Cómo evitar la próxima catástrofe global
Los gobiernos y organismos multilaterales deben prepararse para posibles futuras pandemias o monitorear los posibles riesgos de la adopción de la inteligencia artificial
A lo largo de la historia, la humanidad ha experimentado eventos con consecuencias devastadoras a nivel global. A este tipo de eventos con el potencial de infligir un daño grave al bienestar humano se les llama riesgos catastróficos globales. El ejemplo más reciente es la pandemia de covid-19, que se estima ocasionó la muerte de unos 27 millones de personas y afectó severamente a la economía mundial. Otro ejemplo del pasado es el “año sin verano” de 1816, en el que una erupción volcánica en Indonesia provocó fallos de cultivos y hambrunas en todo el planeta.
Hoy se han incorporado nuevos peligros y se han reducido otros. Vivimos en una sociedad en la que proliferan riesgos derivados principalmente de tecnologías emergentes. Aunque los avances técnicos pueden ayudar a prevenir y mitigar ciertos riesgos, también introducen nuevas amenazas que podrían resultar en catástrofe global: por ejemplo, una guerra nuclear entre grandes potencias tendría impactos directos catastróficos y podría causar un escenario de reducción abrupta de la luz solar, en el que el material particulado emitido a la atmósfera reduciría el paso de la luz solar y afectaría a la producción de alimentos, como ocurrió en 1816. Por otro lado, la liberación accidental o intencionada de un patógeno altamente contagioso y mortal aumentado por biología sintética podría eventualmente causar una pandemia peor que la de covid-19. En los próximos años, sistemas de inteligencia artificial (IA) cada vez más capaces podrían tener consecuencias desastrosas, por ejemplo, facilitando la ejecución de ciberataques sobre infraestructura crítica.
En un escenario de reducción abrupta de la luz solar, Argentina podría llegar a salvar a alrededor de 300 millones de personas de morir de inanición
Además, estos riesgos están conectados: algunos expertos sugieren que avances acelerados en IA podrían facilitar el desarrollo de nuevos virus más potentes o desestabilizar los equilibrios de armas nucleares. El Secretario General de las Naciones Unidas ha llamado a gestionar estos riesgos potencialmente existenciales, y Estados Unidos ya ha iniciado un proceso de evaluar y planear la mitigación de riesgos catastróficos globales (RCG). Otros gobiernos deberían seguir el ejemplo.
Estos tipos de riesgos son los que investiga el Observatorio de Riesgos Catastróficos Globales (ORCG), una organización de diplomacia científica dedicada a fomentar la gestión de los RCG en países hispanohablantes. Como parte de su misión, transmite las recomendaciones de expertos científicos a los tomadores de decisiones. Mientras que la mayor parte de la investigación sobre RCG proviene del mundo angloparlante, el ORCG está enfocado en extender este conocimiento a países de habla hispana, incluyendo España y América Latina.
Los países hispanohablantes tienen mucho que ofrecer en la gestión de riesgos globales. Por ejemplo, en el caso de un escenario de reducción abrupta de la luz solar, los países que más pueden producir alimentos se encuentran en el cono Sur. Solo Argentina podría llegar a salvar a alrededor de 300 millones de personas de morir de inanición.
No queremos ser fatalistas, sino esperanzadores: transmitir que existen formas y mecanismos para prevenir y gestionar estos riesgos. Este es el llamado que hace el expresidente de México, Ernesto Zedillo, en el prólogo que escribió para el informe del ORCG América Latina y los riesgos catastróficos globales: transformando la gestión del riesgo, resaltando que las recomendaciones del informe “debieran ser seriamente consideradas por los gobiernos, instituciones y sociedades civiles de América Latina y el Caribe”.
El informe enfatiza la necesidad de que los gobiernos y sus sistemas de gestión de riesgos integren y prioricen los RCG en las evaluaciones nacionales de riesgo. Para lograr esto, se recomienda que los directores de los organismos nacionales de gestión de riesgo implementen mecanismos institucionales y financieros que promuevan una gestión eficaz de los riesgos más extremos. Además, el informe impulsa a fortalecer la cooperación internacional.
Los gobiernos y organismos multilaterales deben monitorear la adopción de la IA para detectar riesgos, fortalecer la regulación para los laboratorios de alta contención biológica, realizar ejercicios de preparación para eventos pandémicos más severos que la covid-19, e incluir medidas de preparación y respuesta ante un escenario de reducción abrupta de la luz solar en los planes nacionales de gestión.
Las propuestas no solo buscan prevenir y mitigar los efectos de los RCG. También buscan preparar a los países de habla hispana para enfrentar desafíos futuros. Las medidas recomendadas están al alcance de la gran mayoría de gobiernos de los países hispanohablantes.
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