El cardenal Carlos Osoro, el hombre del papa Francisco en España, deja el cargo de arzobispo de Madrid

Su sustituto es José Cobo, hasta ahora obispo auxiliar en la capital, de ideología aperturista y comprometido con la lucha contra la pederastia en la Iglesia

El arzobispo de Madrid, el cardenal Carlos Osoro, durante la procesión de Corpus Christi de este domingo en Madrid.Fernando Sánchez (Europa Press)

El cardenal Carlos Osoro se retira a sus 78 años como arzobispo de Madrid después de que el Papa aceptase su renuncia, según un comunicado oficial de la Conferencia Episcopal Española (CEE) de este lunes. El Vaticano establece los 75 años como la edad obligada de jubilación para los prelados. El obispo, conocido popularmente como el hombre del papa Francisco en España, deja una de las diócesis más importantes —la que más feligreses tiene: 4,2 millones— tras nueve años en los que tuvo que enfrentarse al sector conser...

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El cardenal Carlos Osoro se retira a sus 78 años como arzobispo de Madrid después de que el Papa aceptase su renuncia, según un comunicado oficial de la Conferencia Episcopal Española (CEE) de este lunes. El Vaticano establece los 75 años como la edad obligada de jubilación para los prelados. El obispo, conocido popularmente como el hombre del papa Francisco en España, deja una de las diócesis más importantes —la que más feligreses tiene: 4,2 millones— tras nueve años en los que tuvo que enfrentarse al sector conservador de la Iglesia que asentó su antecesor en la capital, el cardenal Antonio María Rouco Valera.

Osoro fue nombrado arzobispo de Madrid en 2014, un año después de que Francisco fuera elegido pontífice, y poco después ya comenzó a palparse el descontento del ala derechista contraria a las reformas de Bergoglio y de las que era defensor. Muy famosa fue la pintada de hace unos años en la embajada vaticana en Madrid que rezaba “Osoro judas”, perpetrada por un grupo franquista porque el cardenal no impidió la exhumación del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos. Desde 2020 era vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española. Su sustituto, nombrado por Francisco, es José Cobo, hasta ahora obispo auxiliar de Madrid, de ideología aperturista y comprometido con la lucha contra la pederastia en la Iglesia. En sus primeras declaraciones durante una rueda de prensa este lunes, Cobo afirma sentirse “con vértigo y sobrecogido” y ha expresado que su vocación está enfocada a trabajar en los problemas sociales que viven los vecinos de su diócesis, especialmente en las periferias. “Puedo decir que espiritualmente y personalmente la mirada de los más pobres siempre me ha despertado y, como a cualquier cristiano, le marca profundamente su fe”, ha explicado. El inicio de su mandato como arzobispo al frente de la diócesis será el 8 de julio. Mientras, Osoro será al administrador temporal de la Iglesia de Madrid.

“Para mí, la Iglesia no es una palabra más. Es mi vida, mi pasión, es aceptar aquel reto de Jesús de ir por el mundo y anunciar el Evangelio. El lugar donde he recibido lo mejor de mi vida”, ha dicho Osoro durante la rueda de prensa con sabor a despedida. Ahora pasa a ser obispo emérito y, aunque se desliga de las funciones administrativas y del mando que tenía hasta ahora, podrá seguir asistiendo a las reuniones de la CEE hasta su muerte. De hecho, no ha anunciado si abandonará su cargo de vicepresidente en dicha institución, aunque no podrá volver a presentarse en las próximas elecciones en 2024. También, hasta que cumpla los 80, tiene el derecho a votar en un cónclave.

José Cobo Cano, nombrado arzobispo de Madrid en sustitución del cardenal Carlos Osoro.Borja Sánchez-Trillo (EFE)

Cobo ha aclarado a EL PAÍS que su objetivo es continuar con el modelo aperturista de Osoro. “Madrid es un cruce de muchos caminos. Es un enrejado de muchas cosas y tenemos grandes retos por delante. El reto de la migración es un reto fundamental del que no quieren que hablemos. Pero también está la brecha social, el tema de la soledad y la pérdida del sentido de la vida de tanta gente. Ahora mismo sí podemos dar una respuesta a eso”, explica en nuevo arzobispo, que hasta ahora ha sido uno de los consejeros más próximos de Osoro, con el que ha convivido y pasado el confinamiento durante la pandemia del coronavirus. El arzobispo cántabro pasa la mitra y el báculo a su delfín, y espera emplear su retiro en una casa de Madrid para rezar y escribir libros.

La carrera episcopal de Osoro comenzó en 1996, cuando Juan Pablo II lo nombró obispo de Ourense. En la diócesis gallega pasó seis años. “Aprendí gallego para hablar con los fieles y predicar en esa lengua en las homilías”, contó a EL PAÍS hace un año. En 2002 fue elevado al cargo de arzobispo de Oviedo, donde sustituyó al expresidente de la CEE Gabino Díaz Merchán, calificado por entonces como líder del sector más “liberal”.

Fue en esa archidiócesis donde Osoro ha admitido haber encubierto un caso de abuso sexual que tuvo lugar en los años ochenta. Llevaba un mes cuando la madre de la víctima le llamó para pedirle ayuda y que retirase al sacerdote acusado. “Recuerdo que hablé por teléfono con la madre y le dije: ‘Llevo 15 días y usted no ha dicho nada al obispo anterior’. Quizá mal dicho, pero lo hice. Hablé con el entonces vicario judicial, Juan Antonio Menéndez [posterior obispo de Astorga, acusado de silenciar un caso de abusos], y me dijo que ese caso ya había sido resuelto. Me cogió en el primer mes, que estaba más despistado que la una, con toda la crisis industrial y unos problemas sociales terribles. ¿Eso justifica lo que hice? No. Hoy no hubiese actuado así”, dijo en una entrevista con este periódico.

De Asturias pasó a Valencia en 2009 como arzobispo y de allí a Madrid en 2014. Para muchos sacerdotes y líderes de la Iglesia española, Osoro ha sido una de las escasas figuras de referencia en la Iglesia española en la lucha contra la pederastia eclesiástica. El ahora arzobispo emérito abrió hace cuatro años Repara, una oficina de atención a víctimas que es una de las pocas que actúa con transparencia e informa de los casos que recibe. También fue de los primeros obispos en rebelarse a través de un vídeo contra el silencio de la mayoría de los prelados ante el escándalo de la pederastia y contra la línea oficial de entonces de la CEE sobre los abusos. En dicho vídeo rebatía las “falsas creencias” que giraban en torno al problema, como que los casos eran pocos, y también reclamaba una investigación general de los casos del pasado.

En la capital también se vio envuelto en varias polémicas, como la de la trama inmobiliaria en la que la archidiócesis de Madrid vendió hace tres años casi una veintena de inmuebles por unos 111 millones de euros y también compró un solar en el suroeste de Madrid por 48 millones, un precio muy por encima del precio del mercado. Operaciones por las que la Fiscalía Anticorrupción investigó al episcopado madrileño y por las que, hace tan solo unas semanas, el juez que instruye el caso ha emitido un auto abreviado donde propone juzgar a 10 de los implicados en esta trama, en la que ve indicios de delito continuado de estafa agravada, administración desleal y corrupción entre particulares.

“Sentimos vergüenza y dolor”

El nuevo arzobispo de Madrid, José Cobo, nació en la localidad jiennense de Sabiote en 1965. De ideología aperturista, era el candidato de Osoro para que le sucediera en el arzobispado madrileño. Se licenció en la Universidad Complutense en Derecho en 1988, año en el que entró en el seminario de Madrid. Realizó estudios de Ciencias Morales y en abril de 1994 fue ordenado sacerdote. Comenzó su carrera pastoral como viceconsiliario de las Hermandades del Trabajo de Madrid y como vicario parroquial de San Leopoldo. Tras desempeñar varios cargos parroquiales, fue nombrado obispo auxiliar de Madrid en diciembre de 2017. Hasta ahora, era miembro de la comisión episcopal de pastoral social y promoción humana de la CEE, puesto que desempeña desde 2020.

Cobo fue de los primeros prelados en hablar públicamente sobre el escándalo de la pederastia. En 2019, semanas antes de la cumbre vaticana a la que acudieron todas las Conferencias episcopales del mundo convocadas por Francisco para tratar este tema, este obispo auxiliar se sentó en la mesa de una conferencia junto a afectados para dialogar sobre el problema. “Sentimos vergüenza y mucho dolor. A mí se me queda el corazón encogido y muchas veces no sé qué decir. Pero también sería poco evangélico mirar a otro lado”, declaró en ese evento.

Sobre este tema, Cobo afirma que la política antiabusos de la archidiócesis seguirá avanzando, tanto en el acompañamiento de las víctimas como en la formación de los sacerdotes y miembros de la Iglesia para detectar estos crímenes y evitar su comisión. “Hay aspectos de conversión dentro de la Iglesia hacia todo el tema de los abusos de poder. Es un punto muy sensible en el que estamos trabajando” ha explicado a este periódico.

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