará de decidir demasiado y peligra su rol de plataformas independientes. Todas están mucho más atentos a posts de este tipo, pero es imposible abarcarlo todo. Más cuando la parte principal de la campaña por ejemplo para dudar del voto por correo emana del propio presidente. Es inevitable que sigan emergiendo posts virales llenos de información dudosa.
3/ Los anuncios son distintos. Twitter optó directamente por no permitir anuncios políticos. Facebook en cambio los acepta porque, dice, sería una desventaja para los políticos menores con poco presupuesto. Sin embargo, durante esta última semana impiden anuncios nuevos para que las campañas no lancen algo muy tramposo a 48 horas de las elecciones, cuando son más efectivos. Son distintas capas de protección. Esta nueva medida ya ha conllevado un montón de quejas sobre la falta de moderación de Facebook. Hay demasiados anuncios y son incapaces de comprobarlos todos. El director de campaña de Biden ya ha advertido de su malestar.
Facebook y Google crearon durante estos últimos cuatro años su biblioteca de anuncios para poder ver los tipos de mensajes que lanzan las campañas y cuánto se gastan. Es una herramienta que en España ha servido para encontrar campañas sospechosas. Pero el nivel de gasto y creatividad en Estados Unidos requiere una mayor capacidad de investigación. Los datos que Facebook da tampoco revelan el nivel de personalización que emplean las campañas.
4/ El día de las elecciones nada habrá terminado. Este es quizá el punto más grave e imprevisible. La gran novedad de este año es el desbarajuste que puede causar Trump durante el escrutinio, con los resultados en duda: más si durante el día circulan vídeos de supuestas destrucciones de votos, de cajas de papeletas, de ciudadanos a quienes no les funciona la máquina de votar o de supuestos hackeos. En días de tensión, la simple percepción de que algo malo ocurre basta para ponerlo todo en duda.
Las redes tienen preparados sus paneles, vinculados a las agencias Associated Press (Google) y Reuters (Facebook), para informar a los usuarios sobre qué se sabe en cada momento. El aumento del voto por correo y la lentitud al contarlo puede retrasar la declaración oficial de resultados en algunos Estados. Facebook no permitirá anuncios de declaraciones de victoria sin que esté confirmado. Los posts donde los candidatos se manifiesten irán acompañados de enlaces a los paneles. Si la victoria de un candidato no es holgada, será la elección más larga, también para las redes.
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