FABIO HERRERA, empresario

“El Papa Francisco tiene que limpiar la casa”

Fabio Herrera.

Hoy tiene 65 años y los abusos ocurrieron cuando apenas tenía siete en Cumbal, un pequeño pueblo en la frontera entre Colombia y Ecuador. Primero fue el párroco Román Solarte –que ya murió y sus crímenes quedaron en la impunidad– y luego su drama seguiría con dos sacerdotes franciscanos que llegaban de localidades vecinas. Pero Fabio Herrera no sería la única víctima de estos últimos. Todo ocurría los sábados en la noche, explica, cuando los sacerdotes, que estaban de paso, reunían a un grupo de niños amigos, los emborrachaban y luego los violaban.

“Mis padres eran católicos, como la ma...

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Hoy tiene 65 años y los abusos ocurrieron cuando apenas tenía siete en Cumbal, un pequeño pueblo en la frontera entre Colombia y Ecuador. Primero fue el párroco Román Solarte –que ya murió y sus crímenes quedaron en la impunidad– y luego su drama seguiría con dos sacerdotes franciscanos que llegaban de localidades vecinas. Pero Fabio Herrera no sería la única víctima de estos últimos. Todo ocurría los sábados en la noche, explica, cuando los sacerdotes, que estaban de paso, reunían a un grupo de niños amigos, los emborrachaban y luego los violaban.

“Mis padres eran católicos, como la mayoría de colombianos, y yo la verdad no sabía si lo que pasaba estaba mal o bien. Me creía en buenas manos y cerca de Dios”, relata en conversación telefónica desde Chicago, donde vive desde hace 45 años.

Herrera se guardó su dolor y se refugió en el alcohol desde los 12 años hasta que emigró a Estados Unidos a los 19. Allá se casó con una mexicana que sería la primera en enterarse. Recibió tratamiento psicológico hasta que pudo entender que era un sobreviviente de sacerdotes pederastas.

En 1996, “cuando la Iglesia Católica comenzó a pagar millonadas a todas las víctimas”, dice, escribió Over and over again, un libro que fue llevado al cine por el director uruguayo Ricardo Islas en 2010. Fabio, que es hoy un empresario de éxito, tuvo el valor de rodar algunas de las escenas en la iglesia de su natal Cumbal. “Escribir fue la manera de ayudarme a mí mismo”, afirma.

Desde hace cuatro años es miembro de SNAP (siglas, en inglés, de la red de víctimas de abusos de sacerdotes, cuya sede principal es Chicago) y siente que el explosivo informe de la ONU contra estos crímenes de la Iglesia es “acertado” y que aquellos que los cometieron tienen que pagarlo de alguna manera. Sin embargo, “una víctima es una víctima y ya no se puede hacer nada, pero sí prevenir y trabajar por el bienestar de los niños”, dice.

Para Herrera, la ONU simplemente está diciendo la verdad en su informe presentado a inicios de febrero. “Una verdad oculta que tenían entre México y Estados Unidos, oculta por obispos, arzobispos, inclusive el Papa, simplemente por no castigar o por cubrir a la Iglesia Católica diciendo que es bondadosa en todos los aspectos”, dice. Para este colombiano, lo justo sería que el Papa mismo saliera a denunciar de inmediato y dejara de cubrirlos. “El Papa debe pensar en sanar la Iglesia Católica para que la gente vuelva a creer. Debe limpiar la casa en ese sentido [la pederastia]”, agrega.

A pesar de un calvario tan prolongado y sin justicia, Fabio dice que no está en contra de la religión católica y que seguramente va a morir siendo católico, pero otra cosa son sus líderes. Ahora quiere abrir una sede de SNAP-Colombia y el plan es iniciar con conferencias que reúnan poco a poco a las víctimas, pero reconoce que es muy difícil porque en el país suramericano hay una gran mayoría católica que se niega a enfrentar la realidad de la pederastia. “Todavía creen en los sacerdotes, en que pobrecitos, no tienen la culpa porque están cerca de Dios”. El rechaza con firmeza esas creencias. “Los sacerdotes son humanos y como humanos deben pagar las consecuencias por los crímenes cometidos”, concluye.

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