Satélites para irrigar los desiertos digitales en África

Para miles de millones de personas, navegar en internet es tan simple y natural como abrir un grifo y que salga agua. Pero un tercio de la población mundial no conoce esa sensación y las conexiones vía satélite pueden abrirles la puerta al desarrollo digital, imprescindible, según la ONU, para su prosperidad

Dos jóvenes miran sus teléfonos móviles en Santo Tomé y Príncipe, en febrero de 2020picture alliance (dpa/picture alliance via Getty I)

Godlive Nyemba, periodista en Lubumbashi, la segunda ciudad de República Democrática del Congo (RDC), necesita a menudo dos o tres horas para publicar un artículo de actualidad en la página web de su pequeño medio de comunicación, La Guardia Magazine, por culpa de las conexiones a internet precarias e inestables. “Es una pérdida de tiempo terrible y una angustia permanente. Si la noticia es urgente, claramente deja de serlo si se publica tres horas después. Hay colegas que pasan la noche entera para mandar archivos pesados. Nuestro oficio se ve muy afectado porque tampoco podemos hacer investigaciones o búsquedas exhaustivas en internet para un artículo”, describe por teléfono a este diario. Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) solo un 23% de los 97 millones de habitantes de la RDC tiene acceso a internet. En el país es normal cruzar una frontera en moto buscando la red de un país vecino como Ruanda, “y también subirse a una colina o incluso a un árbol con el ordenador y con la esperanza de encontrar una señal mejor”, cuenta, entre risas, esta periodista.

En su pequeña redacción en la que trabajan ocho personas, Nyemba ha optado por contratar los servicios de tres operadores de internet por los que paga unos 300 euros al mes, una cantidad importante para un medio tan modesto. “Si uno falla, vamos rápidamente a otro. Porque sin internet morimos”, explica. “¿Satélites? Algo he oído, no mucho y nada concreto. Elon Musk tiene un proyecto, ¿verdad? Si se hiciera realidad nos arreglaría la vida”, suspira.

Solo un 36% de los 1.250 millones de personas que viven en los 46 Países Menos Adelantados (PMA) se pudieron conectar a internet en 2022, según datos de la UIT. Mundialmente, la tasa de personas conectadas es de 66%. En España, un 94% de las personas de entre 16 y 74 años navegó en internet el año pasado, según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). En la lista de los PMA, hay 33 africanos y en ellos, los porcentajes aún son más desalentadores: solo un 28% de sus habitantes puede navegar por internet, aunque hay casos extremos como Burundi o Sudán del Sur, donde las personas conectadas solo representan un 6% de la población. Son los llamados desiertos digitales.

Vivir en esos ‘desiertos’ implica bien no poder conectarse a internet porque no existe ningún tipo de cobertura, bien no poder navegar porque el servicio es malo, demasiado caro o no se tiene la formación necesaria para saber usarlo. Esta brecha digital ocupó un lugar central en la 5ª Conferencia de la ONU sobre los Países Menos Adelantados, que se celebró en Doha a principios de marzo. “El camino hacia la prosperidad de los países menos adelantados del mundo pasa por el desarrollo digital”, zanjó la secretaria general de la UIT, Doreen Bogdan-Martin.

Solo un 36% de los 1.250 millones de personas que viven en los 46 Países Menos Adelantados (PMA) se pudieron conectar a internet en 2022. Mundialmente, la tasa de personas conectadas es de 66%

Y en esta carrera hacia la conectividad mundial, los satélites, que llegan donde desaparece la posibilidad de la fibra óptica o la conexión 4G, son una pieza clave del puzle. Gigantes tecnológicos como Microsoft, SpaceX y Eutelsat están inmersos ya en la aventura. “Los satélites contribuyen a resolver los problemas de conectividad, especialmente en zonas remotas y montañosas. Debido a la creciente competencia en el sector, los precios han bajado, lo que hace que los servicios sean más asequibles”, se felicitó, en declaraciones a este diario, Cosmas Zavazava, director de la Oficina de Desarrollo de las Telecomunicaciones de la UIT.

Los satélites tendrán un papel esencial dentro del objetivo de Microsoft de llevar internet a 100 millones de africanos de zonas remotas de aquí a 2025, gracias a su asociación con Viasat, una de las empresas que ponen en órbita constelaciones de satélites. Starlink, el servicio de internet vía satélite lanzado por la firma SpaceX de Elon Musk, ya llegó en enero a Nigeria. Su ambicioso objetivo es conectar cada rincón del planeta por muy aislado que esté, gracias a un enjambre de satélites situados a poca distancia de la Tierra, entre 400 y 700 kilómetros. Según la compañía, la recepción y envío de datos es mucho más rápida que usando un satélite geoestacionario, situado mucho más lejos de la Tierra, aunque algunos expertos opinan que colocar miles de dispositivos en esa órbita cercana provocará también problemas de visualización y hasta un colapso de la zona.

Publicidad de un proveedor de internet en una tienda en Goma, en la República Democrática del Congo, en mayo de 2016Thierry Falise (LightRocket via Getty Images)

Un punto de wifi en aldeas perdidas

Hace tres años, Eutelsat, la empresa de telecomunicaciones francesa que opera una cuarentena de satélites de comunicaciones, lanzó Konnect, en posición geoestacionaria, a 36.000 km de la Tierra, que actualmente cubre la totalidad de la superficie de 40 países del África subsahariana. “Somos una respuesta inmediata a la brecha digital en buena parte de esta región, la única solución con una cobertura tan exhaustiva”, asegura a este diario Philippe Baudrier, director general de Konnect África en la Unidad de Negocio de la compañía. Unas 200.000 personas en África se conectaron a internet vía Konnect y el objetivo es llegar a un millón en 2027. “Por ejemplo, hemos conectado 600 aldeas gracias a puntos de wifi. Instalamos una conexión en el centro del pueblo y las personas vienen con su ordenador, se sitúan en un radio de 200 metros y gracias a un bono que han comprado navegan durante un número determinado de horas. Por primera vez hay gente que se conecta y habla con su familia, entra en YouTube o hace una compra. Es decir, conectamos seres humanos, pero desarrollamos el tejido económico de un país”, explica Baudrier.

El camino hacia la prosperidad de los países menos adelantados del mundo pasa por el desarrollo digital
Doreen Bogdan-Martin, secretaria general de la UIT

¿Qué necesita una escuela o una pequeña empresa que vive por ejemplo en el fondo de Zambia para poder acceder a estos servicios de internet vía satélite? Una antena de tamaño bastante reducido, de unos 70 centímetros de diámetro, un emisor-receptor y, sobre todo, alguien que llegue hasta ese lugar perdido para hacer la instalación técnica. Además, es fundamental que los países africanos mejoren su servicio eléctrico, insuficiente o poco confiable en muchas partes del continente, una asignatura pendiente en la que los gigantes del sector también están dispuestos a invertir.

Los obstáculos para prestar este servicio de internet vía satélite en lugares remotos, según Baudrier, son de tipo logístico, ya que “hay que llegar a esas zonas, algo que es caro y a veces arriesgado”, y financiero, “porque esta infraestructura requiere una inversión en mercados que no se comprometen a un largo plazo, muchas veces son servicios prepagados, lo cual implica asumir un riesgo”. Pero prestar este servicio en estos rincones remotos es también un bocado apetecible para estos gigantes tecnológicos, desde el punto de vista económico y del impacto positivo que puede tener en la imagen de la empresa. “La oportunidad para África es extraordinaria: es uno de los mercados más importantes, el continente más joven del mundo, con la población de más rápido crecimiento”, dijo Microsoft en un comunicado reciente.

“La entrada de más actores en este mercado estimula la competencia, lo que a su vez reduce los precios al consumo, aumenta la eficacia y ofrece opciones a los consumidores”, considera Zavazava.

Las mujeres, menos conectadas

Para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, como reducir la pobreza y las desigualdades y mejorar la educación y la salud, es indispensable que el acceso internet sea accesible y barato, pero “la conectividad universal no basta”, recalca Zavazava. Es decir, un país puede lograr que el 100% de su población tenga la posibilidad técnica de conectarse, pero es esencial que los ciudadanos puedan disfrutar de forma plena, activa y segura de ese acceso a la red.

En este momento hay 259 millones más de hombres que de mujeres utilizando internet en el mundo.

En los países menos avanzados del mundo, la llamada ‘brecha de uso’, es decir, la diferencia entre la parte de la población que goza de la infraestructura técnica para usar internet y la que realmente lo usa, es de 47%. Esto quiere decir que el acceso a internet de muchas personas es demasiado lento o costoso o carecen de las habilidades digitales necesarias para sacar el máximo provecho de los dispositivos y servicios. “A medida que las plataformas y servicios digitales se vuelven más sofisticados, la brecha digital se define cada vez más por la capacidad de las personas para hacer un uso significativo de la conectividad. Esto va más allá de que las personas tengan acceso a la tecnología: significa garantizar que los ciudadanos estén en línea y que esta experiencia les aporte las herramientas para contribuir y cosechar los beneficios de una sociedad y una economía digitalizadas. Esa es la parte significativa de la conectividad”, explica el responsable de la UIT.

Por último, otra barrera importante que preocupa a la ONU es la brecha de género. Zavazava recuerda que, según la UIT, un 69% de los hombres del mundo está conectado, frente a un 63% de las mujeres. Esto significa que en este momento hay 259 millones más de hombres que de mujeres utilizando internet. Y si buceamos en las estadísticas regionales, los datos de la UIT muestran que las desigualdades son mayores en los países menos adelantados, en los que el 43% de los hombres está conectado, frente al 30% de las mujeres.

“Debemos acelerar nuestros esfuerzos para cerrar esta brecha y empoderar a las mujeres a través de habilidades y oportunidades digitales”, insiste Zavazava, subrayando los logros de iniciativas como la asociación mundial Equals, formada en 2016 por gobiernos, instituciones y ONG, entre otros, para garantizar que las ciudadanas tengan acceso digital y oportunidades de desarrollar su liderazgo tecnológico y su potencial empresarial. “Esta asociación mundial ya ha formado y orientado a 52.000 mujeres y niñas. Es inspirador, pero debemos hacer más”, concluye el responsable.

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