La electrificación rural renovable para los campesinos que aún cocinan con leña
Las energías limpias pueden fortalecer el desarrollo abasteciendo de este servicio a las personas, a la agricultura, a los comercios locales y a un sistema de agua y riego, posibilitando así que salgan de la pobreza en Centroamérica
En el mes de julio del 2021, la Agencia Internacional de Energía (AIE) publicó un informe especial sobre guías para el sector de la energía titulado: Net Zero by 2050. A Roadmap for the Global Energy Sector. Es una publicación optimista con implicaciones en los ámbitos global y local para luchar contra el cambio climático. A nivel mundial indica que, para el 2050, será posible transformar al sector energético en uno descarbonizado. Sus cálculos se basan en una utilización masiva de fuentes renovables maduras como la solar o la eólica, otras en desarrollo, como el hidrógeno, y la bioenergía sostenible, como el biometano proveniente del ganado.
Desde el punto de vista local el impacto del estudio ofrece interesantes oportunidades de innovación y desarrollo rural, incluyendo la electrificación desconectada de la red, imitando la telefonía inalámbrica. En ese objetivo, la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) y la FAO (la Agencia de la ONU para la Alimentación y la Agricultura) han caminado juntos trabajando en comunidades aisladas de zonas remotas de Centroamérica con apoyo de la cooperación española (AECID). Entre ellas, mediante el empleo de soluciones descentralizadas se plantea una combinación de energía solar y gas de biomasa para dotar de electricidad asequible a una comunidad campesina en la región de Choluteca (Honduras). Esta se utilizará para fortalecer el desarrollo de la comunidad abasteciendo de este servicio a las personas, a la agricultura, a los comercios locales y a un sistema de agua y riego, posibilitando así la salida de unas condiciones materiales de pobreza.
Este es un proyecto piloto donde se va a implementar una micro-red híbrida de energías renovables y ya hay otro segundo financiado para replicarlo. Ambos impulsados por la AECID, se iniciaron el año pasado y acabarán en 2022 y 2023. Si nos inspiramos en esta iniciativa y replicamos el planteamiento –naturalmente ajustándolo a las condiciones locales, pues en muchos municipios la energía eólica o la mini-hidráulica podrían ser más eficientes que la solar– podemos proponer una solución a los casi cinco millones de centroamericanos sin acceso y que se ven obligados a usar fuentes altamente contaminantes, como el carbón o diésel, o poco eficientes, como las velas, y que, además, representan un alto coste para los hogares.
Para combatir el cambio climático toda la energía debe ser asequible, limpia y renovable
El proyecto en Centroamérica es relevante pues se estima que unos 785 millones de personas no tienen acceso a energía y además para casi 2,6 mil millones de personas la leña es la principal fuente para cocinar. Todos los países se han comprometido con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el año 2030. Poder emplear este recurso (ODS7) es crucial para alcanzar el ODS1, sobre el fin de la pobreza y el ODS2, sobre el hambre cero, pues es indispensable para una mejora en la agricultura y la conservación. Pero, para combatir el cambio climático, toda esta energía debe ser asequible, limpia y renovable.
El informe plantea con meridiana claridad y contundencia que los combustibles fósiles caerán en desuso, y prevé un gran salto hacia el 2030 y una última etapa del proceso hacia el 2050. La AIE prevé una salida rápida del carbón, seguida por los combustibles líquidos y más gradualmente por el gas. Este es el caso del diésel, una de las soluciones a las que han acudido muchas comunidades para, de forma descentralizada, poder acceder, al menos, a unas horas al día a la energía eléctrica. Sin embargo, estas suelen tener suficiente recurso energético renovable sin apenas coste; solo falta poder aprovecharlo.
Energía verde descentralizada: un salto hacia la electrificación
Millones de centroamericanos –principalmente de zonas rurales– se han visto obligados a emigrar hacia el norte para sobrevivir, con EEUU como destino principal, mientras que los impactos del cambio climático azotan la región. Ya son dos los huracanes seguidos en 2021, se sufren sequías más largas, la invasión de plagas arrasa los bosques de pinos y se ha agravado la exclusión histórica de muchas comunidades campesinas. Este ya no será el caso de la pequeña localidad de Choluteca, Honduras.
Aquí, una combinación de equipos técnicos y capacitación humana harán posible el suministro fiable y continuo de energía para el desarrollo de su propia agenda. Por un lado, las nuevas tecnologías energéticas, con el apoyo de acumuladores, permiten su instalación en pequeñas islas sin necesidad de recurrir a las soluciones tradicionales de grandes y costosas ampliaciones de la red eléctrica que, además, tienen impactos sobre el terreno y paisaje. Además, la voluntad de la comunidad es convertirse en prosumidores de energía (productores y consumidores), asumiendo esto como un bien comunitario donde todas las personas son beneficiarias y responsables a la vez. Pero el objetivo final debe ser trasladar la solución a las casi cinco millones de centroamericanos sin este recurso.
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