Dominique Roques busca los ingredientes de los perfumes: “Cada campesino debe ser feliz. Si no se paga un precio justo, no funciona”
Presente y futuro de las fragancias no pueden entenderse sin prestar atención a los primeros eslabones de su cadena. “El consumidor ha presionado para que el sistema mejore”, dice el explorador de ingredientes Dominique Roques.
Dominique Roques (París, 71 años) lleva más de tres décadas recorriendo el mundo en busca de materias primas con las que enriquecer a la perfumería. “Me suelen preguntar que si cuando viajo encuentro nuevas flores, nuevas cortezas… pero no funciona así. Es muy difícil introducir algo realmente nuevo en la paleta del perfumista. Puedes ir a lo más profundo del bosque tropical y descubrir una flor, pero luego ¿qué haces con ella? ¿Puedes producirla?”, dice señalando parte del trabajo que se esconde detrás de la magia de las fragancias. “Se captan olores por ejemplo en el desierto y ...
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Dominique Roques (París, 71 años) lleva más de tres décadas recorriendo el mundo en busca de materias primas con las que enriquecer a la perfumería. “Me suelen preguntar que si cuando viajo encuentro nuevas flores, nuevas cortezas… pero no funciona así. Es muy difícil introducir algo realmente nuevo en la paleta del perfumista. Puedes ir a lo más profundo del bosque tropical y descubrir una flor, pero luego ¿qué haces con ella? ¿Puedes producirla?”, dice señalando parte del trabajo que se esconde detrás de la magia de las fragancias. “Se captan olores por ejemplo en el desierto y se intentan replicar en el laboratorio, a partir de ingredientes naturales y sintéticos. Muchos de los esfuerzos para llegar a nuevas notas se hacen jugando con las materias primas que ya existen, pero producidas de forma diferente. Por ejemplo, de una rosa puedes tener un absoluto extraído con disolvente o puedes tener una esencia y después fraccionarla… un gran paso técnico ha sido la utilización del CO2 para una extracción en la que desaparecen los disolventes y no deja residuos. Es caro, pero tiene más éxito. Y hay muchísimas investigaciones interesantes en este campo, por ejemplo, jugando con la extracción con microondas”.
Roques, autor de El buscador de esencias (Siruela), está parcialmente retirado (tras jubilarse en Firmenich —multinacional responsable de elaborar muchos de los superventas de las marcas—, hoy colabora con proyectos); recala en Madrid para asistir a la entrega anual de premios de la Academia del Perfume, que en esta edición ha utilizado su libro como inspiración para la puesta en escena. Ha dado la vuelta al mundo varias veces rastreando flores, semillas o resinas, pero sobre todo potenciales socios con los que establecer un comercio regular de esas materias primas. Mientras que la mística del sector ha puesto intencionadamente su foco sobre el brillo de los frascos, este sourcer aboga por arrojar luz a todo el proceso. “Hay quien cree que el lujo empieza en la botella de perfume, pero yo considero que hay que remontarse más, hasta las materias primas”. Hoy no puede entenderse como lujo algo que no tenga en cuenta a toda la cadena, empezando por la vainilla de Madagascar, la canela de Sri Lanka, el benjuí de Laos, el pachuli de Indonesia o el vetiver de Haití. “Cuando empecé a ir a estos países a finales de los años ochenta había secretismo por parte de las compañías. Por razones económicas, por supuesto. A veces había precios ridículos y a veces la industria se aprovechaba de la pobreza de muchos países. Esto ha cambiado, pero solo en los últimos 15 años como mucho. El consumidor ha ido teniendo más información y ha presionado más y más. El sector se ha transformado profundamente, no es greenwashing. Antes había un comprador que hacía lo que quería y nadie se daba cuenta y ahora hay una transparencia brutal. No todo es perfecto, porque quedan complejos problemas por solventar, pero ha mejorado”.
La trazabilidad total es complicada, porque muchos productores compran las cosechas a cientos de campesinos diferentes, “pero ya sabes de qué pueblo viene, sabes las cantidades, sabes los precios. Hay grandes grupos que quieren exigir que todo esté certificado, de principio a fin, pero ahí olvidan que la situación en Somalilandia o en Haití no es la de Francia o la de España. Hay un choque de los valores del mundo occidental con las realidades de estos países. Hay cosas que puedes aclarar, cambiar o mejorar, pero no puedes imponer tu estándar sobre su tradición. Es cuestión de hablar y de entenderse con los productores, que por lo general son gente muy joven que quiere hacer un buen trabajo”. El mercado vira hacia asociaciones con estos productores en las que se reparta el riesgo: “Su principal problema es que la industria no es capaz de garantizar sus compras a tres años”. Estas dependen del éxito de los lanzamientos que se suceden a un ritmo vertiginoso, y si estos no funcionan como se esperaba el eslabón más débil de la cadena termina pagando el precio más alto: “Un comprador puede llegar a un productor de cardamomo de Guatemala diciendo que va a tener un gran lanzamiento con una marca, que va a necesitar tantas toneladas… y si luego no funciona, ¿cómo va ese productor a decirles a sus campesinos que no les puede comprar su cosecha? Por ello creo que la evolución pasa por una relación de partenaire”. Es factible: en las estanterías de las principales ciudades del mundo la demanda de fragancias continúa creciendo. Según McKinsey, sus ventas globales rozaron los 70.000 millones de dólares en 2022 y se espera que sigan creciendo hasta alcanzar los 100.000 millones en 2027. “La categoría es muy rentable, con márgenes de hasta el 90% en el subsegmento de lujo”, apuntan desde la consultora precisamente sobre la sección que espera mayor crecimiento, “con un aumento de lo premium, las fragancias de prestigio tienen una tasa de crecimiento anual estimada de entre el 8 y el 13% durante los próximos cinco años”.
Márgenes e ingredientes se verán afectados por factores como la crisis climática: “De momento se nota en la falta de agua en muchos países. En Francia, principal productor de lavandín [un híbrido de lavanda y espliego] del mundo, antes los campesinos de la meseta de Valensole en Provenza tenían suficiente para regar sus cosechas con la lluvia. Pero desde hace cinco años está cambiando, se están dando cuenta que para sobrevivir tendrán que regar el lavandín, que era algo impensable. Tendrán que adaptarse e invertir, porque cada problema tiene una solución, pero con un coste a veces muy importante. Y así llegamos al tema superinteresante del precio de los productos naturales frente al de los sintéticos, mucho más baratos”. ¿El riesgo? Que se recurra a las alternativas creadas en laboratorio, dejando caer tejidos productivos fundamentales para muchas regiones. Ha sucedido ya, por ejemplo, con la menta de la India, que ahora tiene una competencia feroz en el mentol sintético. “La industria debe elegir, pero sabiendo que es posible que algunos productos naturales desaparezcan. Si mañana la perfumería sigue sin bálsamo de Perú, ¿quién lo va a notar? Puedes hacer perfumes fantásticos sin bálsamo de Perú, pero la cuestión de fondo es que puede llegar un momento en el que la paleta de los naturales se reduzca mucho. Y es un crimen contra la riqueza de los perfumistas a la hora de componer”.
“Para mí es un tema bastante sencillo: cada campesino cultivando rosa, cultivando pachulí, o tuberosa debe ser feliz. Si no se paga un precio para que el señor del campo sea feliz, algo no funciona”. El futuro es esperanzador, sobre todo iluminado por una nueva hornada de compradores que busca calidad y aprecie la ética de todo el proceso, entendiendo que un frasco contiene mucho más que un aroma embriagador. “Creo que la perfumería nicho hará mucho bien colocando en el mercado productos de gran calidad que harán que el consumidor entienda su valor y esté dispuesto a pagar su precio”, reconoce Roques. Quizá sea la única manera de preservar la artesanía detrás de esta alquimia atávica. “Uno de mis recuerdos más increíbles es de Somalilandia, de cuando descubrí el olor del incienso saliendo de los árboles, es algo único. Hace 5.000 años que la humanidad descubrió este árbol mágico del que se podía extraer incienso, seguramente el primer perfume de la historia”.