Cinco meses para desactivar el ‘lago asesino’ de Huelva

El Instituto Geológico instalará este mes un sistema para extraer 80.000 metros cúbicos de dióxido de carbono de una mina inundada

Lago de la mina de Las Herrerías (Huelva).PACO PUENTES

En cinco meses Puebla de Guzmán (Huelva) se librará de la amenaza del bautizado como lago asesino, una antigua mina a cielo abierto (corta minera) inundada que acumula 80.000 metros cúbicos de dióxido de carbono (CO2) disueltos en el agua. El Instituto Geológico y Minero de España (IGME) instalará en la primera quincena de este mes el sistema que permitirá extraer del fondo del lago el gas y alejar el peligro. Costará 21.366,25 euros, que sufraga la Junta.

En condiciones normales, el CO2 permanecerá en el f...

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En cinco meses Puebla de Guzmán (Huelva) se librará de la amenaza del bautizado como lago asesino, una antigua mina a cielo abierto (corta minera) inundada que acumula 80.000 metros cúbicos de dióxido de carbono (CO2) disueltos en el agua. El Instituto Geológico y Minero de España (IGME) instalará en la primera quincena de este mes el sistema que permitirá extraer del fondo del lago el gas y alejar el peligro. Costará 21.366,25 euros, que sufraga la Junta.

En condiciones normales, el CO2 permanecerá en el fondo del lago sin que sea un peligro. El riesgo reside en que se libere de golpe, por el derrumbe de un bancal o un pequeño sismo, por ejemplo. "Se llaman erupciones límnicas", indica Javier Sánchez España, geoquímico del IGME. Una de ellas desencadenó la muerte de 1.700 personas en un lago en el noroeste de Camerún en 1986. Una densa nube de CO2 y metano, procedente del lago, desplazó el oxígeno y mató a cientos de habitantes del lago Nyos.

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Las alarmas en Huelva saltaron hace un año, cuando en una publicación científica se reseñó la existencia de este lago —en la corta de la explotación Las Herrerías, abandonada en los años ochenta— con una gran acumulación de CO2 en el fondo. El gas se había formado debido al contacto de las aguas ácidas derivadas de la actividad minera con los carbonatos de los suelos de la corta. "Hay acumulado suficiente CO2 para ser peligroso", señala Sánchez, coautor de aquel artículo científico y que ahora se encarga del proyecto para desactivar la amenaza. El acuerdo entre el IGME y la Junta, adelantado por la cadena SER, se firmó en julio y los encargados del proyecto ultiman ahora la instalación de la tubería de 50 milímetros que permitirá extraer el dióxido de carbono.

El equipo de Sánchez calcula que en el caso de liberarse el CO2 del lago de Puebla de Guzmán, se generaría una nube de cinco metros de altura. El pueblo está a un kilómetro, con lo que no habría riesgo para sus habitantes. "Pero si alguna persona está cerca moriría por asfixia", advierte.

Caso único en Europa

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Hasta ahora, el de Huelva es el único caso de un lago de estas características documentado en Europa, resalta Sánchez. Y en los localizados en África la acumulación de gas se genera por la actividad volcánica, al tratarse de cráteres, no por la antigua actividad minera, como en el caso de Puebla de Guzmán.

"En la inmensa mayoría de las cortas inundadas no hay problemas; el agua se vuelve ácida, no se puede utilizar, pero no hay riesgo", afirma el especialista del IGME. Pero las minas onubenses son "muy ricas en carbonatos", por lo que pueden generar CO2. "En Huelva hay una veintena de cortas inundadas", señala Sánchez, que pretende poner en marcha un proyecto de control para detectar si existen más casos como el de Las Herrerías.

Para diseñar el sistema de extracción del CO2 el equipo del IGME se ha fijado en la solución que, tras el desastre de los ochenta de Camerún, se instaló en varios lagos africanos. Básicamente, se trata de anclar en el fondo del lago una tubería por la que se bombea el agua hasta la superficie. "Es como una pajita gigante", dice Sánchez. Cuando el agua llega a la superficie el CO2 sale de forma controlada y se disuelve en el aire.

El equipo de Sánchez ya había instalado un sistema parecido en el lago, "pero con una tubería pequeña". "Al ritmo actual habríamos tardado dos años en acabar con el problema. Ahora en cinco meses se disipará el gas", concluye.

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