De hijos de inmigrantes turcos en Alemania a creadores de una posible vacuna contra la covid
Los fundadores de BioNTech, la empresa alemana que trabaja en una inmunización contra la covid, son un matrimonio de expertos en cáncer
La sede de BioNTech, la empresa alemana que ha dado esperanza al mundo con su proyecto de vacuna contra la covid, está ubicada en una calle de la ciudad de Maguncia llamada Goldgrube, que en alemán significa mina de oro. La biotecnológica lleva camino de serlo, y no solo en lo económico. Con su escueto anuncio del lunes, disparó su cotización en Bolsa; con tres letras y tres números, BNT162, se ha convertido en la gran promesa de un extraordinario progreso científico.
A la potencial vacuna ...
La sede de BioNTech, la empresa alemana que ha dado esperanza al mundo con su proyecto de vacuna contra la covid, está ubicada en una calle de la ciudad de Maguncia llamada Goldgrube, que en alemán significa mina de oro. La biotecnológica lleva camino de serlo, y no solo en lo económico. Con su escueto anuncio del lunes, disparó su cotización en Bolsa; con tres letras y tres números, BNT162, se ha convertido en la gran promesa de un extraordinario progreso científico.
A la potencial vacuna que desarrollan con Pfizer le queda todavía camino por recorrer antes de ver la luz y faltan muchas preguntas científicas sin resolver. Aun así, haber dado con el hallazgo que varias grandes multinacionales persiguen en el mundo ha puesto el foco en Ugur Sahin y Özlem Türeci, el matrimonio de médicos de origen turco que son cofundadores de la empresa, convertida ya en un símbolo del valor de la diversidad en las sociedades.
Unos 1.300 empleados de medio centenar de países forman parte de la empresa que Sahin y Türeci fundaron en 2008. En la sede central de Maguncia, cientos de científicos trabajan en un edificio de cinco pisos con la fachada en tonos verdes. Allí desarrollan inmunoterapias individualizadas para enfermos de cáncer y, desde hace diez meses, dedican buena parte de sus recursos a la vacuna de la covid-19.
Empezaron el 27 de enero, mucho tiempo antes de que el coronavirus se propagara exponencialmente paralizando países enteros. “Sentimos el deber de explotar toda nuestra tecnología y experiencia en inmunoterapias para ayudar a paliar la emergencia de la pandemia de la covid-19”, aseguraba Sahin en un comunicado a mediados de marzo. Ese mismo mes, la empresa anunciaba su colaboración con la multinacional farmacéutica Pfizer para “codesarrollar una potencial vacuna contra la covid-19”, que acaba de anunciar los resultados preliminares de la fase III.
Sahin es el presidente de la empresa. Türeci, la directora médica de BioNTech y al frente del desarrollo clínico. Sahin, de 55 años, nació en Alejandreta, en Turquía, y llegó a Colonia a los cuatro años con su madre. En la ciudad alemana se reunieron con el padre, que trabajaba en la fábrica de Ford. Sahin estudió Medicina en la Universidad de Colonia y se especializó en oncología e inmunología con un doctorado summa cum laude. Desde 2014, es profesor en la Universidad de Maguncia donde imparte clases de oncología experimental.
Türeci, de 53 años, también hija de inmigrantes turcos, nació y creció en Alemania, en el Estado de Baja Sajonia. Su padre, cirujano, había emigrado desde Turquía y trabajaba en un pequeño hospital al oeste de Alemania. La doctora Türeci es también profesora de la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia y goza de mucho prestigio en el país, donde preside el grupo de investigadores de inmunoterapias individualizadas.
Los doctores se conocieron en la Universidad del Sarre en Homburgo, donde ella hacía prácticas en el tramo final de su carrera de medicina y él trabajaba en la unidad de cáncer. Se casaron en 2002 y tienen una hija. En 2009, Türeci explicó a la prensa alemana que el día de su boda trabajaron por la mañana en el laboratorio, fueron a casarse y luego siguieron trabajando. “Somos un buen equipo”, aseguraba Sahin este verano en una entrevista.
Antes de BioNtech, la pareja de expertos en cáncer tuvo otra empresa de biotecnología, Ganymed Pharmaceuticals, que trabajaba en respuestas inmunes contra el cáncer de esófago y que vendieron dos años antes de fundar la actual a la japonesa Astellas Pharma por al menos 420 millones de euros. La prensa alemana sitúa a Sahin entre las mayores fortunas del país.
Fabricación masiva
Ahora, la alianza con Pfizer, el gigante farmacéutico les permitirá la fabricación en masa de la vacuna, así como la distribución global. El consorcio con grandes empresas no es algo nuevo para estos investigadores alemanes, que colaboran o han colaborado en el pasado con Sanofi, Bayer, Fosun o Roche entre otros. “Es nuestra tecnología. Trabajar con Pfizer es una cooperación ideal que nos permite desarrollar una potencial vacuna y tenerla disponible en el menor tiempo posible”, declaraba hace un par de semanas Sahin al semanario alemán Der Spiegel.
“La cooperación es crucial en este desafío global. No hay discusión sobre si la vacuna debe estar disponible solo para China, Alemania o EE UU”, dijo Sahin al Frankfurter Allgemeine Zeitung y aseguró en otra intervención que no habrían aceptado la colaboración con Pfizer si por ejemplo hubieran condicionado la distribución exclusivamente a EE UU.
BioNTech es una empresa ultraprometedora que, sin embargo, no tiene todavía productos en el mercado. El mundo entero, y en particular la comunidad científica, espera ahora la información técnica detallada que sustente el revolucionario anuncio de esta semana. De momento, la BNT162 ha dado a conocer al mundo a una pareja de científicos atípica y ha llenado los diarios de titulares en positivo de una pareja de origen turco, una comunidad a menudo estigmatizada en Alemania.
Lluvia de encargos y millones de dosis
La biotecnológica BioNTech y la multinacional farmacéutica Pfizer han contado en su ensayo en la tercera fase con 43.538 voluntarios de seis países. Aseguran que los resultados preliminares de los ensayos muestran una efectividad del 90% del proyecto de vacuna contra el coronavirus siete días después de la segunda dosis. En total, serían necesarios 28 días entre la primera y la segunda dosis para lograr la inmunidad.
Las dosis, según explicó la compañía el martes en una conferencia, podrían conservarse a temperatura ultra baja (-70º) hasta seis meses. Durante el almacenaje, puede mantenerse en un congelador hasta 15 días y en un frigorífico, hasta cinco días.
Pfizer y BioNTech quieren ahora fabricar 50 millones de dosis de la vacuna este año y 1.300 el año que viene. Este verano ya empezaron a lloverles los encargos. De la Unión Europea, Japón, Canadá, el Reino Unido y EE UU entre otros, hasta sumar 570 millones de dosis con opción a una compra adicional de otras 600. Llovió también la financiación, incluidos 375 millones del Gobierno alemán. Que los acuerdos se ejecuten depende de que la vacuna tenga éxito y de que sea aprobada. Aunque todo fuera bien, el fundador de BioNTech, Ugur Sahin, recordaba que harán falta más empresas y más vacunas. “Se necesitan muchas empresas para aprovisionar a 6.000 o 7.000 millones de personas”, dijo en verano al Süddeutsche Zeitung.
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