Vinod Balachandran, oncólogo: “Una mayor velocidad es importante para tratar el cáncer, y la tecnología de ARN puede hacer eso posible”

El investigador prueba en un ensayo un tipo de vacunas personalizadas contra el cáncer de páncreas, uno de los tumores con peor pronóstico

El oncólogo Vinod Balachandran, del Memorial Sloan Kettering Cancer Center (MSKCC) de Nueva York.John Karsten Moran (Karsten Moran)

Antes de la llegada de las vacunas contra el coronavirus, la tecnología que controlaba el ARN mensajero ya se estaba empleando contra el cáncer. El ARN se sintetiza en el núcleo de las células, lee las instrucciones escritas en el ADN y lleva el mensaje a las fábricas del organismo para que produzcan todo tipo de sustancias esenciales para la vida. Esa molécula imprescindible se utiliza ahora para crear medicamentos que indican a la célula qué proteína producir, para proteger al cuerpo contra un virus o eliminar ...

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Antes de la llegada de las vacunas contra el coronavirus, la tecnología que controlaba el ARN mensajero ya se estaba empleando contra el cáncer. El ARN se sintetiza en el núcleo de las células, lee las instrucciones escritas en el ADN y lleva el mensaje a las fábricas del organismo para que produzcan todo tipo de sustancias esenciales para la vida. Esa molécula imprescindible se utiliza ahora para crear medicamentos que indican a la célula qué proteína producir, para proteger al cuerpo contra un virus o eliminar un tumor.

Vinod P. Balachandran (Siracusa, EE UU, 44 años), oncólogo del Memorial Sloan Kettering Cancer Center (MSKCC) de Nueva York, es uno de los investigadores que lleva casi una década trabajando para convertir las vacunas de mRNA (ARN mensajero) en un tratamiento útil para el cáncer. En una entrevista por videollamada, habla de los resultados, presentados recientemente, de un ensayo con 16 pacientes con cáncer de páncreas a los que, además de quimioterapia y un anticuerpo monoclonal, se dio una vacuna personalizada contra el tumor específico de cada paciente.

En 8 de los pacientes, la vacuna provocó una respuesta de los linfocitos T contra el cáncer y, después de tres años, seis de ellos se mantuvieron libres del tumor. De los ocho pacientes restantes en los que no hubo respuesta inmune, el cáncer regresó en siete de ellos. Ya hay en marcha una segunda fase de ensayos en los que se probará esta vacuna personalizada en unos 260 pacientes.

Pregunta. ¿Por qué eligió el cáncer de páncreas como uno de sus objetivos?

Respuesta. El cáncer de páncreas se va a convertir en la segunda causa de muerte por cáncer en EE UU en 2025, dentro de solo un año. Hay más muertes por cáncer de páncreas que por cáncer de mama, de colon, de próstata o de ovario y solo le supera el cáncer de pulmón. Y también es la principal causa de muerte por cáncer en el mundo.

Esto sucede en parte porque el tratamiento que utilizamos contra el cáncer de páncreas sigue siendo cirugía, quimioterapia y radiación. Estos tratamientos fueron desarrollados hace muchos años y no son muy efectivos. Necesitamos nuevos tratamientos urgentemente. Yo estaba muy motivado para contribuir a hacer algún progreso en esta enfermedad letal, ayudando a los pacientes a superarla.

P. Una parte de la idea para su enfoque terapéutico viene del estudio de ese 10% de pacientes a los que diagnostican cáncer y están vivos cinco años después. ¿Qué tienen de diferente?

R. Es una idea que tuvimos en 2015. Nos preguntamos justo eso. Sabemos que hay unos raros supervivientes del cáncer de páncreas, alrededor del 12% de los pacientes, que reciben el mismo tratamiento que otros pacientes, pero, extraordinariamente, sobreviven a largo plazo. Pensamos que estudiando en profundidad a estos pacientes y comprendiendo qué podría ser diferente en ellos, podríamos desarrollar terapias para convertir a otros pacientes en largos supervivientes.

En 2017, publicamos un artículo en Nature en el que mostramos que una de las diferencias llamativas era que sus tumores tenían, aproximadamente, una densidad doce veces superior de células T CD8, unas células muy especializadas que protegen al cuerpo de las infecciones y el cáncer. Eso sugiere que estos pacientes pueden tener un reconocimiento inmune espontáneo de su cáncer. Y además, pudimos identificar las células T idénticas que se encontraban en los tumores, persistiendo de forma espontánea en su sangre más de una década después, algo que apoya la idea de que quizá estos pacientes fuesen capaces de montar respuestas inmunes espontáneas contra su cáncer. Esto nos llevó a plantearnos si podríamos comprender qué es lo que los linfocitos T están identificando como extraño. Identificando lo que están viendo, podríamos desarrollar una estrategia para enseñar a otras células del sistema inmune de los pacientes a reconocer sus tumores de un modo parecido a lo que sucedía con los supervivientes a largo plazo.

Vimos que las células T de los pacientes estaban reconociendo las mutaciones concretas de ese paciente. Esto quería decir que para enseñar al sistema inmune de otros pacientes a reconocer sus cánceres para crear una vacuna, esta tenía que ser hecha individualmente para cada paciente. Y en aquel momento, pensamos que la mejor tecnología para hacer esto era el ARN, así que nos pusimos en contacto con colegas en Genentech y Biontech con una propuesta para utilizar la tecnología de sus vacunas de ARN para el cáncer y que probaríamos la tecnología con el cáncer de páncreas.

P. ¿Por qué la mitad de los pacientes no responde a este tratamiento?

R. La primera respuesta es que no estamos seguros. Sin embargo, una de las posibles explicaciones es la formulación de la vacuna que utilizamos en este ensayo clínico, que es intravenosa para que llegue al máximo a los nódulos linfáticos en todo el cuerpo. Este tipo de vacunas intravenosas, en contraste con las vacunas intramusculares, van al bazo y eso produce una respuesta inmune fuerte en el paciente. En el cáncer de páncreas, hay varias cirugías que incluimos dentro del tratamiento habitual y una de ellas es la extirpación del bazo. Entre los que no respondieron a nuestro tratamiento, había un número ligeramente superior a los que habían quitado el bazo antes de la vacunación. La cifra, no obstante, no era significativa estadísticamente, así que no podemos decir con seguridad que ese sea el motivo, pero nos parece que al menos esa puede ser una de las razones que influyan en que en algunos pacientes no funcione la vacuna.

P. ¿El coste y el tiempo para desarrollar la vacuna personal puede ser un problema para que se convierta en un tratamiento que llegue a muchos pacientes?

R. Una mayor velocidad es importante para tratar el cáncer y la tecnología de ARN puede hacer esto posible. Ahora estamos muy centrados en intentar entender cómo emplearíamos esta nueva tecnología de vacunas y otras para enseñar al sistema inmune de los pacientes a reconocer sus propios tumores. Queremos entender si sería una medicina efectiva.

P. ¿Qué expectativas tienen para la siguiente fase?

R. Tenemos que hacer un seguimiento del ensayo de fase uno, y hay un ensayo aleatorizado de fase dos abierto en Sloan Kettering y globalmente que está diseñado para poner a prueba la eficacia de la vacuna.

P. Empezaron a trabajar con esta tecnología en cáncer de páncreas en 2017. Desde entonces, la tecnología de mRNA se empleó en todo el mundo y en millones de personas en la vacuna de la COVID. ¿Esto ha servido para aprender algo que se pueda utilizar en las vacunas del cáncer?

R. Hay diferencias en las tecnologías específicas de ARN y en los tipos de administración empleado en las vacunas de la COVID y en las que utilizamos en las vacunas de cáncer. Dicho esto, el público se familiarizó con el concepto de usar una vacuna de ARN y con la percepción de seguridad, y eso favorece la idea de emplear estas tecnologías novedosas contra otras enfermedades que suponen un desafío, como el cáncer.

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