Bruselas lanza una estrategia farmacéutica europea para evitar que vuelva a producirse escasez de fármacos
La Comisión Europea propone revisar la legislación comunitaria en 2022 para dejar de depender de otros países
Bruselas trata de acabar con las debilidades en el ámbito sanitario destapadas por la pandemia. La Comisión Europea lanzará este miércoles una estrategia farmacéutica europea para evitar que vuelva a haber escasez de medicamentos, procurar la producción de nuevos fármacos y dar apoyo a una industria “competitiva” de “interés estratégico” para la UE. El documento, al...
Bruselas trata de acabar con las debilidades en el ámbito sanitario destapadas por la pandemia. La Comisión Europea lanzará este miércoles una estrategia farmacéutica europea para evitar que vuelva a haber escasez de medicamentos, procurar la producción de nuevos fármacos y dar apoyo a una industria “competitiva” de “interés estratégico” para la UE. El documento, al que ha tenido acceso EL PAÍS, propone una revisión de la normativa sanitaria comunitaria de aquí a 2022 y poner en marcha un diálogo con el sector para garantizar la autonomía de la UE en el suministro.
Los hospitales europeos advirtieron de la escasez que venían padeciendo de anestésicos, antibióticos o relajantes musculares a causa del lleno en las unidades de cuidados intensivos. Bruselas sacó unas pautas para limitar esos daños y evitar que los países empezaran a imponerse vetos cruzados a exportaciones de fármacos y material sanitario. La desorbitada demanda generada por la pandemia explicaba la escasez, pero también la creciente dependencia de países como China o India. La Eurocámara pidió el pasado mes de septiembre que trazara una estrategia para ser más autosuficiente.
En el empeño de construir una Unión Sanitaria, Bruselas ha decidido lanzar una estrategia farmacéutica europea que pretende estar “centrada en el paciente” y que tiene como objetivo, según el texto, “garantizar la calidad y seguridad de los medicamentos” y a la vez “impulsar la competitividad global del sector”. La Comisión Europea, además, pretende que sea una pieza más en la consecución de la “autonomía estratégica”, especialmente ansiada por Francia ante los desencuentros de los últimos años con China y Estados Unidos.
El documento fija como uno de los principales retos la necesidad de atraer más inversiones hacia “necesidades insatisfechas”, ya sea por la falta de interés comercial de las compañías o por los límites de la ciencia. La Comisión recuerda que el 95% de 7.000 enfermedades raras, incluyendo cánceres, siguen sin opciones para tratamientos. Bruselas pone especial énfasis hacia las carencias: tratamientos para trastornos neurodegenerativos, cánceres pediátricos o nuevos virus. O la urgencia de nuevos antibióticos que venzan las resistencias generadas por pacientes y que podrían no fabricarse por falta de rentabilidad al ser un fármaco de último recurso.
La estrategia pasa por una revisión exhaustiva de las normas comunitarias con el fin de “introducir medidas” para “restringir y optimizar” el uso de los antibióticos actuales y explorar “nuevos tipos de incentivos” para innovar en ese terreno. Esa reforma también debería mejorar el “panorama terapéutico” en cuanto a medicamentos para menores o para combatir enfermedades raras o abordar “cuestiones de competencia” para mejorar el acceso de los ciudadanos a los medicamentos.
La Comisión Europea, de hecho, pone especial énfasis en el coste de los medicamentos. No solo por lo que suponen al bolsillo del paciente, sino también por la presión que ejercen sobre los costes hospitalarios. El documento estima que el gasto farmacéutico supone entre el 20% y el 30% del dispendio de los hospitales. Uno de los problemas detectados por Bruselas es la “falta de transparencia” en los costes de los fármacos, en especial de su investigación y el desarrollo. Por ello, además de modificar las leyes, Bruselas quiere buscar una fórmula que le permita atar corto ese gasto. La autonomía europea en ese ámbito, no obstante, no será posible sin un ecosistema farmacéutico. La Comisión propone crear un “entorno regulatorio flexible y estable” que ofrezca certidumbre para la inversión y albergue las tendencias tecnológicas de la industria.
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