La variante delta de la covid siembra dudas sobre las medidas de la vuelta a clase
Las autonomías mantienen el plan de regreso a las aulas previsto, con el mismo número de alumnos por clase que antes de la pandemia, mientras los expertos discrepan sobre si será suficiente para evitar que se conviertan en un foco de contagio
A finales de mayo, cuando el Gobierno y las comunidades autónomas planearon el regreso a las aulas de septiembre, la quinta ola ni se intuía, y la ...
A finales de mayo, cuando el Gobierno y las comunidades autónomas planearon el regreso a las aulas de septiembre, la quinta ola ni se intuía, y la variante delta del coronavirus era todavía una amenaza difusa cuyo alcance no estaba claro. A un mes para la vuelta al cole, el panorama ha cambiado y la situación epidemiológica, agravada por un patógeno más contagioso, pone interrogantes sobre si las medidas —que no incluyen la reducción de alumnos en las aulas— son suficientes.
Por el momento, las autonomías todavía no contemplan modificar las pautas de seguridad que aprobaron en primavera, según han confirmado a EL PAÍS. Entonces se reunieron por última vez la ya exministra de Educación, Isabel Celaá, y la de Sanidad, Carolina Darias, con los consejeros autonómicos de ambos ramos y consensuaron que las aulas volverían a tener los mismos alumnos que en la época prepandemia: hasta 25 en infantil (el curso pasado fueron 20) y 30 en primaria (fueron 25 hasta el pasado junio). Además, se acordó mantener la fórmula de los grupos burbuja para que los alumnos no puedan mezclarse con compañeros de otras clases.
El documento aprobado contempla una distancia en clase de 1,2 metros entre los estudiantes de secundaria (en lugar de los 1,5 del pasado curso), una medida que solicitaron las autonomías para garantizar la plena presencialidad y a la vez reducir costes en contratación de profesorado extra. Para el curso 2021/2022 se decretó que tanto los alumnos como el profesorado seguirán llevando mascarilla, se mantendrá la ventilación de las aulas y tanto el acceso como la salida como el comedor y el recreo se organizarán en diferentes turnos para evitar interacciones.
¿Será suficiente con esto? Los expertos consultados discrepan. Lo que se abre en septiembre es terreno ignoto. También lo fue el año pasado, pero las características son ahora diferentes: la experiencia del otoño de 2020 no se puede replicar en 2021. Entonces no se sabía qué podía suceder al reagrupar a niños en aulas después de meses en sus casas. El operativo salió mucho mejor de lo que la mayoría esperaba. El resultado fue un éxito que pocos países fueron capaces de llevar a cabo: el curso continuó de forma presencial ininterrumpidamente —salvo cierres concretos— y las aulas no se convirtieron en vectores de propagación.
En septiembre es previsible que la mayoría de los adolescentes regresen a las aulas con al menos una dosis puesta de la vacuna frente a la covid. Si todo sale según lo esperado, a lo largo de las primeras semanas del mes irán completando la pauta. Para los menores de 12, que representan un 11% de la población, sin embargo, no hay una inyección que haya aprobado la Agencia Europea del Medicamento. Ellos serán el gran grupo de edad que quede sin inmunizar, mientras la gran mayoría de las generaciones mayores habrán recibido la protección.
¿Se convertirán los más pequeños en el reservorio del virus? ¿Protagonizarán una sexta ola al igual que los jóvenes hicieron con la quinta? Hasta ahora se ha comprobado que en la gran mayoría de los casos los niños se infectan de forma muy leve o asintomática y que su capacidad para propagar el virus es menor que la de los adultos. Pero con la variante delta y siendo los únicos sin vacunar, pocos epidemiólogos se atreven a hacer afirmaciones tajantes sobre qué sucederá.
Manuel Franco, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública, confirma esta incertidumbre: “No esperábamos esta quinta ola tan violenta. No sabemos con certeza si los niños pueden empujar una nueva onda desde abajo hacia arriba [en edad], aunque el año pasado no fue así”. En su opinión, volver a las ratios de las aulas prepandemia es un error: “La variante delta es mucho más contagiosa, a ver si lo estamos haciendo al revés y es ahora cuando tendríamos que reducir aún más”.
Al número de niños por aula le da menos importancia Quique Bassat, miembro de la Asociación Española de Pediatría (AEP), que ha asesorado al Gobierno y las comunidades sobre las nuevas medidas. “Son prácticamente las mismas del año pasado, excepto el tamaño de las clases, de los grupos burbuja, que es la más cara de implementar. También la menos necesaria. La variante delta es mucho más infecciosa y será más peligrosa. Habrá que estar mucho más atento a los brotes. Hay que hacer hincapié en que si un niño tiene síntomas, por leves que sean, ni se acerque a la escuela”, subraya.
Ángel Hernández Merino, miembro del Comité Asesor de Vacunas de la AEP se muestra relativamente optimista en que el curso se desarrolle con cierta normalidad, pese a la covid delta. Para él, la vacunación del grupo entre 12 y 19 años va a frenar en buena medida la propagación en centros educativos. “Los adolescentes tienen un comportamiento social muy distinto al de los niños, más parecido al de los adultos, pero sin su capacidad de control. El hecho de que la vacunación avance entre ellos nos da cierta tranquilidad”, asegura.
Ventilar, ventilar y ventilar. En esto coinciden todos los expertos consultados. Rafael Bengoa, antiguo directivo de la Organización Mundial de la Salud incide en esto: “Tenemos que hacer burbujas antidelta. Eso quiere decir, sí o sí, mascarillas dentro y fuera [en clase y en el patio]. Sí o sí muchísima más ventilación, probablemente medidores de CO₂ en colegios”. De la misma opinión es Jeffrey Lazarus, líder del grupo de Sistemas Sanitarios del instituto de Salud ISGlobal: “En septiembre hay que ventilar muchísimo. Retomar [la medida] en interiores: cines, restaurantes, colegios. Los niños van a estar dentro y con el frío no abrirán ventanas. Y no podemos tener millones de chavales no vacunados encerrados sin buena ventilación”.
Tranquilidad en las consejerías de Educación
Las consejerías de Educación de las comunidades autónomas aseguran a este periódico sentirse tranquilas porque sus protocolos ya contemplan diferentes escenarios en función del nivel de alerta de cada territorio. Describen cómo se modificarían las medidas en caso de entrar en los niveles de alerta 3 o 4. “Se aumentaría la distancia interpersonal a, como mínimo, 1,5 metros (en secundaria) o se optaría por las clases al aire libre”, detalla la región valenciana en su documento. En caso de que no se pudiera garantizar la presencialidad con ese cambio, “se pasaría a la semipresencialidad”, que es lo que sucedió en el curso anterior.
“De momento se mantiene todo igual”, indican fuentes de la consejería de Baleares tras afirmar que allí la vacunación a los mayores de 12 años “avanza a buen ritmo”. Madrid apunta que “no hay ningún cambio sobre lo previsto”. El consejero de Educación de esa comunidad, Enrique Ossorio, solicitó en la reunión de mayo reducir a un metro la distancia entre los alumnos en secundaria, “de acuerdo con lo establecido por la OMS”, dijo. Un punto que no le fue concedido.
Cataluña responde que “por el momento no hay cambios encima de la mesa”, que “dependerá de la situación epidemiológica”. Fuentes de la Consejería de Educación de Canarias afirman que “hay pocas novedades”.
El documento aprobado en mayo por las comunidades y los ministerios contempla que si los indicadores de la pandemia mejoran y se llega al escenario que Sanidad describe como “nueva normalidad” (que incluye parámetros como una incidencia a 14 días inferior a 25 casos por cada 100.000 habitantes y una ocupación de camas de críticos menor al 5% por parte de enfermos de covid), parte de las medidas podrán relajarse y en los colegios, por ejemplo, los grupos burbuja podrán coincidir en el patio con alumnos de otras clases de su mismo nivel. Está previsto que se vuelvan a reunir la tercera semana de agosto para reevaluar la situación.