Un estudio sugiere una relación entre el uso de tabletas y las rabietas en niños

Los padres ofrecen con más frecuencia el móvil como método calmante a niños que se enfadan más a menudo

El tiempo empleado por los niños en mirar pantallas se resta del de interacción con padres o compañeros, esencial para aprender a gestionar las emociones.Eduardo Parra (Europa Press)

En su libro La generación ansiosa: Por qué las redes sociales están causando una epidemia de enfermedades mentales entre nuestros jóvenes, el psicólogo de la Universidad de Nueva York Jonathan Haidt sostiene que la aparición de los dispositivos móviles con acceso a internet y las redes sociales como Facebook, Instagram o Tik Tok han provocado una epidemia de enfermedades mentales en niños y adolescentes. Aunque la tesis, según algunos especialistas, no ha sido confirmada con experimentos, es compartida por muchos padres que ven en los móviles los problemas de aprendizaje o de ánimo que sufren sus hijos.

Un estudio que publica hoy la revista Jama Pediatrics parece confirmar algunos de esos miedos, pero muestra también las dificultades para evaluar si el uso de pantallas provoca problemas o si las pantallas se convierten en un refugio cuando las cosas van mal. El trabajo, realizado con encuestas a 315 progenitores (el 93,4% de los que respondieron eran madres) entre 2020 y 2022, sugiere que el uso de tabletas con tres años y medio de edad estaba asociado con más rabietas y frustración un año después, y que la tendencia a tener rabietas con cuatro años y medio se asociaba a un mayor uso de las tabletas otro año después, con cinco y medio.

En EE UU, la mayor parte de los niños de cuatro años tiene un dispositivo móvil y su uso en esas edades pasó de cinco minutos diarios en 2020 a 55 en 2022, según los autores del estudio. La etapa preescolar es clave para que los niños aprendan a regular sus emociones, y aunque la mayor parte de los niños reducen el número de pataletas según van creciendo, hay diferencias individuales y no ser dueño de las propias emociones está asociado a peor salud mental y física o peores resultados académicos. Los niños que pasan más tiempo delante de las pantallas, se supone, tienen menos oportunidades de interactuar con sus padres o cuidadores o de jugar con otros niños, uno de los mejores espacios para aprender a controlarse.

Sin embargo, como plantean los autores, es habitual que para amansar a un niño volátil se le dé un móvil o una tableta. Es difícil de averiguar, por tanto, si el mayor uso de este tipo de dispositivos dificulta el aprendizaje emocional o si el carácter del niño lleva a los padres a ponerle delante del móvil con mayor frecuencia. Además, el uso del móvil de los padres también reduce el tiempo que pueden dedicar a enseñar a sus hijos a controlar la ira o la frustración. Como dice el investigador Stanislas Dehaene, “cuando la gente discute el peligro de los teléfonos móviles, hablan como si las pantallas fuesen problemáticas para los niños, pero los que tienen problemas con las pantallas son los padres, porque les apartan de la interacción con sus hijos. La tecnología restringe el entorno de aprendizaje de los niños por los padres”, concluye.

En primer lugar, los niños aprenden a regular sus emociones observando cómo lo hacen sus padres y escuchándoles como les explican que deben hacerlo, dos vías que no siempre coinciden. El tiempo que dedican los niños y los padres a las pantallas disminuye las oportunidades para este tipo de interacciones. Los investigadores reconocen que el periodo en el que se realizó el estudio, durante la pandemia del coronavirus, puede explicar, por los mayores niveles de estrés, un mayor número de explosiones emocionales o que los padres se refugien en sus dispositivos móviles o se los den a sus críos más a menudo para tenerlos apaciguados.

Estudios recientes sugieren que no es fácil establecer el vínculo entre uso de dispositivos móviles y problemas emocionales, y destacan que es importante, no solo medir el tiempo delante de una pantalla, sino qué se hace en ese tiempo. Si se miran contenidos educativos y acompañados de un educador, se ha observado que el efecto puede ser positivo. Los autores del artículo publicado en Jama Pediatrics indican que no tuvieron en cuenta el contenido consumido y señalan que algunos programas de dibujos animados como Daniel Tiger, que también es protagonista de aplicaciones móviles, ayudan a los niños a mejorar su regulación emocional.

Puedes seguir a EL PAÍS Salud y Bienestar en Facebook, X e Instagram.

Más información

Archivado En