Ir al contenido

Isis Hembe, rapero y activista angoleño: “En África tenemos una crisis crónica de identidad”

Este artista critica que el colonialismo latente siga marcando la agenda en su país, riquísimo en petróleo, donde las minorías, como las personas con discapacidad como él, quedan fuera de las prioridades del Gobierno

Isis Hembe es rapero, cineasta, poeta, activista, padre, persona con discapacidad y “también un poco brujo”. No necesariamente en este orden. Es sobre todo un narrador innato de historias, que brotan en la conversación de forma natural y prácticamente ya con la cadencia del rap, acompañadas también de insolencia y reprobación hacia quienes ostentan el poder en Angola. “Si fuésemos un país normal, yo no sería activista”, garantiza en una entrevista con este periódico en Madrid.

Hembe, de 38 años, presentó en noviembre en Madrid y Barcelona As Aventuras do Angosat, un premiado cortometraje cuyo punto de partida es el envío al espacio en 2017 de un satélite de comunicaciones angoleño que se perdió. Este hecho sirve para hacer una crítica aguda a las autoridades y para defender la identidad y la diversidad.

“Es muy duro hablar alto y claro en mi país. Cuando no eres mediático es aún más peligroso porque puedes acabar en la cárcel o desaparecer. Pero a veces, la gente entiende que hay cosas más valiosas que la propia existencia y que no se puede vivir siempre aplastado”, dice Hembe, que forma parte de Mudei, uno de los principales movimientos sociales del país.

Pregunta. En su película dice que siempre queremos estar donde no estamos. ¿Habla de Angola?

Respuesta. Mi país quiere impresionar a la comunidad internacional, pero no está a menudo atento a nuestras necesidades y apostamos por un desarrollo que no nos representa. En África en general, y lo digo en la película, tenemos una crisis crónica de identidad porque nuestros países fueron fundados e, incluso siendo libres, mucha parte del discurso y de las bases sociales están marcadas por el colonialismo. Son como antenas, parte de un proyecto que aún no acabó.

P. ¿Por ejemplo?

R. Yo estoy aquí hablando en portugués, no es mi lengua ancestral, pero es mi lengua materna, porque no pude aprender umbundu. Mi madre es la última de la familia que lo habla. El colonialismo pesa en nuestra identidad personal y en nuestra identidad como país. Nosotros tuvimos uno de los conflictos más largos de África, de 1975 a 2002, en el contexto de la Guerra Fría. Pero cuando nos dejan solos, cuando los intereses extranjeros se marchan, logramos conversar entre nosotros y arreglar más o menos las cosas. Los africanos necesitamos esta introspección y descolonizar la mente, emancipar nuestras cabezas.

Nuestros países fueron fundados e, incluso siendo libres, mucha parte del discurso y de las bases sociales están marcadas por el colonialismo. Son como antenas, parte de un proyecto que aún no acabó

P. ¿Ese colonialismo latente también pesa en su vida de artista?

R. Totalmente. Nosotros tenemos mucha fuerza cultural y una gran capacidad creativa, pero pocos recursos para desarrollar todo ese potencial.

P. ¿La condena de Angola es que es un país rico?

R. A veces ser rico es la peor desgracia, sobre todo cuando los recursos no nos benefician a nosotros, los angoleños. Angola es como un señor rico que de repente tiene un montón de amigos que le hacen la pelota únicamente porque están interesados por sus recursos. Nosotros tenemos otras riquezas, culturales o de patrimonio histórico que son olvidadas. Lo que cuenta es el petróleo y los llamados minerales raros, en un contexto de agresión a la naturaleza. Los países africanos, como Angola, son chantajeados por las potencias extranjeras, que no están nada preocupadas por nuestros intereses.

P. ¿Habla más el activista que el artista?

R. Yo vengo del hip hop y creo que hay un propósito social dentro de la manifestación artística. Creemos en la fuerza de la palabra y el arte como medio de transformación social. Si fuésemos un país normal, yo no sería activista porque mi temperamento no es así. Pero las cosas se fueron agravando.

Angola es como un señor rico que de repente tiene un montón de amigos que le hacen la pelota únicamente porque están interesados por sus recursos

P. ¿De qué manera?

R. Hubo algunas muertes muy duras para la comunidad hip hop y empezamos a reflejar las violaciones de derechos humanos y a reivindicar nuestro espacio. Primero en una página de Facebook, y posteriormente en las elecciones de 2017 comenzamos a monitorear de manera paralela, porque estábamos hartos de votaciones que legitiman a un gobierno déspota. Recogimos mucha información y decidimos no dispersarnos, seguir.

P. Ese fue el embrión de Mudei, que se ha convertido en una voz importante en su país, en un aglutinador de movimientos sociales.

R. Mudei es un paraguas bajo el que hay mucha gente y muchas entidades. El movimiento va creciendo y dando cabida a personas que habían quedado muy al margen de la sociedad. Peleamos por conquistar espacio poco a poco. Hoy hacemos informes, auditorías, cotejamos datos oficiales... Yo creo mucho en la idea de una democracia a partir de los movimientos civiles, porque como no tienen objetivo el poder, la participación es mucho más genuina y horizontal.

P. ¿Qué riesgos conlleva todo esto en Angola?

R. Es muy duro hablar alto y claro en mi país. Cuando no eres mediático es aún más peligroso porque puedes acabar en la cárcel o desaparecer. Pero a veces, la gente entiende que hay cosas más valiosas que la vida y que no se puede vivir siempre aplastado. Que no se puede dejar que sus destinos sean dirigidos por un líder o un partido. Eso no tiene sentido.

P. ¿Cómo logra sobrevivir un artista como usted? ¿Encuentra, por ejemplo, espacios para actuar?

R. Los artistas en mi país sufrimos la censura, la autocensura... tenemos de todo. En ese aspecto mi país también es muy rico (risas). Yo no vivo del arte como me gustaría, pero no quiero estar en la foto con alguien con el que no compartido mi visión de la vida. No voy a cantar, por ejemplo, en un festival que acalla o ignora a las víctimas de una manifestación. En general, sí estoy donde quiero estar, volviendo a su primera pregunta.

P. ¿Se le cierran muchas puertas por eso?

R. Al final, siempre encuentro lugar para cantar, en lugares alternativos. No me siento perseguido, no creo que yo sea una amenaza. Sinceramente, creo que ellos me ven más opositor de lo que yo me siento. Yo más bien encaro el arte con un compromiso ético y así me resguardo de la frustración.

P. En su película hay un mensaje muy claro también sobre las personas con discapacidad. ¿Es una circunstancia personal que ha marcado también su activismo?

R. Tuve polio siendo muy pequeño. En la guerra perdí todos los aparatos ortopédicos, empezando por los zapatos, porque teníamos que ir desplazándonos de un sitio para otro. Mi discapacidad y mis problemas de salud se agravaron por eso, aunque mis padres siempre se esforzaron para que yo tuviera una silla de ruedas. En Angola hay mucha gente que no tiene esa suerte, que vive en el suelo, en ambientes inmundos. Aun así, yo he pasado muchos meses sin salir de casa. No conocía ni mi calle.

En Angola, el monopolio político implica el fracaso de todas las agendas del feminismo, de las personas con discapacidad, de la comunidad LGTBI.. Todo está centralizado y la diversidad queda fuera

P. ¿Cómo sobreviven las minorías en su país?

R. En Angola, el monopolio político implica el fracaso de todas las agendas del feminismo, de las personas con discapacidad, de la comunidad LGTBI.. Todo está centralizado y la diversidad queda fuera. Por eso hemos creado un grupo de solidaridad de causas, para escuchar a cada comunidad y ver cuáles son sus prioridades y a partir de ahí, avanzar.

P. Dentro de este amplio abanico de actividades, ¿quién es finalmente Isis Hembe?

R. Soy un investigador existencial, un inventor de sentimientos, un niño que juega e intenta sentir el aroma de las cosas. Y a partir de todo eso intento inventar algo que no sirve para nada. La gente puede perfectamente vivir sin lo que yo fabrico. O quizás no y es eso lo que nos hace humanos. Las cosas que no sirven para nada son las más interesantes y a mí me reconfortan como persona con discapacidad. Por eso, ser artista es algo vital para mí.

Sobre la firma

Más información

Archivado En