El coronavirus anda libre en una prisión hacinada en Colombia
La cárcel de Villavicencio, a casi 100 kilómetros de Bogotá, concentra 706 contagios y es uno de los principales focos de covid-19 en el país andino
Una cárcel hacinada al 97%. Algo peor: una prisión hacinada con más de 706 presos y guardias con coronavirus. La historia sobre cómo la cárcel de Villavicencio, en el céntrico departamento del Meta en Colombia, a menos de cien kilómetros de Bogotá, se convirtió en uno de los mayores focos de contagio en el país andino comenzó en el patio Santander de esa prisión a inicios de abril, pero se extiende ahora a un barrio de la ciudad donde temen que continúe la propagación...
Una cárcel hacinada al 97%. Algo peor: una prisión hacinada con más de 706 presos y guardias con coronavirus. La historia sobre cómo la cárcel de Villavicencio, en el céntrico departamento del Meta en Colombia, a menos de cien kilómetros de Bogotá, se convirtió en uno de los mayores focos de contagio en el país andino comenzó en el patio Santander de esa prisión a inicios de abril, pero se extiende ahora a un barrio de la ciudad donde temen que continúe la propagación del virus. Una cadena de errores tiene a la población carcelaria en una crisis mayor de la que siempre ha tenido.
El último de ellos quedó en evidencia el 1 de mayo cuando un interno de esa prisión recuperó la libertad y se fue a su casa con una prueba de la covid-19 negativa en sus manos. Se reunió con amigos, visitó vecinos y fue a la tienda del barrio con tranquilidad, como ha contado su hermana a medios locales. Pero tres días después recibió otra llamada de la prisión: su prueba en realidad era positiva. Los vecinos enfurecieron y atacaron la casa de la familia mientras a él se lo llevaban las autoridades sanitarias para aislarlo. Los resultados de la segunda prueba habían tardado demasiado.
Este, sin embargo, es solo el último de los hechos relacionados con esta cárcel que encendió las alarmas desde hace más de un mes. Desde la prisión se reportó que un hombre que cumplió su condena el 1 de abril y salió del penal, falleció seis días después en un hospital. Dos días más tarde murió otro preso dentro de la cárcel y una semana mediante, el tercero. Todos eran mayores de 60 años.
Pero el problema ya había trascendido los muros de la cárcel. Harman Felipe, alcalde de Villavicencio, anunció que al menos 48 presos habían recobrado la libertad en los últimos días y estaban en las calles de la ciudad. “No hemos podido saber dónde están y el Instituto Penitenciario y Carcelario (Inpec) no nos ha dado esa información”, alertó en ese momento a este diario y creó una línea telefónica para que se comunicara cualquier persona que hubiera tenido contacto con alguno de ellos y presentara síntomas.
Adentro, aumentaba el número de contagios y había conato de protestas y motines. Los guardias comenzaron a enfermarse y el personal a reducirse. Johan Steven Alarcón, guardia de esta cárcel y presidente del sindicato de funcionarios penitenciarios, fue quien alertó al país sobre lo que ocurría dentro del penal. Aunque su prueba salió negativa se aisló dentro de una habitación de la cárcel. “Temía contagiar a mi hijo de siete meses y a mi esposa, no quería llevar problemas a la casa”, contó a EL PAÍS. Alarcón se reintegró después de varios días de aislamiento y exigió más pruebas, lideró una rifa para comprar trajes de bioseguridad para el personal y entabló una demanda ante la dirección del Inpec para que les diera tapabocas a los 1.775 presos y a los 200 miembros del personal de seguridad.
Las respuestas llegaron apenas a finales de abril cuando los casos ya superaban el centenar de contagiados entre internos y guardias de la prisión. El Gobierno colombiano decidió hacer más testeos y los casos confirmados comenzaron a dispararse. “De 742 contagios en el departamento, 679 corresponden a la cárcel”, aseguró el gobernador del departamento, Juan Guillermo Zuluaga. Después de Amazonas, Meta, y en concreto la cárcel, ocupa el segundo lugar de Colombia con más casos por millón de habitantes, superando incluso a Bogotá.
La falta de acción rápida no fue el único error según varios congresistas. En un debate de control político de la Cámara de Representantes se destapó que días previos al primer caso conocido, el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario trasladó a varios reclusos de Villavicencio a otras cárceles. “La embarrada ya está hecha por el Inpec y no es una embardada, son varias”, dijo el representante del partido Liberal, Harry González. Se refería a que en un bus que recorrió varios penales eventualmente se habría trasladado también el virus. En total, en Colombia hay seis cárceles con contagios por la covid-19.
La ministra de Justicia, Margarita Cabello, habló del decreto de excarcelación de presos por la pandemia, pero no se refirió a la crisis de Villavicencio. Pero el director del Inpec, general Norberto Mujica, sí afirmó que el brote en la prisión representó un “aprendizaje” para el resto.
Sin embargo, la tensión no termina tras las rejas de la cárcel. El 18 de abril murió la esposa de uno de los guardias contagiados y muchos de ellos están enfrentando discriminación. “Les impiden comprar en las tiendas, los insultan. A un compañero le llegó a la casa un falso funcionario de la Alcaldía exigiéndole la prueba negativa de coronavirus”, cuenta Alarcón.
En el penal, los presos más ancianos están en una sección especial, pero ahora que el virus se propagó tuvieron que habilitar un bloque de la prisión llamado Colombia. “Gracias a dios la mayoría son asintomáticos, si no esto sería una película de terror”, concluye el guardia desde la prisión.
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