Cerrar la brecha digital también es hacer cooperación al desarrollo
Para lograr una mayor inclusión de los países de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental y reducir las brechas de desigualdad en la zona es esencial impulsar la interconectividad digital en la región
Cuando comento con mis conocidos que me dedico a la cooperación al desarrollo, lo primero que me suelen preguntar es qué hago para paliar las lacras que asolan a los países más vulnerables con los que trabajo.
En la mayoría de los casos presupongo que la respuesta esperada por mis interlocutores será o bien que trabajo en ayuda humanitaria –un estereotipo no malintencionado– o bien en proyectos para el desarrollo de construcciones vitales, como escuelas, pozos, etc. Mi respuesta suele causarles sorpresa cuando les comento que mi foco es la gestión de proyectos en las áreas de migración, agro-pastoralismo e infraestructuras.
Dada mi experiencia laboral, más económica que otra cosa, las infraestructuras son lo que despiertan en mí un mayor interés. No hay más que estudiar un poco de historia contemporánea de España para darse cuenta de que el desarrollo de nuestro país desde los años de posguerra se debe en gran medida al buen despliegue de infraestructuras a lo largo y ancho de nuestra geografía, lo que ha favorecido, sin ir más lejos, el éxito turístico patrio desde los años sesenta.
En África Occidental abundan las crisis y los problemas de índole más básica (crisis alimentarias rampantes, sequías pertinaces, inseguridad y corrupción) por lo que hablar de infraestructuras puede parecer frívolo. Pero nada más lejos de la realidad: si se quiere dar solución a los problemas de estos países y lograr que enfilen el camino del desarrollo socioeconómico, hay que centrarse en esta área vital.
En Nigeria, el uso de Internet entre el 36% de la población puede considerarse hasta obsesivo, encabezando el ranking africano en el uso de redes sociales
Dentro del área de las infraestructuras (de movilidad, provisión de servicios esenciales de agua, gestión de residuos, energía, etc.) una de las que más frecuentemente se olvidan son las relacionadas con el sector de las Tecnologías de la Información (TIC). Para el continente africano, y para África del Oeste en concreto, la accesibilidad a internet presenta un sinfín de oportunidades.
En Nigeria, con una posición hegemónica en la región en términos económicos y demográficos, el uso de internet entre el 36% de la población puede considerarse hasta obsesivo. Los nigerianos encabezan el ranking africano en el empleo de redes sociales, con una media diaria de tres horas y 42 minutos, además de ser líderes mundiales en el volumen total de navegación móvil.
Asimismo, este uso intensivo de las redes y entornos digitales puede explicar que el número de unicornios –empresas con una facturación superior a los 1.000 millones de dólares– en África alcance ya siete, de los cuales cinco son nigerianos y centrados en el ámbito del FinTech o tecnología del mercado y el comercio electrónico.
Pero, ¿cómo se han podido lograr estos avances? Por la inversión continua en infraestructuras de banda ancha en determinados países de África Occidental. Si observamos un mapa de estas infraestructuras en los 15 Estados miembros de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), podemos deducir que Nigeria, Ghana y Costa de Marfil, los países con mayor peso económico, gozan de una gran interconectividad por cables marítimos y terrestres, lo que retroalimenta sus posibilidades de desarrollo económico en un mundo hiperconectado.
Mientras, Guinea-Bisáu, Guinea-Conakri, Sierra Leona, Liberia y Gambia tienen suerte de poder contar con una conexión submarina para todo su territorio, y los países sin acceso al mar (Mali, Níger y Burkina Faso) apenas corren mejor suerte. La consecuencia de esto es que los países con menores índices de desarrollo humano en la región y en el mundo deben hacer frente a los mayores costes por cada gigabyte de internet. El precio oscila entre tres y cinco dólares en buena parte de estos países, respecto a Ghana y Nigeria, en donde la media es de un euro o un euro y medio.
Los países con menores índices de desarrollo humano en la región y en el mundo deben hacer frente a los mayores costes por cada gigabyte de internet
Las condiciones de partida están marcadas, en tanto en cuanto, la mayor capilaridad de instalaciones de banda ancha en unos países que en otros acentúa la desigualdad económica entre Estados; tanto o más que no tener acceso directo al mar o no contar con suficientes recursos naturales de alto valor.
Muchas cosas me impactaron al llegar a Nigeria, pero, sin lugar a duda, el uso constante de las nuevas tecnologías en todos los ámbitos de la vida –en materia de publicidad en redes, operativa bancaria, compras electrónicas– me sorprendieron muy positivamente. Es un muy buen indicador cuando una sociedad tan emprendedora como la nigeriana hace uso de los medios tecnológicos digitales para despuntar y favorecer la diversificación económica.
Lo mismo es deseable para el resto de los países del espacio CEDEAO. Sin embargo, por las condiciones de inseguridad y carestía de recursos, se hace muy difícil que el sector privado tome la iniciativa por sí solo para aprovechar estas necesidades del mercado, y es aquí donde entra en juego la labor multilateral y de cooperación para nivelar las oportunidades.
La cooperación no se limita solamente a trabajar en respuesta directa a hambrunas y lacras de desigualdad y violencia
La Unidad de Preparación y Desarrollo de Proyectos de la CEDEAO (PPDU), con financiación y apoyo técnico de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), acomete numerosos estudios de infraestructuras en la región para analizar su viabilidad y buscar los recursos público-privados para acometerlos. Próximamente, se va a lanzar el proyecto Amilcar Cabral –en honor al héroe de la descolonización de Cabo Verde y Guinea-Bisáu– que busca incrementar el número de cables submarinos de banda ancha en los países más vulnerables (Guinea-Bisáu, Guinea-Conakri, Sierra Leona, Gambia y Liberia) y Cabo Verde, este último con mala conexión dada su insularidad.
Este proyecto pretende apuntalar una mayor integración regional en el campo de la interconectividad digital y sigue la pauta del hito que supuso la liberalización de los mercados de las telecomunicaciones en los Estados de la CEDEAO, lo que ha ayudado a impulsar las inversiones en el campo de las infraestructuras de banda ancha.
Sé que tendré que contar muchas veces que la cooperación no se limita solamente a trabajar en respuesta directa a hambrunas y lacras de desigualdad y violencia, pero seguiré explicando con orgullo cómo los proyectos innovadores, tales como este de banda ancha, pueden ser vistos también desde un prisma de cooperación al desarrollo, precisamente porque buscan favorecer un crecimiento económico inclusivo en todos los sectores para todas las comunidades.
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