¿Qué diferencia hay entre mente y cerebro?
Mientras que el cerebro es un órgano tangible que se puede estudiar, la mente es un constructo psicológico que muchas disciplinas aún intentan explicar
El cerebro es un órgano tangible que se puede tocar, palpar, medir y evaluar. Es biología pura. La mente es, por el contrario, un constructo psicológico con muchos marcos teóricos que intentan explicarlo. Pero a día de hoy no hay una teoría unánimemente aceptada que nos diga qué es la mente. Aunque es algo no tangible, es decir, que no podemos tocar, y que medimos de manera indirecta. Se supone que la mente es un producto de la parte biológica del cerebro.
El cerebro tiene dos partes, y esto sí está bastante consensuado. Una mente consciente en la que hay un producto cognitivo en forma de pensamiento y un producto emocional. Esa parte consciente es la que me permite desarrollar una serie de constructos psicológicos como la identidad personal, el yo, la toma de conciencia de mi individualidad. Por eso, las teorías de la psicología evolutiva dicen, aunque también aquí hay controversia, que la mente como tal en el niño y la niña se empieza a desarrollar alrededor de los dos años que es cuando toma conciencia de su individualidad.
La mente es una producción subjetiva. Yo creo que siento, que me identifico, el autoconcepto y demás, y presupongo que los otros también tienen una mente que les permite tener todo ese mundo interior. Por eso, las últimas corrientes en neuropsicología hablan de la trascendencia de la mente. Es decir, como algo trascendental muy difícil de medir.
La metacognición abarca todas las grandes capacidades cognitivas superiores como la capacidad del lenguaje, el cálculo, el pensamiento abstracto y la creatividad y se refiere a que yo pienso sobre ello. Esa metacongnición es “yo pienso sobre cómo pienso y cómo siento”.
La cuestión de la dualidad mente/cerebro viene desde la antigüedad, aunque el autor más “actual” que teorizó sobre ello fue el filósofo y matemático francés René Descartes con su idea de que somos cuerpo y mente. Pero todo esto viene de Platón cuando decía que el cuerpo es aquello que puedo entender, es el producto biológico que puedo palpar y medir, y la mente, que él identificaba con el alma, como la que nos conecta con el mundo de las ideas, un reino eterno y perfecto donde existen las formas puras de las cosas. Esta idea de la dualidad está superada hace décadas.
Hoy, muchas corrientes teóricas de la psicología, como la de los modelos cognitivo conductuales, nos dicen que la mente solo es un producto del cerebro y que tiene dos partes, la consciente y la inconsciente. Una de las últimas definiciones que se han dado sobre la mente es la de neurocientífico estadounidense David Eagleman que dice que la mente se piensa a sí misma y tiene capacidad de pensar y de sentir. Eagleman unifica el concepto de inteligencia socioemocional. La mente, según dice, no es solo la que tiene la capacidad de pensar, de pensar en mí misma y de observarme a mí misma pensando sino que también tiene la capacidad de sentir y de observarme a mí misma sintiendo. Por lo tanto, presupongo que la otra persona también tiene una mente que le permite pensar y sentir.
Sobre si la mente es exclusivamente un producto humano, los primeros estudios que se hicieron en psicología del pensamiento fueron con mamíferos superiores. De hecho, fue Darwin el que puso las bases de la psicología emocional cuando empezó a observar como algunos animales tienen conciencia de sí mismos. Hay animales como la ballena azul, el delfín, el elefante y otros con los que se ha comprobado que cuando les hacen la prueba del espejo tienen conciencia de que el reflejo que ven en el espejo es ellos mismos.
Hay corrientes que defienden que los animales tienen una mente que les permite pensarse a sí mismos y que es producto de todo ese proceso biológico que genera el cerebro.
En cuanto a si las enfermedades mentales son de la mente o del cerebro, el último estudio publicado hace dos años en la revista científica Neuron, un exhaustivo metaanálisis, dice que no hay ninguna modificación mantenida en el cerebro que justifique una enfermedad mental y que limitarlo a una cuestión biológica es muy reduccionista. Con lo cual, cuando se hace un diagnóstico diferencial y se descartan enfermedades orgánicas como tumores cerebrales, etc., y me queda una depresión mayor, una psicosis o una paranoia, sabemos que es una producción de la elaboración cognitiva y emocional que genera esa distorsión. Que es verdad que mejora con algunos medicamentos, pero sabemos también que es la terapia lo que ayuda a esa curación.
Carmen Sarabia Cobo es enfermera y doctora en Psicología, profesora titular de la Universidad de Cantabria, especialista en neuropsicología, demencias y vejez. Coordina el grupo de investigación de Enfermería del IDIVAL.
Pregunta enviada vía email por Antonio Loma-Ossorio Blanch.
Coordinación y redacción: Victoria Toro.
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