Las brigadas médicas cubanas se topan con el malestar de los doctores mexicanos

El desembolso de seis millones de dólares para traer a 585 profesionales de la salud desde la isla representa el mayor despliegue de la diplomacia cubana en medio de la pandemia

Una ceremonia para despedir a una brigada médica de Cuba, en abril.Ramón Espinosa (AP)

Dos mujeres cubanas piden a un taxi que las deje a las puertas de un céntrico hotel de cinco estrellas en Ciudad de México. Bajan del coche y cada una carga una caja grande con un juego de ollas para cumplir con un encargo desde casa. Cuando ven que un periodista se acerca con una libreta y una grabadora salen disparadas a las puertas del hotel. “No estamos autorizadas para hablar”, alcanza a decir una de ellas, mientras la otra le dice que es mejor que se meta. ...

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Dos mujeres cubanas piden a un taxi que las deje a las puertas de un céntrico hotel de cinco estrellas en Ciudad de México. Bajan del coche y cada una carga una caja grande con un juego de ollas para cumplir con un encargo desde casa. Cuando ven que un periodista se acerca con una libreta y una grabadora salen disparadas a las puertas del hotel. “No estamos autorizadas para hablar”, alcanza a decir una de ellas, mientras la otra le dice que es mejor que se meta. La llegada de médicos desde Cuba empezó como un rumor y acabó con la confirmación oficial de un contrato por más de seis millones de dólares para traer a 585 profesionales de la salud, una inversión por más de 10.000 dólares por cada trabajador. No hay ningún otro país que haya recibido más especialistas de la isla en medio de la pandemia por el coronavirus, según datos de La Habana. El desembolso ha provocado el descontento de una veintena de asociaciones y colegios médicos con alrededor de 60.000 agremiados en México, quienes se dicen “desplazados” y exigen en una carta que el dinero se destine a sanear los rezagos y la precariedad laboral que enfrentan en el sistema público de salud del país.

La polémica inició cuando Andrés Manuel López Obrador dijo el pasado 6 de abril que pediría apoyo a Cuba para afrontar la epidemia. Cuatro días más tarde llegó una primera misión con 10 médicos para dar asesoría técnica. Para finales de mes, se publicaron los lineamientos en el Diario Oficial para contratar a médicos con formación en el extranjero. Para junio, la prensa mexicana reveló que los trabajadores cubanos estaban apostados en Ciudad de México y que había otro centenar más en el Estado de Veracruz. El Gobierno federal justificó el pago a Cuba como parte de los múltiples acuerdos de cooperación con otros países y para enfrentar el déficit de médicos contra la covid-19.

“No los hemos visto dentro de las terapias intensivas, no están haciendo funciones relativas a combatir el coronavirus, no sabemos con qué preparación vienen, no sabíamos que había una erogación importante de presupuesto”, cuestiona el doctor Jorge Rosendo Sánchez, presidente del Colegio Mexicano de Medicina Crítica y uno de los firmantes de la carta de protesta. En contraste, afirma Sánchez, gran parte de los médicos mexicanos tienen sueldos muy bajos, están contratados por honorarios y no cuentan con prestaciones. “No hay un déficit de médicos, faltan puestos de trabajo con condiciones dignas”, agrega. “Su intervención no ha representado ningún beneficio para la atención de nuestra población y sí es una falta grave de equidad”, se lee en la misiva.

Los reclamos se han multiplicado, sobre todo entre los críticos del Gobierno de López Obrador, y han dado pie a una trama de intrigas, en parte alentada por la falta de claridad en el acuerdo con Cuba. Lo mismo se ven caricaturas que rayan en la xenofobia, como acusaciones de que las brigadas encubren a agentes comunistas o citas a informes de Naciones Unidas que denuncian las condiciones de “esclavitud” en las que trabajan los enviados cubanos. “Parece generar inquietud el tema de una nacionalidad en particular”, dijo esta semana Hugo López-Gatell, el portavoz de México ante la crisis, justo en un momento mundial en el que el país se está mirando en el espejo su propio racismo.

“No tenemos nada en contra de lo médicos cubanos ni de Cuba”, aclara Sánchez, que alaba la experiencia del país caribeño en la prevención de epidemias, aunque dice que “llegan tarde” ante el avance del virus porque la mayoría son médicos generales y no especialistas. “Los médicos no somos políticos”, dice el especialista para desmarcarse de quienes buscan sacar rédito de la protesta.

Las misiones médicas tienen un largo historial como uno de los principales brazos diplomáticos de Cuba y no están exentas del correlato político que rodea a la Revolución. Tras la caída de la URSS y la consolidación de Hugo Chávez en Venezuela, el modelo cubano de exportar servicios pasó de tener tintes predominantemente ideológicos a ser una respuesta propagandística y económica contra el embargo estadounidense, señala Rafael Rojas, profesor del Colegio de México.

“Las brigadas son un sello del aparato de legitimación del Estado cubano”, afirma el historiador. Se exporta el combate contra la pobreza y el acceso a la salud como conquistas revolucionarias y altruistas, pero también se obtienen grandes beneficios económicos. El envío de médicos, maestros y entrenadores es una importante fuente de divisas y representó más de la mitad de las exportaciones totales de Cuba entre 2013 y 2017, como documenta el economista Carmelo Mesa Lago. En ese modelo, se paga entre 5.000 y 10.000 dólares por médico, pero el Estado retiene la mayor parte del dinero. Recientemente, Cuba ha fortalecido sus acuerdos con regiones de otros países, desde Lombardía en Italia a Ciudad de México, para aumentar sus ingresos y cultivar más apoyos en el exterior.

En cambio, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, asegura que Estados Unidos está detrás de la campaña de desprestigio contra los médicos de su país y promueve que reciban el Nobel de la Paz. “34 brigadas médicas cubanas integradas por más de 2.500 cooperantes contribuyen de manera solidaria a mitigar el impacto de la pandemia en 26 naciones, a pedido de sus Gobiernos”, ha escrito el mandatario en Granma, mientras que otros diarios del régimen se llenan con relatos heroicos de su “ejército de batas blancas” alrededor del mundo.

“Los colegas mexicanos nos han recibido con cariño; en el caso de los pacientes sentimos su agradecimiento; es muy emocionante saber que estamos salvando vidas”, declaraba a una radio cubana la enfermera Yanisley Águila, hace un mes. Hoy, una veintena de sus colegas rechazaron las solicitudes de entrevista de este periódico. Y justo cuando el tema se ha encendido en los diarios mexicanos, no hay un rastro de las críticas en la prensa oficial de Cuba.

Tras cerrar el acuerdo, ambos Gobiernos han optado por la mesura, en gran parte por la decisión de López Obrador de dar continuidad a las políticas hacia Cuba de sus predecesores —amistosas pero poco militantes— y de mantener una relación fluida con el Gobierno de Donald Trump. “Los términos del debate actual son muy limitados, como si siguiéramos en la Guerra Fría y la realidad es más compleja”, sostiene Rojas.

Detrás de la batalla propagandística está la emergencia sanitaria. “Lo prioritario sería que se destinaran más recursos a equipos de protección personal para nuestros médicos”, lamenta Sánchez y afirma que identificar las fallas es una forma de apoyar al Gobierno, haciendo visibles los reclamos por el desabasto y la mala calidad de los materiales que han recibido durante la pandemia. Las autoridades no les han dado ninguna respuesta, asegura. “Muchos compañeros se están jugando la vida”, dice el médico, “ahora ya solo falta que digan que México salió de la pandemia por los médicos cubanos”.

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