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Noma, el rostro de la pobreza

Esta enfermedad infecciosa, que mata al 90% de los pacientes en solo dos semanas, afecta a 140.000 personas al año en países de África y Asia

Fabrice Caterini
Sokoto (Nigeria) -
El noma es una enfermedad infecciosa que comienza como una inflamación en las encías y que, sin tratamiento, mata al 90% de los afectados en solo dos semanas. Se propaga rápidamente, destruyendo tejidos faciales y huesos. Afecta a unas 140.000 personas cada año, según la Organización Mundial de la Salud, que calcula que 770.000 pacientes han sobrevivido a la infección inicial. En la foto, un cirujano plástico cambia los vendajes de Amadu, de 45 años, en el hospital Sokoto Noma (Estado de Bauchi, noroeste de Nigeria). Amadu recibió atención médica especializada por primera vez después de que una mujer le preguntase por qué tenía el rostro desfigurado y le tomase una foto para preguntar acerca de su caso en internet. Un trabajador del hospital respondió y le pidió que fuera al hospital a tratarse. Amadu se sometió a una cirugía reconstructiva este mes de mayo. FABRICE CATERINI (MSF)
En el hospital Sokoto Noma, el cirujano plástico Muhammad Abubakar Lawal realiza una cirugía reconstructiva a un superviviente de la voracidad del noma. La enfermedad no es contagiosa y está asociada a la desnutrición, condiciones de vida insalubre y pobreza, sobre todo en los niños. El noma está desde febrero un poco más cerca de ser reconocido como enfermedad tropical desatendida. Nigeria presentó entonces un informe ante la Organización Mundial de la Salud (OMS) que asegura que cumple todos los criterios para entrar en dicha lista mundial. Su inclusión ayudaría a poner el foco en el noma y a conseguir recursos para prevenir y tratar la enfermedad. FABRICE CATERINI (MSF)
Aunque la mayoría de casos de noma registrados están en África y Asia, no existe un mapeo de su prevalencia global. Mulikat Okanlawon, de 38 años, contrajo noma de niña. Se sometió a varias cirugías reconstructivas y aún necesita atención regular para su ojo izquierdo. Hoy quiere ser la voz de los afectados del noma, y comparte su historia con otros supervivientes. Trabaja en el hospital Sokoto Noma y recientemente cofundó una organización de afectados, Elysium. "Hay capacidad en la discapacidad y no hay nada que no podamos hacer", dice. Foto tomada en Sokoto, Nigeria, en mayo de 2023.FABRICE CATERINI (MSF)
Los supervivientes del noma quedan con heridas graves que dificultan comer, hablar, ver o respirar. Además, viven con secuelas como la desfiguración del rostro. Cuatro veces al año, un equipo de cirujanos plásticos y maxilofaciales, anestesiólogos y enfermeras de varios países llega al Hospital Sokoto Noma, en Nigeria, para realizar cirugías reconstructivas. En quirófano, el equipo pasa varias horas atendiendo los casos más complicados.FABRICE CATERINI (MSF)
Rabiu, de 20 años, ha padecido de noma desde que tenía solo uno. "Tenía un forúnculo [inflamación purulenta] en la cara", recuerda su hermano. "Le trataron con hierbas y usando metal caliente para romperlo, y la llaga sanó. Luego aparecieron otros dos forúnculos, y pasó lo mismo". Rabiu comenta que no se ha sentido estigmatizado, pero tiene dificultades para comer debido al trismo, una consecuencia del noma que bloquea las mandíbulas. "Tengo que empujar la comida dentro de mi boca con la mano porque no consigo abrir la boca de par en par", dice. Ahora espera una operación que normalice su vida. “Deseo tener todo corregido para poder comer libremente. También quiero casarme con mi novia y empezar una nueva vida”.FABRICE CATERINI (MSF)
Mohammadu Usman, un superviviente de noma de 22 años, trabaja en el hospital Sokoto Noma, uno de los pocos del mundo especializados en la enfermedad infecciosa. Después de dos rondas de cirugía y un largo tratamiento, su condición mejoró enormemente. Él se siente más seguro: “Ahora puedo ir a cualquier parte y no me siento avergonzado", dice.FABRICE CATERINI (MSF)
El consejero del departamento de salud mental de Médicos sin Fronteras en el hospital Sokoto Noma, Funke Adagboyega, conversa con Aisha L., una superviviente de 45 años, antes de su cirugía. Esta agricultora del Estado de Yobe, al noreste de Nigeria, recuerda que era una niña cuando le salió una herida en la boca. En poco tiempo, parte de los labios se le cayeron. Tras la operación, Aisha se siente más segura al conocer gente nueva y socializar. Está orgullosa de ser un ejemplo. "Cualquier persona con noma que me vea querrá venir al hospital y recibir tratamiento", afirma.FABRICE CATERINI (MSF)
Dahiru Saidu, de 32 años, fue paciente del Hospital Noma en Sokoto, Nigeria. Para ganarse la vida, tiene tres trabajos diferentes: agricultor en las afueras de Sokoto, lavacoches y limpiador en el hospital.FABRICE CATERINI (MSF)
La fisioterapeuta de Médicos sin Fronteras, Mosoaya Harrison Karrau hace ejercicios con Fátima, una superviviente de 20 años que no podía abrir las mandíbulas como consecuencia del noma. FABRICE CATERINI (MSF)