El cardenal de Lima llama a Cipriani y otros acusados de pederastia a “abandonar vanas justificaciones” y admitir “la verdad”
Carlos Castillo agradece el trabajo de los periodistas, apoya a las víctimas que denuncian y elogia las medidas disciplinarias del Papa
EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos...
EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.
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“Dado que, en los últimos meses, luego de serias y precisas investigaciones, existen personas e instituciones que se niegan a reconocer la verdad de los hechos y las decisiones tomadas por la Santa Sede, convocamos a todos a entrar en razón mediante un camino de conversión que implique abandonar las vanas justificaciones, el empecinamiento y el rechazo a la verdad”. Son palabras de una insólita dureza del arzobispo y cardenal de Lima, Carlos Castillo, que ha difundido hoy martes un comunicado de apoyo a las víctimas de pederastia del clero y a los periodistas que destapan estos casos. Sale así al paso de la gran polémica creada en Perú por el escándalo de su predecesor, Juan Luis Cipriani, destapado por EL PAÍS.
Este diario desveló el sábado que Cipriani, arzobispo de Lima de 1999 a 2019 y el primer cardenal del Opus Dei, fue obligado a retirarse por el Papa en 2019 tras ser acusado de abusar de un menor en 1983. Francisco, además, le ordenó salir del país y le prohibió llevar símbolos cardenalicios y hacer declaraciones públicas. No obstante, el 7 de enero regresó a Lima para recibir la medalla al mérito del ayuntamiento, entregada por el alcalde, Rafael López Aliaga, también miembro del Opus Dei.
Cipriani reaccionó a la noticia con una carta en la que se declaraba inocente, decía que los hechos eran falsos y atacaba al Papa por haberle sancionado “sin haber sido escuchado “. El Vaticano, en cambio, confirmó al día siguiente la información de este periódico y le recordó a Cipriani que el castigo seguía en vigor. El cardenal Castillo, que sustituyó a Cipriani en el cargo, ha seguido el correctivo de la Santa Sede con este duro comunicado, mientras la Conferencia Episcopal Peruana sigue guardando silencio.
Castillo ha hablado en alusión a Cipriani, pero también a todos los acusados en otro gran escándalo de pederastia, el del Sodalicio. Es un poderoso e influyente grupo ultracatólico, inspirado en la Falange Española y con rasgos de secta, que acaba de ser disuelto por el Papa. También hay acusaciones de abuso físico, psicológico y de autoridad, además de una compleja trama de corrupción financiera.
Los dos periodistas que destaparon el caso en 2015, Paola Ugaz y Pedro Salinas, han denunciado campañas de acoso y amenazas, además de no haber recibido nunca apoyo de la Iglesia. Esta es la primera vez que un prelado peruano salda esa deuda, pues las siguientes palabras de Castillo también son para ellos, después de que el Papa les ha dado la razón: “No puedo dejar de agradecer la positiva labor de varios periodistas que han venido colaborando en la protección de las víctimas”.
En el comunicado, Castillo ha saludado el trabajo del Vaticano: “Valoramos la enorme y esforzada labor que la Santa Sede y, en particular, el Santo Padre Francisco, ha venido y viene realizando para prevenir, investigar y sancionar los delitos de abuso de conciencia, espiritual, sexual y de poder dentro de la iglesia”. También ha expresado su “apoyo, colaboración y solidaridad para ejercer la justicia en la Iglesia y de acoger y proteger a las víctimas”.
Sobre las denuncias de pederastia, Castillo ha mencionado que “todo ser humano ultrajado es un clamor de Dios para esforzarnos personal y eclesialmente en acoger y acompañar”. Ha agregado que es necesario “detener y sancionar las agresiones, usando los medios adecuados y justos, y comprometernos en su protección, defensa, restablecimiento y reparación”.
La acusación ha dividido a los seguidores de la Iglesia en Perú. El alcalde López Aliaga, por ejemplo, se pronunció tras la denuncia a través de su cuenta en X: “Reitero mi apoyo y agradecimiento al cardenal Cipriani a quien conozco perfectamente desde hace muchos años”, escribió.
La acusación a Cipriani, quien tiene 81 años, data de 1983 cuando la víctima, que pidió no ser identificada, tenía entre 16 y 17 años. El denunciante, que lo acusó por tocamientos, caricias y besos, escribió en 2018 una carta a Francisco que envió a través de Juan Carlos Cruz, quien se había distinguido en la lucha de las víctimas chilenas para denunciar el escándalo. El Papa encargó el caso a un jesuita de una parroquia de Lima, quien recabó más información. La víctima, luego, sufrió acoso por parte de conocidos y familiares vinculados al Opus Dei para que se retractara.
Los hechos, según escribió la víctima, se dieron en un centro para estudiantes del Opus Dei en Lima. “Me confesé con él cada semana o dos semanas durante más de un año. Eran confesiones muy duras”, relata en la carta. “Yo estaba arrodillado frente a él, entre sus piernas. Cuando me tenía totalmente demolido emocionalmente me abrazaba. Eran abrazos largos, incómodos. Luego pasó del abrazo a meter la mano debajo de mi polo, por la espalda y la sobaba por largo rato. Después metía la mano, levantando el buzo, acariciando mis glúteos. Machucaba mis nalgas y me decía ‘esos jamones’. Todo esto era ya muy incómodo. Yo ponía mis manos entre él y yo para que no avanzara más”, continúa.
En los últimos años, Cipriani ha sido una figura controvertida en Perú por su postura frente al caso Sodalicio, pues ignoró a las primeras víctimas que fueron a denunciar los abusos al arzobispado de Lima en 2011. Por otro lado, ha sido cuestionado por su amistad con el dictador Alberto Fujimori y por callar ante la violación de derechos humanos durante el conflicto entre el Estado y el grupo terrorista Sendero Luminoso. También por sus opiniones e ideas en contra de la unión civil y del aborto en caso de violación.