El cine en terapia: ¿pueden las películas ayudar a procesar un duelo o superar una ruptura?
Visualizar filmes puede ayudar a abordar problemas personales desde la distancia y a aprender habilidades que muestran los personajes para resolver conflictos
En su primer día de consulta, un paciente le dijo a la psicóloga Ana Fernández que al ver la película Shame se había dado cuenta de que tenía adicción al sexo. Otro decidió tratar su trastorno obsesivo-compulsivo tras visionar ...
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En su primer día de consulta, un paciente le dijo a la psicóloga Ana Fernández que al ver la película Shame se había dado cuenta de que tenía adicción al sexo. Otro decidió tratar su trastorno obsesivo-compulsivo tras visionar Toc Toc. Los personajes de la pantalla muchas veces se enfrentan a las mismas situaciones o problemas que las personas en la vida real. Experiencias como estas han llevado a investigar científicamente si el cine puede ayudar a tratar un trastorno, procesar un duelo, superar una ruptura amorosa o afrontar una traición de un familiar o de un amigo.
La cineterapia es el uso de películas, escenas o cortometrajes como herramienta de apoyo a la terapia psicológica. Así lo explica Fernández, que es coordinadora del grupo de trabajo de psicología y artes audiovisuales y escénicas, del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid: “Las películas actúan como metáforas de la vida, al igual que los cuentos, las novelas, o las representaciones teatrales. Pero el cine tiene un mayor impacto emocional, ya que utiliza muchos recursos técnicos para atrapar al espectador de una forma muy potente”. Se refiere al sonido, la música, los diálogos, los paisajes naturales, los primeros planos, e incluso los efectos especiales.
Las emociones suscitadas por las películas pueden servir al terapeuta y al paciente para reflexionar juntos y hacer analogías sobre las decisiones, emociones, personalidad o formas de relacionarse de los personajes. Con alguien que trata de procesar el duelo, Fernández hablaría de películas como Manchester frente al mar, Gente Corriente o Despedidas. Mientras que Historia de un matrimonio sería una alternativa para alguien que trata de superar una ruptura, Secretos y mentiras lo sería para quien afronta una traición o Vidas cruzadas, para quien se siente solo. Con una víctima de bullying, la psicóloga usaría Cobardes o El país del miedo. Y con alguien que sufre violencia de género, probaría con Te doy mis ojos o con el cortometraje La loca y el feminista.
Una revisión publicada en la revista Frontiers in Psychology indica que la cineterapia puede tener un efecto positivo en el bienestar de los pacientes y ayudarles a afrontar los desafíos de la vida. “Cuando la técnica se aplica correctamente y el paciente puede identificarse con un personaje cinematográfico concreto, puede hablar de su situación sin exponerse: de su vida en tercera persona”, sostiene Elena Sacilotto, una de las autoras del estudio. Esta psicóloga y doctora en la Universidad de Pavía afirma que el paciente puede aprender habilidades de los personajes, e inspirarse para su propia situación, al debatir sobre la película con un profesional que le oriente.
Hay psicólogos que recurren a la cineterapia como una herramienta complementaria para abordar una gran variedad de problemas: “Desde la angustia existencial generada por problemas de pareja a la que sufren los niños que viven el divorcio de sus padres, o trastornos como la anorexia”. Jenny Hamilton, profesora titular de orientación y terapia psicológica en la Universidad de Lincoln, afirma que la investigación sobre cineterapia muestra una variedad de beneficios. Por ejemplo, “se puede usar como herramienta para reducir la ansiedad y para hacer la terapia más atractiva”.
El uso de películas en sesiones de psicoterapia grupal puede animar a pacientes psiquiátricos hospitalizados a hablar sobre sus creencias, pensamientos y sentimientos mientras debaten sobre los personajes y las historias. Además, frente a la gran pantalla, los jóvenes con autismo pueden identificar sus puntos fuertes positivos y desarrollar resiliencia, según recoge una investigación publicada en la revista Counselling and Psychotherapy Research. Algunos estudios exploran el potencial de la cineterapia para reducir el conflicto entre padres y adolescentes en el asesoramiento escolar o para ayudar, usando películas de superhéroes, a jóvenes diagnosticados con esquizofrenia a reconceptualizar sus historias e imaginar nuevas posibilidades.
Las limitaciones de la cineterapia
Si bien existen varias investigaciones que avalan la eficacia de la cineterapia, la técnica aún no ha alcanzado un nivel óptimo de estandarización, según Sacilotto. La experta destaca que muchos de los estudios publicados se basan en análisis cualitativos, lo que limita la generalización de sus resultados y dificulta la comparación entre diferentes investigaciones. La revisión publicada en Frontiers in Psychology concluye que se necesita un enfoque metodológico más estandarizado para medir con precisión la eficacia de estas técnicas y, así, poder promover su uso clínico.
“Debemos tener cuidado, ya que la salud mental es compleja y difiere de persona a persona”, afirma Agata Lulkowska, profesora titular de Dirección y Producción Cinematográfica de la Universidad de Staffordshire. La experta indica que la cineterapia puede ayudar a los pacientes a mejorar su estado de ánimo, inspirarse para enfrentar algunos problemas y aliviar el aislamiento al identificarse con personajes que podrían experimentar desafíos similares en la vida. Aun así, destaca que no se puede utilizar como la única forma de afrontar un problema y que no se han realizado suficientes estudios para comprender el efecto a largo plazo.
Además, la cineterapia no tiene por qué resultar útil para todas las personas, según los expertos consultados. “No creo que haya nada que valga para todo el mundo”, afirma Fernández. La experta considera que puede haber espectadores que busquen un tipo de películas con fines evasivos y que no profundizan más allá. Otros pueden “rechazar temáticas que no encajen con sus ideas de base o solo quedarse con aquello que confirma sus opiniones”.
Para obtener algún tipo de beneficio en la salud mental, ¿basta simplemente con ver una película o hay que hablar de ella, hacer algún ejercicio o acudir a terapia con un profesional? “Depende mucho de lo que necesites”, afirma Lulkowska. Las historias que se narran en la pantalla pueden evocar una amplia gama de emociones: desde risas, tristeza, miedo o ternura hasta una sensación de alivio. “Incluso las emociones negativas como el miedo o la tristeza pueden ser transformadoras al proporcionar una sensación de purificación una vez que la emoción ha sido procesada”, añade esta especialista.
Hay muchas páginas en Internet que organizan las películas por temas psicológicos. Cualquier persona puede acceder a ellas y sacar sus propias conclusiones. Pero, como afirma Fernández, “si lo que buscas es afrontar problemas psicológicos concretos o hacer algún trabajo de desarrollo personal, necesitas la ayuda de un profesional que elija las escenas y el trabajo que se haga con ellas”.
Un complemento a la ayuda psicológica
En la misma línea se posiciona Lulkowska, que destaca que ver una buena película y hablar con amigos sobre ella puede levantar un poco el estado de ánimo. Pero insiste en que las enfermedades graves que requieren medicación y diversas terapias son un asunto completamente diferente: “En este último caso, se recomienda la supervisión de un médico o psicólogo”.
Un psicólogo propondría algunos ejercicios al paciente. Podría, por ejemplo, preguntarle acerca de sus personajes favoritos y cualidades que más valora en ellos; o, por el contrario, sobre los que más rechazo le provocan y por qué. Así lo indica Ana Fernández, quien señala que también “se pueden analizar formas diferentes de comunicación entre personajes para estimular una mejor forma de relacionarnos con nuestra pareja o amigos”. Otro ejercicio consistiría en analizar las secuencias en que el espectador se emocionó, además de identificar la emoción y qué la produjo. “En muchas ocasiones, son los propios pacientes los que comentan que una película les conmovió o les hizo pensar en algo que les trajo a terapia o que algo de lo que estamos trabajando le recuerda a un personaje. Ahí tendríamos un estímulo claro para utilizar el cine de forma eficaz a partir de sus propias impresiones”, añade esta psicóloga.
Otra alternativa que propone Fernández son los cineforos psicológicos. En ellos, se realizan coloquios con el público a partir de las películas para abordar temas psicológicos de interés común. El Colegio Oficial de la Psicología de Madrid organiza, en colaboración con la Academia de Cine, ciclos bajo el título El cine como espejo y modelo de nuestra vida. En ellos, se reflexiona sobre películas como Destello bravío. En este filme, Isa se habla a sí misma dejándose mensajes en su grabadora para cuando desaparezca o pierda la memoria, Cita se siente atrapada en un matrimonio en una casa llena de santos y vírgenes y María regresa a la población donde nació para enfrentarse a su soledad. Estas tres mujeres tienen algo en común: un profundo deseo de experiencias liberadoras que les hagan reencontrarse con el lugar donde fueron felices o soñaron serlo.
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