Una comparación demoledora

Nueva York ha hecho una desescalada más lenta y gradual que Madrid. Allí, hasta el 30 de septiembre no se podrá comer en el interior de los restaurantes y solo se permite el 25% de aforo. En Madrid, el 60% desde junio

Una terraza en West Village, en Nueva York, el 26 de junio.John Minchillo (AP)

Como ya ocurrió en la primera oleada, la Comunidad de Madrid se perfila como un nuevo agujero negro en el control de la pandemia en España. Su presidenta ha dedicado mucha energía a criticar la gestión del Gobierno central pero, tras propiciar una desescalada precipitada y caótica, Madrid ...

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Como ya ocurrió en la primera oleada, la Comunidad de Madrid se perfila como un nuevo agujero negro en el control de la pandemia en España. Su presidenta ha dedicado mucha energía a criticar la gestión del Gobierno central pero, tras propiciar una desescalada precipitada y caótica, Madrid vuelve a encabezar las estadísticas de contagios y ahora es ella la que está bajo escrutinio. Isabel Díaz Ayuso intenta desviar la atención con falsas polémicas y no para de repetir que la situación de la capital es similar a la de otras grandes ciudades europeas. Pero no es cierto. Un demoledor hilo de Twitter del epidemiólogo Miguel Hernán, profesor de bioestadística y salud pública de la Universidad de Harvard, bastó para situar la gestión de la presidenta ante su propio espejo. Y no aparece precisamente como la más hermosa.

Hernán se limita a comparar la situación de Madrid con la de Nueva York. Ambas sufrieron parecidos estragos en la primera oleada y ambas comparten características muy propicias para la expansión del virus: ciudades grandes, con muchos visitantes, mucha vida social y un uso intenso del transporte público. Las dos tardaron en aplanar la curva, pero ahora en Nueva York apenas hay contagios y Madrid es ya la capital europea con mayor incidencia de coronavius. La curva sigue escalando peligrosamente. ¿Por qué?

Porque la gestión ha sido muy diferente. Para empezar, Nueva York ha hecho una desescalada mucho más lenta y gradual. Allí, hasta el 30 de septiembre no se podrá comer, por ejemplo, en el interior de los restaurantes y solo estará permitido el 25% del aforo. En Madrid se permite el 60% desde junio y todos hemos visto que muchas veces no se respetan las distancias de seguridad. Nueva York tiene 30 rastreadores por cada 100.000 habitantes, es decir, unos 6.000 en total. Madrid empezó la desescalada con menos de 200 y ahora no llegan a 600, cuando necesitaría 2.000. Tampoco se hacen suficientes pruebas PCR. Hernán recuerda que para poder controlar la situación, la tasa de resultados positivos debe ser inferior al 5%. Madrid tiene el 20%, Y subiendo. A ello hay que añadir el creciente retraso en comunicar los resultados de las pruebas PCR, que en algunos casos llega a tardar siete y hasta 10 días, lo que significa que en ese tiempo los contactos asintomáticos no contactados pueden estar contagiando.

Parecidas carencias explican los rebrotes que han sufrido Cataluña, Aragón y otras comunidades, pero Madrid sigue siendo la que tiene la pandemia más descontrolada. En marzo la pandemia cogió a todos los gobernantes por sorpresa y casi todos cometieron los mismos errores derivados de un primer diagnóstico que subestimaba la peligrosidad de virus. Pero ahora hay ya mucha información de modo que las diferencias en la incidencia pueden atribuirse al rigor y la calidad de la gestión. Los gobernantes tendrán que responder de ello. Especialmente aquellos que han destacado por su virulencia a la hora de acusar a los demás.

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