El nuevo hip hop senegalés entra por el ojo y por el móvil
Una nueva generación de raperos explota el potencial de las redes sociales y apuesta por esa nueva forma de distribuir la música que es verla, más que escucharla, a través de los vídeos y el ‘streaming’
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“La gente ya no escucha el hiphop, sino que ahora lo ve”. Así es como Emile Thiaw, un veterano de la escena de las culturas urbanas en Senegal, explica la transformación que está experimentando el panorama del rap en el país. De la mano de YouTube, la nueva generación de raperos senegaleses ha desencadenado un cambio radical. Musiba, el penúltimo vídeo de Dip Doundou Guiss, alcanzó los dos millones de visualizaciones en la plataforma de vídeos en solo nueve días. En menos de tres meses, King Baba, la canción de Ngaaka Blindé, llegaba a los tres millones de visualizaciones, o más bien de escuchas porque se trataba solo de un audio. El album Senegalboy de Samba Peuzzi obtuvo casi 15 millones de reproducciones en poco más de 100 días en las diferentes plataformas de streaming en las que está alojado. Son tres de los chicos de oro de la nueva generación del hiphop senegalés que se han apropiado de las redes sociales y han consolidado una nueva manera de difundir su música.
Detrás de muchos de estos proyectos de desembarco musical en las redes sociales está la mano y la planificación de Idy Sow, director de Rep’tyle Music, el sello de varios de estos artistas mediáticos. “El público se orienta cada vez más hacia los servicios de streaming”, comenta Sow, “y es una gran baza para que los artistas senegaleses exporten su música y lleguen a un público más amplio”. Para este emprendedor de la música, el nuevo escenario aumenta la autonomía de los creadores “aunque no al 100%” porque las discográficas también pueden controlar la explotación digital, pero en todo caso, abre una nueva vía. “Ahora pueden distribuir por sí mismos su música y utilizar las redes sociales para su promoción”. El cambio de esquema está claro. “No puedo asegurar que esta nueva forma de distribución mejore las condiciones de los músicos, pero teniendo en cuenta que el sistema de venta física está prácticamente muerto, es la única opción”, comenta Idy Sow.
Emile Thiaw coincide con el diagnóstico de defunción de la industria discográfica tradicional. Thiaw conoce bien el panorama del rap senegalés. Es secretario general de una de las asociaciones de promoción de las culturas urbanas más dinámicas del entorno de Dakar, Dalifort Hip Hop; además de representante del grupo Fuk’n’Kuk e impulsor de diversas iniciativas en la economía cultural. “Desde EE UU hasta cualquier lugar de África”, comenta Thiaw, “la gente está mucho más próxima al streaming [retransmisión en directo] a las descargas, a través de plataformas legales. El consumo se produce desde YouTube, ni siquiera a través de los CD o las llaves USB que se venden con música. Ahora la medida del éxito es cuantas descargas te han hecho en Deezer o cuantos millones de visualizaciones has tenido”.
“Estos canales ofrecen una oportunidad a los artistas senegaleses”, comenta Thiaw, “sobre todo, a la nueva generación que domina el entorno digital y está ganando dinero a través de YouTube, les da más autonomía financiera y les permite posicionarse, incluso, en el mercado internacional”. Lo que para Thiaw es una manera de “demostrar al mundo que hay jóvenes senegaleses que tienen la capacidad de hacer buenos vídeos musicales y que tiene una audiencia, e incluso, que tienen capacidad para conseguir el dinero para financiar sus proyectos”. Se trata de una situación evidenciada durante la pandemia: “Las restricciones han obligado a cancelar conciertos y encuentros y los artistas han recurrido a YouTube o al entorno digital, en general, para recordar que existen y para mantener su posición en la música senegalesa, pero también para continuar aportando una oferta cultural”.
Por su parte, Keyti, uno de los veteranos raperos senegaleses que no ha parado de explorar nuevos formatos reconoce el cambio de escenario que supone este desembarco en el entorno digital e interpreta el papel de las redes sociales. “Creo que YouTube está ayudando a difundir los productos culturales, la música y en particular el rap senegalés, a un público más amplio. Pero no creo que sea solo cosa de esta plataforma”, advierte este cantante. “Hay mucha más interacción entre los artistas y el público”, continúa el rapero, “en otras redes donde los usuarios pueden hablar directamente con los músicos y estas otras redes nos permiten captar y retener una audiencia. YouTube permite cuantificar, en un solo lugar, el número de visualizaciones de los vídeos, pero hay muy pocas posibilidades de tener un cierto número de visualizaciones, si no se hace el trabajo de captación y retención del público en otras redes”.
Realmente, esta nueva generación de raperos senegaleses ha demostrado moverse con comodidad en las redes, un espacio que han hecho suyo sin problemas. Los nombres que se han mencionado al principio representan, quizá, los máximos exponentes de este fenómeno. Dip Doundou Guiss es el campeón de Instagram, con más de 1,3 millones de seguidores, una de las cuentas más seguidas del país; Samba Peuzzi supera los 900.000; y Ngaaka Blindé cuenta con más de 625.000. A pesar de esa actividad digital más amplia, YouTube ofrece la magia de los vídeos musicales y aporta el gancho definitivo. “Ahora mismo, la mayor parte de los vídeos están hechos por jóvenes senegaleses que se ocupan de hacer toda la producción. Es una generación que se han formado y están haciendo avanzar la industria audiovisual”, comenta Emile Thiaw.
El responsable de Rep’tyle Music, uno de los sellos con el que trabajan algunos de los artistas con vídeos más exitosos, aplaude el mérito de esos productores audiovisuales. “Hay que tener en cuenta”, afirma Idy Sow, “que no tienen los equipos necesarios para la mejor producción y, sin embargo, encontramos en sus realizaciones una calidad y una creatividad que pueden competir con los de los países desarrollados”. “El hecho de que estos vídeos estén realizados exclusivamente por senegaleses contribuye al desarrollo del sector audiovisual local”, sentencia con satisfacción este emprendedor cultural. Mientras que Keyti asegura: “El éxito de los productos audiovisuales senegaleses, ya sea música u otras formas creativas distribuidas en YouTube, ya está impulsando el sector y vemos que muchos más jóvenes se involucran en la producción audiovisual, en la realización de clips, etcétera. Eso tiene un impacto en la industria cultural y audiovisual de Senegal”.
Weeflag es el nombre artístico detrás del que se oculta uno de los miembros de esa generación que está empujando la producción audiovisual. Él es el director de vídeos musicales que acumulan millones de visualizaciones en YouTube. “Senegal tenía un cierto retraso”, lamenta este creador, “respecto a otros países de África. El vídeo no estaba privilegiado. Los artistas sacaban canciones y muy pocas veces hacían vídeos, que además no tenían demasiada calidad”. Sin embargo, ahora “hay nuevos realizadores que han llegado y han asumido el reto”, comenta el director que mira hacia Nigeria, por ejemplo, “que estaba mucho más avanzada, donde hacían vídeos de gran calidad y eso daba a los artistas alcance internacional”. Weeflag no esconde cierta satisfacción: “Pienso que ahora, en parte gracias a los realizadores, los vídeos son mucho más esperados. Es extraño que un artista saque una canción sin sacar también un videoclip. La canción no hará tanto ruido como las que tiene detrás uno de esos vídeos que impactan, que llaman la atención”.
El hiphop senegalés tiene una larga trayectoria de compromiso social y político. No solo ha sido la voz de los barrios y de los jóvenes, sino que ha funcionado como herramienta de movilización
Este director se lamenta, en todo caso, de que a pesar de las evidencias, todavía falta cierto reconocimiento: “Los realizadores de vídeos hacemos todo lo que podemos, pero es difícil, porque tampoco está muy bien pagado. Incluso si tienes una gran productora o si eres muy conocido, no se paga demasiado, en comparación con en EE UU o Europa”. Reconoce un cierto pique entre realizadores: “Antes no había competencia, la gente miraba un vídeo sin plantearse si detrás había un creador. Ahora les empiezan a prestar y a plantearse quién es el director, ¿es Weeflag u otro?”. Y considera que estos retos les están ayudando a mejorar. “La nueva generación de creadores audiovisuales somos más creativos y más competentes técnicamente, aunque las escuelas no tienen suficiente nivel para enseñarnos el oficio y hemos tenido que ser autodidactas para competir con el exterior. Nos estamos esforzando para aprender nuevas herramientas y para aportar cosas a nuestro país, para conseguir exportar la música senegalesa y el talento senegalés”, asegura Weeflag.
La industria no desplaza el compromiso
El hiphop senegalés tiene una larga trayectoria de compromiso social y político. No solo ha sido la voz de los barrios y de los jóvenes, sino que ha funcionado como herramienta de movilización en los momentos más críticos de las últimas décadas y como instrumento de construcción comunitaria para luchar por mejores condiciones de vida. Tal vez las nuevas dinámicas de la industria musical transmitan una sensación de mayor mercantilización. “Creo que en este momento hay una visión mucho más comercial”, comenta el veterano Keyti, “pero nos es incompatible con el compromiso”. Emile Thiaw es aún más contundente: “El cambio es más económico. Han llegado nuevas generaciones que han demostrado que hay una mutación en la industria musical y se han adaptado para detectar cuáles son los mecanismos para ganar dinero.
Pero en Senegal el hiphop siempre ha sido comprometido social y políticamente y sigue estando de pie”. Mientras Keyti asegura que “el compromiso social que había en el rap senegalés hace unos años, debe poder hacerse hoy en los medios sociales como YouTube, Tik Tok, Facebook, Instagram o Twitter porque el público, la juventud a la que se dirige está muy presente en estas plataformas y hay que encontrarlos allí”. Thiaw recuerda la movilización de la escena del hiphop frente a la pandemia de la covid-19. Más recientemente, en la ola de protestas de #FreeSenegal, que se desencadenó en el país en marzo para reclamar respeto a los principios democráticos, la mayor parte de raperos hicieron su contribución en forma de canción. La de Dip Doundou Guiss alcanzó un millón de visualizaciones en una semana.
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