Uno de cada 20 adolescentes asegura haber intentado suicidarse

Casi el 21% de los jóvenes entre 11 y 18 años ha deseado estar muerto, alrededor del 17% ha tenido ideas de quitarse la vida y el 7,5% lo ha planificado, según el estudio PsiCE, elaborado por la Psicofundación y el Consejo General de la Psicología de España

Un chico sentado en el suelo, con las manos en la cabeza, en actitud triste, en una foto de archivo. Khaosai Wongnatthakan (Getty Images)

El 4,9% de los adolescentes españoles de entre 11 y 18 años ha intentado quitarse la vida, casi el 21% ha deseado estar muerto, alrededor del 17% ha tenido ideas de suicidarse y el 7,5% incluso lo ha planificado en algún momento. Además, un 5,4% tendría riesgo “elevado” de conducta suicida. Estas son algunas de las inquietantes conclusiones del estudio PsiCE (Psicología en Contextos Educativos), elaborado por la Psicofundación y el Consejo General de la Psicología de España, pa...

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El 4,9% de los adolescentes españoles de entre 11 y 18 años ha intentado quitarse la vida, casi el 21% ha deseado estar muerto, alrededor del 17% ha tenido ideas de suicidarse y el 7,5% incluso lo ha planificado en algún momento. Además, un 5,4% tendría riesgo “elevado” de conducta suicida. Estas son algunas de las inquietantes conclusiones del estudio PsiCE (Psicología en Contextos Educativos), elaborado por la Psicofundación y el Consejo General de la Psicología de España, para “desentrañar y analizar” el estado de la salud mental y el nivel de bienestar psicológico de los alumnos en centros escolares de Asturias, La Rioja, Galicia, Murcia, Andalucía, Valencia, Madrid, y Castilla La Mancha.

Presentado este jueves en Madrid por su investigador principal, Eduardo Fonseca, y la coordinadora general de la investigación, Pilar Calvo, se trata del mayor estudio realizado en España sobre salud mental infantojuvenil y eficacia de las intervenciones psicológicas en contextos escolares. En él participaron un total de 8.749 adolescentes, con edades comprendidas entre los 11 y los 18 años, aproximadamente el 10% de los cuales había “pensado seriamente” en terminar con su vida en las últimas dos semanas antes de ser encuestado.

Así lo ha precisado Fonseca, que también ha señalado que el 12% de la muestra manifestó problemas emocionales y conductuales de cierta gravedad, el 6% informó de “síntomas graves de depresión” y hasta un 26% presentó “síntomas de depresión de intensidad moderada”.

Ansiedad

Tras recordar que en 2021 en España se suicidaron 4.003 personas, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), y se incrementó la tasa de conducta suicida en jóvenes, Fonseca ha explicado que el 14% de los encuestados refirió “síntomas de ansiedad graves”, mientras que el 20% informó de “síntomas de ansiedad moderados”. Además, ha alertado de que las mujeres indicaron mayores dificultades de tipo emocional, ansioso y depresivo y de conducta suicida en comparación con los hombres.

Benjamín Ballesteros, director técnico y portavoz de la Fundación ANAR, que ayuda a niños y adolescentes en riesgo, dice, en conversación con este periódico, que las cifras no le sorprenden. “Son datos muy fuertes, pero desgraciadamente no me extrañan, porque coinciden con los nuestros. Tenemos un problema muy serio”. En 2022, ANAR atendió 4.554 casos de menores con conducta suicida, que engloba tanto la idea como la tentativa. De estos, 3.279 tenían ideas suicidas y 1.275, lo intentaron. En la última década, este tipo de consultas, precisa su portavoz, se han multiplicado por 35.

“A lo largo de estos años, nos hemos dado cuenta de que existen dos bloques de problemáticas: el 60,9% de los niños que nos llamaron eran víctimas de violencia (maltrato físico y psicológico intrafamiliar, acoso escolar, agresiones sexuales...), y el 27,4% sufrían trastornos de salud mental”, desglosa Ballesteros, que señala que “el principal predictor de la conducta suicida son las autolesiones”, relacionadas con los problemas de ansiedad, la tristeza o depresión y los trastornos de la alimentación.

Una asignatura pendiente

A juicio del Consejo General de la Psicología de España, los resultados obtenidos, tras casi dos años de trabajo, “parecen evidenciar una verdad incuestionable”: el hecho de que la salud mental de los jóvenes españoles, niños y adolescentes, “es una asignatura pendiente del sistema educativo, está empeorando y nuestros menores lo están pasando mal”.

En ese sentido, Fonseca ha precisado que los investigadores han tratado de “tomar una foto fija del estado de la cuestión en España” e implementar intervenciones psicológicas para prevenir dichos problemas en contextos educativos, además de mejorar u optimizar el ajuste emocional y social, los procesos de aprendizaje y el rendimiento académico. Todo ello, con el objetivo de “dotarles de herramientas y competencias socioemocionales para entender qué son las emociones”, además de suministrarles “habilidades de regulación y gestión” de las mismas.

A su parecer, “una forma de prevenir los problemas psicológicos es hablar de ello”, por lo que ha abogado por la “alfabetización emocional”, convencido de que “hablar de la conducta suicida de forma veraz y científica la previene” y de que “la primera línea de intervención es reducir el estigma y tabú hablando de ello lejos del sensacionalismo”. “No se puede prevenir algo de lo que no se habla”, ha afirmado.

Problema incrementado con la pandemia

A la luz de estos resultados, Calvo ha alertado de que este problema se ha “incrementado” con la pandemia, cuando se han observado un aumento de autolesiones, riesgo de suicidio, ansiedad o depresión, lo cual, a su entender, supone “un desafío”, teniendo en cuenta, además, que la ansiedad y depresión, “interfieren en el proceso de aprendizaje y afectan significativamente al proceso de socialización”. “Si deseamos un sistema educativo en el que aprender y estar bien, hay que hacer algo”, ha sentenciado.

La experta ha recordado, además, que “los problemas psicológicos, concretamente los trastornos de ansiedad y de depresión, y la conducta suicida, se hallan entre las primeras causas de discapacidad asociada y carga de enfermedad a nivel mundial entre las personas jóvenes”. “Son uno de los principales desafíos a los que se tienen que enfrentar los sistemas familiares, educativos, sanitarios y sociales”, ha afirmado. Ha precisado que desde el punto de vista económico, la pérdida anual de capital humano por problemas de salud mental en personas de 0 a 19 años en el mundo es de 387.200 millones de dólares (357.600 millones de euros), de los cuales 304.200 (280.900) millones están relacionados con los trastornos de ansiedad y los trastornos depresivos, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

Además, ha subrayado que la mitad de los trastornos mentales comienza antes de los 18 años y el 35%, antes de los 14, y ha advertido de que los adolescentes “están clamando que los escuchemos, que estemos cerca para que puedan comunicar y compartir sus emociones” y, de este modo, “poder detectar problemas antes de que se vayan incrementando”.

En este punto, ha hecho hincapié en que, según la OMS, los centros educativos “son entornos especialmente idóneos para la promoción del bienestar psicológico” y ha reclamado medidas como “reforzar” la orientación educativa y profesional e incorporar profesionales de la psicología a contextos educativos para “atender” una “problemática” ante la que el profesorado “no está formado” y por la que las familias se encuentran “desorientadas y muy preocupadas”.

“Si se hace en el momento oportuno, podemos frenar cualquier problemática”, ha sentenciado, al tiempo que ha indicado que, según datos del curso 2020-2021, en centros públicos y concertados serían necesarios 7.000 psicólogos educativos y ha reconocido que espera que el estudio “lleve a la reflexión a la sociedad y a las administraciones”.

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