Las enfermedades no transmisibles también necesitan dinero
El cáncer, las patologías pulmonares y cardiovasculares, la obesidad, la diabetes y los trastornos mentales suponen la principal causa de muerte en todo el mundo, pero representan menos del 10% del presupuesto de salud mundial
Las enfermedades no transmisibles (ENT), tales como las cardiovasculares, el cáncer, las dolencias pulmonares, la diabetes, la obesidad y los trastornos mentales, suelen ser patologías crónicas que se desarrollan a lo largo de un período prolongado. En conjunto, son responsables de alrededor del 70% de las muertes a nivel mundial (y del 60% de las muertes en el África subsahariana, donde representan más del 55% de los ingresos hospitalarios en países tales como Kenia). Así, los países en desarrollo se enfrentan a una doble carga de enfermedades, ya que las transmisibles como la malaria, el VIH y la tuberculosis continúan siendo un gran desafío para estos países, y además ellos enfrentan una creciente incidencia de ENT.
Uno podría esperar que la gran y creciente carga de las ENT conduciría a la canalización de más fondos y recursos para abordarlas. Sin embargo, la lucha está crónicamente sub financiada y sigue siendo una prioridad menor en comparación con los esfuerzos para hacer frente a las infecciosas.
No existe un fondo mundial para ninguna ENT: en el año 2019, más del 40% de la ayuda para el desarrollo dirigida a tal fin provino de instituciones privadas. Sin embargo, los esfuerzos para combatir las transmisibles, cuya carga ha disminuido significativamente a lo largo de los años, cuentan con varias instituciones internacionales de financiación específicas para las mismas, como por ejemplo el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria (Fondo Mundial), Gavi, el Fondo de Población de las Naciones Unidas y la Fundación Bill y Melinda Gates. Y, a pesar de que las ENT son la principal causa de muerte en todo el mundo, representan menos del 10% del presupuesto de salud mundial.
Una de las razones para esta disparidad es la relativa falta de investigación basada en evidencia. Las entidades de financiación tienen el deber de invertir en estrategias basadas en datos, por consiguiente, han tendido a centrarse en otros ámbitos. Además, las ENT aún siguen siendo enormemente malentendidas. Muchas personas piensan que son causadas únicamente por la persona de manera individual, e ignoran todos sus otros determinantes sociales, económicos y estructurales. Tampoco ha sido de ayuda la debilidad de las acciones relacionadas con estas patologías por parte de los movimientos comunitarios de base, ni la mala concepción de la problemática por parte del sector público.
Quizás lo más significativo es que las ENT no formaban parte de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y, por lo tanto, perdieron oportunidades de recibir más fondos durante el período comprendido entre los años 2000 y 2015. Incluso ahora, la reducción de las muertes prematuras por este grupo de dolencias es solo una de las 169 metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 3.4), lo que dificulta la financiación de este objetivo. Teniendo en cuenta que es probable que la incidencia aumente aún más, se necesitan varias medidas urgentes para lograr un cambio en las prioridades mundiales de financiación.
Las ENT no formaban parte de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y, por lo tanto, perdieron oportunidades de recibir mayor financiación entre los años 2000 y 2015
El primer paso es hacer hincapié en los estrechos vínculos que existen entre las ENT y las enfermedades transmisibles, de manera que algunos fondos que ya se están canalizando hacia la lucha contra estas últimas puedan dirigirse a abordar dichos vínculos. Por ejemplo, muchos pacientes con VIH han manejado con éxito sus cargas virales y hasta el 40% ahora muere de enfermedades no transmisibles, como la cardiopatía isquémica y la diabetes. Asimismo, existe evidencia epidemiológica que muestra que las ENT contribuyen significativamente a las muertes por tuberculosis. Centrarse únicamente uno de los dos grupos de enfermedades, sin tener en cuenta el otro, dará como resultado un menor impacto a largo plazo.
En segundo lugar, debemos fortalecer la cobertura sanitaria universal con el propósito de centrarnos, en primer lugar, en los más pobres, que son los más afectados por las ENT. Las personas pobres que las padecen a menudo no pueden acceder a medicamentos, ni tampoco pueden pagar los gastos del propio bolsillo, ni los cuidados paliativos. Solo cuando los más vulnerables se beneficien de una cobertura sanitaria universal, podremos empezar a abordar el problema de manera efectiva. Tales esquemas también deberían contar con un paquete integral que se centre en la promoción y creación de salud, así como en la cobertura de tratamientos.
Por otra parte, los países deben utilizar investigaciones y datos relevantes para desarrollar un argumento financiero a favor de la inversión a nivel nacional. Las prioridades variarán según el país y la región. Algunos seguirán un enfoque que sea específico para determinadas patologías, mientras que otros adoptarán una estrategia más preventiva y promocional.
Pero, independientemente del enfoque que se adopte, la preparación de un argumento sólido a favor de realizar inversiones necesita del apoyo de los movimientos comunitarios de base, ya que un fuerte movimiento ciudadano logrará que los gobiernos se responsabilicen y rindan cuentas acerca de los compromisos que asumen. La mayoría de los gobiernos firmó la Declaración de Abuja, según la cual el gasto en salud pública debería representar al menos el 15% del presupuesto nacional total. No obstante, en muchos países, especialmente en África, representa menos del 5%.
La investigación continúa demostrando que el medio ambiente y las políticas gubernamentales también tienen un gran efecto en estas enfermedades
Por último, una estrategia nacional de desarrollo más amplia puede permitir que los países obtengan mayores beneficios. Al vincular los proyectos de infraestructura y medio ambiente construidos con la idea de combatir las ENT, podemos crear espacios públicos que fomenten el caminar y otras actividades físicas, y a su vez reduzcan la contaminación del aire. Del mismo modo, al trabajar junto con la industria alimentaria, podemos mejorar el etiquetado de paquetes, eliminar las grasas trans y aumentar los impuestos a los azúcares, sales y alimentos poco saludables con el propósito de alentar a que las personas mejoren sus dietas.
Claramente, la lucha contra las ENT exige de un enfoque asociativo. Contrariamente a la creencia popular generalizada de que estas dolencias son causadas por el comportamiento individual, la investigación continúa demostrando que el medio ambiente y las políticas gubernamentales también tienen un gran efecto en estas enfermedades.
Todas estas sugerencias subrayan la importancia de construir sistemas de atención de salud sólidos que puedan lograr el objetivo final de una sociedad fuerte y saludable en la que las enfermedades no transmisibles se prevengan, manejen y controlen. Una vez que miramos el panorama general, queda claro que reducir su carga mundial de una manera sostenible es un objetivo que el mundo no puede permitirse el lujo de perder.
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