La ómicron reactiva el padecimiento de los pacientes de covid persistente
Los expertos advierten del volumen de nuevos enfermos que puede dejar la sexta ola y son cautos sobre las consecuencias de las reinfecciones en este grupo de afectados
La vida de Aránzazu Abión, una sanitaria de Barcelona, ha sido un calvario desde que se contagió de coronavirus el 29 de febrero de 2020. Tardó ocho meses en constatar que padecía covid persistente y que su pérdida de visión, oído, cansancio permanente no se debía a la ansiedad, como le decían los primeros especialistas a los que visitó. Sus múltiples síntomas se avivaron al volverse a infectar en julio de 2021 con la variante delta y otros han reaparecido en nov...
La vida de Aránzazu Abión, una sanitaria de Barcelona, ha sido un calvario desde que se contagió de coronavirus el 29 de febrero de 2020. Tardó ocho meses en constatar que padecía covid persistente y que su pérdida de visión, oído, cansancio permanente no se debía a la ansiedad, como le decían los primeros especialistas a los que visitó. Sus múltiples síntomas se avivaron al volverse a infectar en julio de 2021 con la variante delta y otros han reaparecido en noviembre cuando volvió a pillar el SARS-Cov-2, esta vez en su versión ómicron. El suyo puede parecer un caso excepcional, pero son muchos los enfermos de covid persistente que, como ella, se han reinfectado, sobre todo en esta sexta ola impulsada por la variante ómicron, y que han vuelto a reactivar dolencias que aparentemente habían remitido o a desarrollar otras secuelas de covid persistente. El colectivo Long Covid Acts, que representa en España a estos enfermos, y la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) —que ha desarrollado la guía clínica de covid persistente— reconocen que, aunque hay casos constatados, todavía es prematuro sacar conclusiones sobre las consecuencias de las reinfecciones en este tipo de pacientes, pero alertan del riesgo de que la variante ómicron multiplique el número de casos del síndrome poscovid, convirtiéndolo en un problema de salud pública de primera magnitud a corto plazo.
“Estamos en una fase de incertidumbre y de preocupación ante lo que puedan suponer las consecuencias de la variante ómicron, pero dada la escasez de tiempo transcurrido desde su aparición, no tenemos datos para poder confirmar el agravamiento en el caso de la covid persistente o la aparición de nuevos enfermos de long covid”, señala el doctor Lorenzo Armenteros, portavoz de Covid-19 de la SEMG. Armenteros sí señala la enorme inquietud que genera el exceso del número de contagios provocado por la última mutación conocida del coronavirus y la potencialidad de que surjan nuevos casos de covid persistente tras esta sexta ola. “Si se cumple la tendencia de que el 15% de los infectados desarrollan covid persistente, el volumen puede ser tremendo, las cifras pueden ser espectaculares respecto a lo que había hasta ahora”, advierte.
Joan Soriano, médico epidemiólogo del Servicio de Neumología del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid y que ha liderado al grupo de expertos internacionales que han consensuado la primera definición de covid persistente dada a conocer por la OMS a finales de pasado año, cifra entre 400.000 y 800.000 el número de estos enfermos en España. “La última estimación que hemos hecho con la Universidad de Washington es que uno de cada seis infectados de coronavirus desarrolla covid persistente. Esto ya supone un problema de salud pública, lo sería aunque solo fuera el 1%”, advierte. “Con las nuevas variantes, el problema es que aún no tenemos información suficiente ni sobre la enfermedad aguda que supone el SARS-CoV-2 y aún menos en relación con una enfermedad crónica como la covid persistente”, abunda.
Aránzazu Abión trata de parapetar con una coraza de optimismo la desazón de dos años continuados de dolores, cansancio, malestar general, taquicardias, pérdida de memoria… Pero ese escudo se resquebraja cuando relata la incomprensión inicial cuando ningún médico entendía lo que le pasaba, su peregrinaje de un especialista a otro, la reactivación de los síntomas cuando se reinfectó en julio, el confinamiento obligado de dos meses en pleno verano, porque estuvo 49 días dando positivo en las pruebas PCR, y el regreso del miedo cuando en noviembre volvió a tener fiebre alta, algo anormal en ella, una señal de que había vuelto a contagiarse. “Es muy raro que yo tenga fiebre y por eso intuí que lo había vuelto a pillar”. Unas sospechas que ella mismo tuvo que confirmar haciéndose un test de antígenos en vísperas de la Nochevieja para poder cenar con su familia. La saturación de los centros de salud, colapsados ante la sexta ola, le impidieron poder hacerse una PCR hasta el 4 de enero, casi dos meses después de sus primeros síntomas.
“Voy a cumplir 40 años y mi vida se ha quedado en suspenso”, afirma con la voz quebrada. Ha pasado de practicar triatlón y correr la media maratón de Barcelona en febrero de 2020 a apenas poder subir las escaleras. Es consciente de que, si la atendieran en una de las unidades de covid persistente que existen en varios hospitales de Cataluña, la atención multidisciplinar podría ayudarla en su día a día, pero después de dos años deambulando de médico en médico, y de diagnóstico en diagnóstico, ella reconoce que no le quedan ganas de luchar. “Le he pedido a mi médico de cabecera que me derive a una de esas unidades, pero están completas”, indica. Lo que reclama, eso sí, es asistencia psicológica: “Siento que mi vida está en riesgo. Tengo unos desajustes emocionales, ahora mismo estoy desbordada, esto es una cosa horrible, horrible de verdad”
Distinguir entre reinfección y fluctuación de síntomas
Sandra González lleva desde finales de diciembre esperando para acceder a la unidad de covid persistente de Granada. Ella se contagió por primera vez en octubre de 2020 y estas Navidades volvió a dar positivo el 28. Una mala inocentada que le ha reactivado los problemas respiratorios. “Cuando me contagié por primera vez, tuve una afección pulmonar y tuvieron que ponerme corticoides; ahora que lo teníamos controlado, me los han tenido que reforzar porque ese síntoma ha vuelto más fuerte de cómo estaba”, explica. También han regresado el dolor de cabeza y los pitidos en los oídos, que antes, con medicación eran esporádicos. “Ahora no sé lo que es estar en silencio y no escuchar ruidos constantes en mi cabeza”, reconoce.
El doctor Armenteros prefiere ser cauto antes de sacar conclusiones sobre las consecuencias de la reinfección en los pacientes con covid persistente. “Hay que dar un margen de dos o tres meses para poder saber cuál es el efecto que pueda haber tenido la sexta ola, porque en muchos casos la reinfección se ha mezclado con los propios síntomas que ya tenían. Si alguien tenía una sintomatología persistente, el padecimiento de la covid se podría parecer a lo que nosotros llamamos en ellos la fluctuación de síntomas, que en algunos momentos estaban en un grado más alto y en otros era menor. En algunos casos, lo que podía ser una crisis de su covid persistente, finalmente era una reinfección”, señala.
Mely Rodríguez vive en Gijón y se infectó el 18 de marzo de 2020 de coronavirus. En noviembre de ese mismo año, y, después de ocho meses teniendo que escuchar a su médico de atención primaria que los mareos que sufría, las náuseas constantes, el cansancio, los problemas de respiración, la pérdida de memoria o de visión en un ojo eran producto de “la ansiedad y la necesidad de llamar la atención” al haber tenido un bebé en enero y estar embarazada de otro, un profesional de su seguro médico privado le instó a hacerse las pruebas que en Barcelona estaban realizando para pacientes de covid persistente.
Mely ha vuelto a contagiarse estas Navidades. Ella no es el único miembro de su extensa familia —tiene seis hijos― que es covid persistente. Su niño de seis años, se contagió en julio y desde entonces tiene cansancio, diarreas y no puede hacer una vida normal. Ella reclama más ayuda para la investigación de esta enfermedad y también más visibilidad. “Parece que la covid solo es cuestión de estar encerrado 10 días, que es como una pequeña gripe y ya está. Esta enfermedad puede perjudicarte para toda la vida. Si muchos de los que estamos así lo contáramos, quizás la gente sería más consciente”, advierte.
La pandemia ha dado un vuelco radical a las vidas de Aránzazu, Sandra, Mely y del resto de los pacientes de covid persistente de España. En ellas se ha instalado el miedo a que sus secuelas —ese malestar constante y que aflora de manera súbita con distintas y múltiples formas de dolor― no solo perduren en el tiempo, sino que empeoren. Las tres hacen una seria advertencia para no minimizar lo que supone contagiarse de covid. También lo hace el doctor Soriano: “La expansión de esta nueva variante no se había visto hasta ahora, hay que tener cautela, porque estamos aprendiendo prácticamente cada día y no sabemos todavía que va a pasar con cada una de las variantes más preocupantes, cuál va a ser su expresión en cuanto a covid persistente”.