La canela bajo sospecha: la Comisión Europea detecta posibles problemas de seguridad, pero el estudio tiene luces y sombras
Algunas muestras de ‘canela cassia’ pueden contener cantidades elevadas de cumarina, pero el número de muestras es escaso y no permite extrapolar los resultados a toda la canela de la UE
Dos tercios de las muestras de canela analizadas (más del 66%) no cumplieron los estándares internacionales de calidad. Esto es lo que nos dice la Comisión Europea con respecto a un reciente estudio que acaba de hacer público. El problema no se asocia a un solo motivo, sino a varios. Según la Comisión, algunas muestras no cumplían con la legislación de seguridad alimentaria de la Unión Europea y otras eran sospechosas de fraude. Además, es posible que excedieran los límites seguros de cumarina, un compuesto presente de forma natural en algunos tipos de canela que es potencialmente tóxico para el hígado y que puede resultar especialmente preocupante para los menores de 10 años. Aunque el estudio aporta información valiosa, el análisis de tan solo 104 muestras en 13 países no permite extraer conclusiones sólidas. Pero veámoslo en profundidad:
¿Qué dice el estudio?
El estudio es obra del Centro Común de Investigación (Joint Research Centre o JRC), un organismo de la Comisión que realiza investigaciones para proporcionar evidencias científicas independientes que permitan asesorar las decisiones a la hora de desarrollar políticas en la Unión Europea.
En él, analizaron 104 muestras de canela adquiridas en tiendas de trece países: diez de la Unión Europa, además del Reino Unido, Serbia y Sri Lanka.
El principal objetivo era luchar contra el fraude, algo que cobra mucha importancia en productos como la canela. Y es que las especias son muy tentadoras para los estafadores, debido a su elevado precio y a que es relativamente fácil cometer fraude, dado que muchas se comercializan en polvo.
El fraude de la canela
Existen dos tipos principales de canela: la canela de Ceylán (Cinnamomum verum o Cinnamomum zeylanicum Blume), que es originaria de Sri Lanka, y la cassia (Cinnamomum cassia o Cinnamomum aromaticum), que es originaria de Myanmar, antigua Birmania.
La primera, la de Ceylán, es más apreciada por su aroma, más complejo y sutil, y además es más escasa, así que es también más cara que la cassia, cuyo sabor y aroma son mucho más fuertes y se produce a gran escala. Teniendo esto en cuenta, podemos imaginar que una de las formas de fraude más comunes consiste en hacer pasar esta última por la primera. Según los análisis realizados por el JRC, un 9% de las muestras etiquetadas como canela de Ceylán fueron sustituidas por canela cassia.
También se sospechó de otros tipos de fraude, como la sustitución de la corteza (que es la parte de la planta de donde se obtiene la canela) por otras partes, como hojas, raíces y flores.
Hay que señalar, además, que para los consumidores es difícil, a veces imposible, distinguir qué tipo de canela está comprando porque en muchos casos no se especifica en el etiquetado.
Precaución con la cumarina
Identificar el tipo de canela que estamos comprando es importante. No solo por las diferencias en sus características organolépticas (aroma y sabor) y por su precio, sino también por su contenido en cumarina, que, como hemos mencionado, es potencialmente tóxica para el hígado. Esta se encuentra en cantidades importantes en la canela cassia (aunque sus niveles pueden variar), mientras que en la de Ceylán está presente en concentraciones mucho más bajas.
En 2004, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) determinó que la ingesta diaria tolerable de cumarina es de 0,1 mg/kg de peso corporal. Eso significa, por ejemplo, que una persona de 60 kg podría consumir 6 mg de este compuesto cada día de su vida sin sufrir efectos adversos. La EFSA consideró que, en una dieta normal, una persona ingeriría en torno a 1,4 mg de cumarina, muy lejos de esa IDT, por lo que no supondría una preocupación para la salud.
Sin embargo, este reciente estudio del JRC revela que algunas muestras de canela cassia analizadas contenían cantidades de cumarina elevadas, de modo que el consumo de una cucharadita (unos 5 g) excedería esa IDT para personas de 60 kg e incluso de 80 kg.
Especial precaución en niños
Según las estimaciones que la EFSA recogió en su informe de 2004, para un niño de 30 kg, la IDT equivaldría a 3 mg, una cantidad que podría encontrarse en media cucharadita de canela cassia.
Sin embargo, los resultados del estudio del JRC indican mayores cantidades de cumarina en algunas muestras. Concretamente, señalan que 31 de las muestras analizadas eran potencialmente peligrosas para los niños debido a un alto contenido en cumarina.
Así, los niños de entre 6 y 18 meses (con un peso de entre 7 y 10 kg) tendrían que consumir tan solo 0,5 g (un octavo de cucharadita) de la muestra de canela cassia con más cumarina para superar la IDT. También se analizaron otras 13 muestras con cantidades elevadas, de modo que esos niños superarían la IDT consumiendo 1 g (un cuarto de cucharadita).
Hay que aclarar que el contenido en cumarina de la canela cassia puede variar considerablemente de unas muestras a otras. Las estimaciones anteriores se refieren a las muestras con más cumarina, pero eso no significa que vayamos a encontrar necesariamente esos niveles en la canela que consumimos. Además, que se supere la IDT en una ingesta puntual no implica necesariamente un riesgo inmediato para la salud de los niños que se encuentran en esos supuestos. La IDT no se refiere a una ingesta puntual, sino a la cantidad que se puede consumir de forma segura a lo largo de la vida de una persona. Además, se estima con un margen de seguridad.
Dicho de otro modo, que un niño consuma un día puntual una cantidad considerable de canela cassia con un contenido elevado de cumarina no tiene por qué suponer un riesgo inmediato para su salud. Aunque, obviamente, lo ideal es que eso no suceda. Por eso se recomienda que los niños y las personas con enfermedades hepáticas o con riesgo de padecerlas, elijan canela de Ceylán en lugar de canela cassia, dado que la primera apenas contiene cumarina.
Hay que aclarar que la legislación establece límites máximos para la cantidad de cumarina en productos elaborados, como postres o productos de panadería, pero no existen límites legales para la cumarina que puede estar presente de forma natural en la canela como tal. De hecho, el estudio del JRC sugiere la necesidad de abordar este asunto, sobre todo si se confirma un uso creciente de la canela como ingrediente.
Contaminación por plomo
Sobre la inocuidad de la canela por presencia de contaminantes ambientales, el estudio también encontró otra irregularidad: casi el 10% de las muestras analizadas no cumplía el límite máximo para el contenido de plomo, establecido por la legislación europea en 2 mg/kg.
¿Qué significa todo esto?
Una de las conclusiones a las que llega el JRC a partir de este estudio es que la tasa de irregularidades encontradas en la canela es alta, así que todo el sector debería prestar atención a la situación para poner medidas: desde los responsables políticos hasta los fabricantes y los laboratorios de control. Más aún teniendo en cuenta que la canela es una de las especias más consumidas en Europa. De hecho, en 2023 fue la quinta especia más importada por la Unión Europea, después del jengibre, el pimentón, la pimienta y la cúrcuma. Además, se espera que el consumo crezca en los próximos años, por lo que resulta aún más atractiva para quien pretende cometer fraudes.
También resulta necesario considerar el contenido de cumarina en la canela cassia y la posibilidad de establecer límites legales para su presencia natural, algo que actualmente no está regulado.
En cualquier caso, el análisis de tan solo 104 muestras en 13 países impide extraer conclusiones firmes sibre este asunto, ya que no es una muestra representativa del mercado europeo. Para ponerlo en contexto, solo en 2023 la Unión Europea importó más de 13.000 toneladas de canela, así que un promedio de ocho muestras por país resulte claramente insuficiente para reflejar con precisión la situación general del producto en el mercado.