Una estructura territorial más engrasada pero mejorable

Los órganos multilaterales multiplican su actividad durante la crisis

Pantalla partida de la reunión por videoconferencia de Pedro Sánchez con todos los presidentes autonómicos el pasado 10 de mayo.Armando Álvarez (EFE)

El coronavirus ha sometido al Estado autonómico a un examen de estrés que ha puesto a prueba las costuras del modelo de país establecido por la Constitución de 1978. La conclusión generalizada es que la covid-19 ha engrasado los engranajes de una estructura de Estado que no llega a ser federal aunque dista mucho de ser centralizada. Pero todavía hay mucho margen de mejora.

La pandemia ha normalizado la celebración telemática de la conferencia de presidentes....

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El coronavirus ha sometido al Estado autonómico a un examen de estrés que ha puesto a prueba las costuras del modelo de país establecido por la Constitución de 1978. La conclusión generalizada es que la covid-19 ha engrasado los engranajes de una estructura de Estado que no llega a ser federal aunque dista mucho de ser centralizada. Pero todavía hay mucho margen de mejora.

La pandemia ha normalizado la celebración telemática de la conferencia de presidentes. Pedro Sánchez y los líderes territoriales mantendrán este domingo su décima reunión desde la aprobación del estado de alarma. El órgano no se reunía desde enero de 2017, y entonces hubo dos ausencias sonadas: las del lehendakari, Iñigo Urkullu, y del president catalán, Carles Puigdemont. La emergencia sanitaria ha relegado a la crisis territorial como el gran problema. Del trato preferente que demandaba la Generalitat se ha pasado a unas reuniones semanales en las que Quim Torra comparte espacio, como uno más, con los presidentes de Murcia o La Rioja. “El coronavirus no admite distinciones entre territorios. Nos afecta por igual. Eso ha provocado que por primera vez en muchos años nos sentáramos los 17 presidentes autonómicos con el presidente del Gobierno. A la vez y en igualdad de condiciones. Eso de por sí ya es una buena noticia”, afirma Emiliano García-Page, presidente socialista de Castilla-La Mancha.

La ministra de Política Territorial, Carolina Darias, se había puesto como objetivo al inicio de su mandato que la conferencia de presidentes fuese la “piedra angular del sistema territorial” y el “máximo órgano de colaboración y coordinación política” entre el Ejecutivo y las autonomías. Lo primero era conseguir que se volviese a celebrar a final de año. Sin ninguna silla vacía. Y con carácter anual. En ese sentido, las expectativas se han cumplido con creces. Pero han quedado empañadas por las críticas de barones del PSOE, PP, nacionalistas y regionalistas a su formato y la unilateralidad con la que el mando único ha actuado hasta el inicio de la desescalada. Madrid y Andalucía (PP) y la Comunidad Valenciana (PSOE) se han quejado de la falta de información sobre los criterios que deciden el avance hacia el desconfinamiento. Otros presidentes autonómicos reconocen en privado que tenían la “comunicación informal” de que iban a pasar de fase, “pero no formal”.

“La sensación es que el Gobierno tiene más voluntad de informar que de acordar. Las comunidades, Ayuntamientos y diputaciones han estado mucho más a la altura de las circunstancias. Por ejemplo, la conferencia de presidentes tendría más sentido si no se celebrase después de las comparecencias de Sánchez los sábados, en las que adelanta qué medidas comunicará un día después”, observa Antonio González Terol. El vicesecretario general de Política Territorial del PP defiende que la comisión de comunidades autónomas del Senado sería el órgano más indicado para el desarrollo de la conferencia de presidentes “y no una videoconferencia en un circuito privado”. Josu Erkoreka, consejero de Gobernanza Pública y Autogobierno de Euskadi, reprochó en la sesión del 30 de abril en la Cámara alta —solo acudieron cinco presidentes regionales, cuatro del PP— la falta de un “método de trabajo que ayudara a la plena institucionalización” de la conferencia.

El papel mucho más activo de las comunidades en la toma de decisiones y su ejecución en la desescalada, en lo que el Gobierno denomina cogobernanza, ha suavizado los reproches. “No había otra manera de realizarla”, reconocen fuentes de La Moncloa. “Todo siempre es mejorable, pero hay un hecho intangible: no había apreciado una camaradería especial entre los presidentes como ahora. Compartimos los problemas y tenemos que compartir las soluciones. Quizás uno de los momentos cumbre es cuando la región con más PIB [Madrid] le pidió respiradores a la que menos PIB tiene [Extremadura]”, reflexiona su presidente, Guillermo Fernández Vara. “Eso demuestra que el modelo funciona”, concluye el barón del PSOE.

La ministra de Política Territorial también destaca las 60 reuniones sectoriales durante la crisis por la covid-19. La periodicidad de algunas ahora es semanal cuando, con suerte, se convocaban cada trimestre. Según Darias, en ellas ha existido “un gran nivel de consenso”. Terol discrepa: “Se llegan a convertir en reuniones infinitas y nada resolutivas con decenas de asistentes”. La presidenta de Navarra, la socialista María Chivite, valora en cambio “el contraste de opiniones” y el contacto permanente entre los distintos niveles de la Administración.

El coronavirus ha acrecentado el interés de las comunidades en actualizar el sistema de financiación vigente. Su reforma se arrastra desde que quedó obsoleto en 2014. Establecer una periodicidad del Consejo de Política Fiscal y Financiera es otra petición transversal de los territorios.

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