El virus sin nombre que se propaga en Gaza: “Sobrevivimos a los bombardeos pero no quiero que la enfermedad me arrebate a mi bebé”
Decenas de pacientes, sobre todo niños, han contraído esta enfermedad, que provoca problemas respiratorios y que los médicos no logran identificar ni tratar por falta de material diagnóstico y de medicamentos
El pasado 1 de septiembre, Sabreen Abu Khater, de 26 años, llegó a la sala de pediatría del hospital Nasser de Jan Yunis con su hijo de tres meses, Mohammed. Tenía fiebre, congestión en el pecho y dificultad para respirar. Nada más llegar, los médicos le pusieron un nebulizador y medicamentos intravenosos y explicaron que han recibido ya numerosos pacientes con un virus que no pueden identificar y que se propaga rápidamente debido al hacinamiento y las miserables condiciones de vida de la mayoría de la población de la Franja.
“Al principio, pensamos que era gripe estacional, pero este virus es diferente: más agresivo, se propaga rápidamente a través de los campamentos de desplazados abarrotados y trae muchos niños al hospital”, dice a este periódico Ahmed al Farra, jefe de pediatría del hospital.
Según este médico, los síntomas son inflamación de las vías respiratorias superiores y fiebre alta, pero si el cuadro se complica pueden producirse graves dificultades respiratorias que requieren ser conectado a un ventilador. Algunos pacientes también sufren vómitos y diarreas. “Estamos viendo casos en cuidados intensivos que nunca encontramos con la gripe estacional”, dijo.
Abu Khater mece en sus brazos a Mohammed, mientras intenta sujetar el nebulizador sobre su pequeño rostro. La familia se ha desplazado en siete ocasiones desde octubre de 2023 y vive en condiciones miserables. “Se contagió de sus hermanos, Siba, de siete años, y Sohaib, de seis”, explica a EL PAÍS. Sus hijos mayores sanaron con remedios caseros y medicamentos básicos, pero Mohammed empeoró poco a poco.
Al principio, pensamos que era gripe estacional, pero este virus es diferente: más agresivo, se propaga rápidamente a través de los campamentos de desplazados abarrotados y trae muchos niños al hospitalAhmed al Farra, jefe de pediatría del hospital Nasser
“Vivimos en una tienda de campaña sin agua potable, comida ni medicinas”, dijo. “Sé que la desnutrición, la falta de higiene y de medicamentos son la razón por la que mis hijos se enfermaron. Pero no hay nada que pueda hacer”, lamenta la madre.
Atrapados entre la guerra y la enfermedad
En el hospital Nasser, 80 de los 120 niños ingresados en la sala de pediatría padecen enfermedades respiratorias. Antes de la guerra, dijo Al Farra, ese número rara vez superaba los 40. El médico sospecha que el virus es una forma de gripe o de covid-19, pero subraya que ha aparecido antes del momento del año en el que brotan estas enfermedades y que resiste los tratamientos tradicionales.
“No sabemos exactamente qué es. Si es gripe, covid-19 u otra cosa. No tenemos herramientas para hacer un diagnóstico preciso, tampoco tenemos un protocolo de tratamiento claro y apenas quedan medicamentos. Los pacientes ancianos están muriendo. El hambre, el desplazamiento y la falta de higiene hacen que la recuperación sea casi imposible”, advierte, subrayando que el establecimiento de un diagnóstico se ve dificultada por el hecho de que los laboratorios de análisis están prácticamente destruidos.
Sé que la desnutrición, la falta de higiene y de medicamentos son la razón por la que mis hijos se enfermaron. Pero no hay nada que pueda hacerSabreen Abu Khater, madre gazatí
En una habitación contigua, Mariam Abu Taha, de 26 años, acuna a su hijo Yunes, de 45 días, mientras le da el biberón, después de que los médicos le aconsejaran que dejara de amamantar para que el bebé hiciera menos esfuerzos al succionar. “Ahí afuera no hay medicinas”, cuenta. Pero al mismo tiempo, en el hospital es fácil contraer infecciones, admite esta madre, que se ha desplazado más de una docena de veces desde que comenzó la guerra y ahora vive en una tienda de campaña en Al Mawasi, en el sur de la Franja.
“Los médicos siguen tratándolo como si fuera una gripe”, dijo. “Pero esto es algo peor. Muchos niños en el campo de desplazados están enfermos y no se recuperan. Sobrevivimos a los bombardeos pero no quiero que la enfermedad me arrebate a mi bebé”, afirma Abu Taha, que llegó a Al Mawasi hace cuatro meses.
La irrupción de este virus coincide con la declaración de hambruna “totalmente provocada por el hombre” en Ciudad de Gaza y sus alrededores, donde la vida de al menos 500.000 personas corre peligro debido a la falta de alimentos. El informe de la ONU, publicado a mediados de agosto, estima que las mismas “condiciones catastróficas” se expandirán al sur, a Deir al Balah y Jan Yunis, a fines de septiembre, si nada cambia. Además, alerta de que no se ha podido evaluar la situación de hambruna en el norte de la Franja, “donde la situación es igual o peor que la de Ciudad de Gaza”. “El virus se propaga más rápido en los cuerpos hambrientos y se vuelve mucho más letal”, advierte Al Farra.
Un estudio reciente de la ONG israelí Médicos por los Derechos Humanos (Physicians for Human Rights) y la Clínica Global de Derechos Humanos de la Universidad de Chicago reveló que las severas e impredecibles restricciones de Israel sobre los suministros médicos esenciales que deberían entrar en Gaza han provocado sufrimiento y muertes totalmente prevenibles en los pacientes.
Pese a todo, Sabreen y Mariam saben que son afortunadas, ya que sus bebés enfermos tienen una cama en este hospital. Esa misma mañana, docenas de madres están sentadas en el suelo del centro médico a la espera de que sus hijos reciban tratamiento en los pasillos. Entre ellas Dohaa Abu Assi, de 30 años, cuya hija Jana, de casi dos meses, nació prematura y con un peso inferior a 1,5 kilogramos. La pequeña está en brazos de su madre, envuelta en una tela andrajosa traída de su tienda en Al Mawasi. “No tenemos electricidad en el campamento para hacer funcionar un nebulizador”, explica Dohaa. “Por eso nos quedamos aquí, aunque eso implique dormir en el suelo del hospital”, agrega.
El colapso casi total del sistema de salud ha convertido las enfermedades tratables en epidemias mortalesAbdelrauf Al Manaama, microbiólogo de la Universidad Islámica de Gaza
En una conversación telefónica con este periódico, el profesor Abdelrauf al Manaama, microbiólogo de la Universidad Islámica de Gaza, recuerda que en Gaza han reaparecido enfermedades que no se veían desde hacía décadas, incluida la poliomielitis. “Los niños, los ancianos, las mujeres embarazadas y las personas con enfermedades crónicas son personas vulnerables, pero ahora toda la población está inmunodeprimida, incluidos los médicos y las enfermeras”, dijo.
“Normalmente, las infecciones virales se resuelven por sí solas. Pero en cuerpos debilitados por el hambre y el trauma, pueden ser fatales”, advirtió Al Manaama. “El colapso casi total del sistema de salud ha convertido las enfermedades tratables en epidemias mortales”, agrega.
El 14 de agosto, Médicos Sin Fronteras describió el sistema de salud de Gaza como un “caparazón roto” bajo una guerra y un asedio implacables. Según la ONU, 18 de los 36 hospitales de la Franja están funcionando, pero parcialmente y saturados de pacientes. En un contexto de guerra, donde hay heridos por los bombardeos o por francotiradores todos los días, los pacientes aquejados por un virus pasan, inevitablemente, a un segundo plano.
“Sin ayuda externa, el sistema de salud de Gaza ya no puede salvar vidas”, concluye Al Manaama.