2021, un año para reorganizar las prioridades de la humanidad
La covid-19 seguirá marcando la agenda global, pero el incremento de la pobreza, el hambre y la desigualdad, junto con el cambio climático, no pueden quedar aparcados por más tiempo, según siete expertos en desarrollo
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Dejamos atrás un 2020 que estaba llamado a ser el definitivo en el progreso del mundo. La ONU bautizó al período que comenzaba como la Década de la Acción con la mirada puesta en 2030, cuando se deberían conseguir los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): acabar con el hambre y la pobreza extrema, erradicar la violencia de género y disminuir la desigualdad, garantizar educación de calidad para todos los niños y trabajos dignos para los adultos, asegurar el acceso universal a la sanidad y seguir habitando el planeta sin destruirlo definitivamente. Pero el virus SARS CoV-2 lo cambió todo.
La covid-19 ha truncado vidas, ha puesto al límite los sistemas sanitarios ―incluso de las naciones más ricas―, ha destruido empleos y sumido en la miseria a millones de personas. Por primera vez desde 1990, el desarrollo humano ha retrocedido. Los derechos de las mujeres han quedado invisibilizados, pese a que ellas son las que más sufren las consecuencias de la pandemia. Y la lucha contra el cambio climático ha quedado en suspenso. Este 2021 tiene que ser el año en que la humanidad venza al virus y recupere la senda del avance hacia un mundo más justo, pacífico y sostenible. Así lo defiende un grupo de expertos en desarrollo sostenible que exponen cuáles serán, en su opinión, las prioridades para este año que comienza.
¿Cuáles cree que deberían ser las tres prioridades en materia de desarrollo? Esta es la pregunta planteada a siete especialistas: Ángeles Moreno Bau, Secretaria de Estado de Cooperación Internacional; Olivier Longué, director general de Acción Contra el Hambre; Franc Cortada, director general de Oxfam Intermón; Leire Pajín, presidenta de la Red Española de Desarrollo Sostenible (REDS); Andrés Rodríguez Amayuelas, presidente de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo; Antoni Plasència, director general de ISGlobal; y Gustavo Suárez Pertierra, presidente de Unicef España.
1. Los problemas de siempre (pero peor)
Destacan los expertos la urgencia de abordar las consecuencias socioeconómicas de la pandemia, que son en definitiva los problemas que ya arrastraba la humanidad, pero exacerbados por la crisis sanitaria. Son el hambre, la pobreza, la desigualdad, el acceso a la educación y la sanidad universal.
“La irrupción de la pandemia por el coronavirus supone que, de nuevo, llueva sobre mojado en los países de renta baja y media en todo el mundo, y de manera más destacada en el continente africano y en América Latina”, subraya Plasència. “Las prioridades de apoyo al desarrollo deben adaptarse al contexto, en un complejo equilibrio entre la atención a las nuevas necesidades y a las ya existentes, y atendiendo a los compromisos de cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”. En su opinión, 2021 tiene que ser el año en el que a la par que se asegura “una adecuada cobertura vacunal frente al coronavirus para los grupos prioritarios”, se refuercen los programas frente a “las otras pandemias” como el VIH, la malaria, la tuberculosis, las neumonías y diarreas infantiles. Para ello, remata, hay que “fortalecer los sistemas de salud, en especial la atención primaria y comunitaria, la vigilancia epidemiológica y las capacidades de preparación ante los riesgos emergentes globales, tanto de origen infeccioso, como medioambiental y climático”.
No ir a la escuela expone a los niños ante una enorme vulnerabilidad
La covid-19 ha interrumpido muchos servicios clave y ha ejercido una presión sin precedentes en los sistemas de salud. “Muchos niños y niñas se han quedado expuestos al hambre, a enfermedades y sin centros de salud a los que acudir para ponerse una vacuna, obtener un tratamiento contra la malaria o la neumonía, dos de las enfermedades más mortales para la infancia”, expone Suárez Pertierra. Pero las consecuencias de la pandemia van mucho más allá de lo sanitario, anota Longué. “Hay que pensar que para 2.000 millones de trabajadores informales en el mundo (en los países más pobres constituyen más del 80% de la población activa) el confinamiento ha supuesto una reducción drástica de sus ingresos”. Por eso, dice, “hay mucho tejido económico que reconstruir y es urgente dar prioridad a los más desprotegidos y a quienes ven peligrar su alimentación diaria por esta crisis”.
La prioridad, para el presidente de Unicef España, debe ser “lograr que todos y cada uno de los niños y niñas vuelvan a clase”. El cierre de las escuelas durante los momentos más críticos de la pandemia afectó a más de 1.000 millones de estudiantes. “Y los más vulnerables se llevaron la peor parte porque no tuvieron acceso al aprendizaje a distancia”, destaca. “Muchas escuelas en África y Asia están abriendo gradualmente, pero en América Latina, el 38 % de los países aún tienen que decidir cuándo será el regreso a clase. Y ya se anticipa que millones de niños de todo el mundo no volverán nunca. Concretamente, 5,9 millones en Asia y 5,3 en África subsahariana, según estimaciones de Unicef. “Estamos ante una crisis de educación. No ir a la escuela expone a los niños ante una enorme vulnerabilidad”.
2. El cambio climático
“Somos la última generación que puede frenar las peores consecuencias del calentamiento global y se nos está acabando el tiempo”, recuerda Rodríguez Amayuelas. “Nuestra casa está en llamas y no hay tiempo que perder. Y es una cuestión que tiene profundas repercusiones en las condiciones de vida de miles de millones de personas en el planeta. Precisamente las que más están sufriendo estas consecuencias son las que menos responsabilidad tienen en el calentamiento global”. Así lo confirma el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en su último informe que mide el progreso de los países en relación con la presión que ejercen sobre el planeta.
Somos la última generación que puede frenar las peores consecuencias del calentamiento global y se nos está acabando el tiempo
No solo estamos viviendo una terrible pandemia, estamos en medio de una emergencia climática. “Con un incremento de la presencia de gases de efecto invernadero en la atmósfera o de las temperaturas; huracanes y tormentas de una fuerza nunca vista...”, recuerda Suárez Pertierra. “Si no logramos revertir esta situación, condenaríamos a la infancia de hoy y a las generaciones venideras a un mundo de destrucción, miseria e inestabilidad. Hay que actuar ahora”, pide.
A Rodríguez Amayuelas, de hecho, le gustaría ver en 2021 “compromisos ambiciosos en la reducción de los gases de efecto invernadero y medidas decididas para frenar la pérdida de biodiversidad”. “Caemos en la tentación de pensar en insectos, peces o aves cuando hablamos de biodiversidad, pero las variedades de plantas o animales adaptadas a su medio y que sirven de alimento a la especie humana, también están en peligro”, describe.
3. Acceso universal a la vacuna contra el SARS CoV-2
Coinciden los expertos en subrayar que, una vez conseguida la proeza de desarrollar en tiempo récord varias vacunas contra la enfermedad que ha cambiado al planeta, este debe ser el año de suministrarla equitativamente a las personas en riesgo, vivan donde vivan. “Es un objetivo concreto: que en 2021 todos los países tengan acceso a la vacuna y tratamientos contra la covid-19. Lo tenemos que lograr”, apunta Pajín.
Es un objetivo concreto: que en 2021 todos los países tengan acceso a la vacuna y tratamientos contra la covid-19
“En la actual situación, en 2021 el mundo rico estará mayoritariamente vacunado y avanzando en su recuperación, aunque de forma muy limitada al ser la covid-19 todavía un riesgo en la mayor parte del planeta. Mientras tanto, el mundo en desarrollo tendrá que esperar, sufriendo la prolongación de los efectos sanitarios y económicos del aislamiento y las limitaciones comerciales hasta 2024″, denuncia Cortada. “Esto es inaceptable: la recuperación debe ser universal y la prioridad debe centrarse en las personas que lo necesitan, no en los derechos de compañías farmacéuticas o en los privilegios de los países más ricos”, agrega.
Desde Unicef aseguran que en 2021 quieren suministrar y distribuir 2.000 millones de dosis de vacuna y casi 750 millones de tests y tratamientos en los países con pocos recursos. En este sentido, Moreno Bau comenta que la estrategia covid en España tiene como foco “el acceso universal y distribución de las vacunas”. Por eso, el país ha contribuido con 50 millones de euros al fondo COVAX AMC, una herramienta multilateral y multi-actor para garantizar la adquisición y suministro de vacunas para las naciones que no pueden permitirse competir en el mercado. Sin embargo, España se ha posicionado, junto con la Unión Europea y los países más ricos del planeta, en contra de liberalizar las patentes de las inmunizaciones y medicamentos contra la covid-19. Una petición que India y Sudáfrica han planteado en la Organización Mundial del Comercio como vía para incrementar la capacidad de producción y reparto de las vacunas y tratamientos, y que aún está por dirimirse.
Además, los países ricos “han acaparado el 75% de las dosis disponibles”, indica Rodríguez Amayuelas. “Lo que impedirá que la vacunación en los países más empobrecidos no empiece, como pronto, hasta 2022″. Por eso, insiste en la necesidad de una distribución equitativa, de no hacerlo “tarde o temprano, el virus nos acabará volviendo”.
4. Derechos Humanos
El último informe de Cívicus pone de manifiesto que las libertades civiles han sido las grandes perjudicadas de la gestión gubernamental del coronavirus en todo el mundo. “Remover los obstáculos para conseguir el disfrute efectivo de los derechos humanos para todas las personas en todo el mundo” es una de las prioridades que deben tenerse en cuenta en este año que comienza, según Rodríguez Amayuelas. “Sin libertad, participación o transparencia no se pueden erradicar las causas de la pobreza, la desigualdad o la insostenibilidad global. Un cambio en la posición de la UE en relación con el tratado vinculante de derechos humanos y empresas de Naciones Unidas, y la aprobación de una ley de debida diligencia en el estado español sería pasos adecuados en esta dirección”, opina. En palabras de Cortada, una de las cuestiones ineludibles en 2021 debe ser “proteger los derechos humanos evitando que la desigualdad y el nacionalismo imperen en la respuesta a la crisis”.
Amnistía Internacional también lo ha denunciado. Muchos gobiernos han hecho de su capa un sayo y han aprovechado para reprimir aún más a los ciudadanos, incluso a aquellos ya retenidos o encarcelados, advertía en su informe Atreverse a defender los derechos humanos durante una pandemia de agosto de 2020. En su estudio, la ONG identificó que 131 personas en todo el mundo habían sido víctimas de hostigamiento, enjuiciamiento, homicidio o encarcelamiento bajo pretextos relacionados con la covid-19. “La legislación sobre noticias falsas, las restricciones de la circulación, la menor protección policial y la mayor intolerancia a la crítica han dado lugar a una nueva oleada de represión en todo el mundo contra quienes han denunciado irregularidades en el sector sanitario o han señalado respuestas inadecuadas a la pandemia”, indicaban.
5. Gobernanza global frente a nacionalismos
“Hay que reforzar y fortalecer los mecanismos de gobernanza global. La pandemia ha puesto de manifiesto la importancia de tener una herramienta de respuesta conjunta. Los retos son comunes y no tenemos instrumentos suficientemente operativos para responder”, solicita Pajín. “Se trata de ceder soberanía hacia arriba, que haya gobiernos globales que puedan tomar decisiones”, explica.
En este apartado, Moreno Bau da relevancia a los deberes en casa: “Todas nuestras prioridades pasan por una primera urgencia: la reestructuración institucional, jurídica y financiera del sistema de la Cooperación Española, algo absolutamente imprescindible para adecuarnos a la realidad la Agenda 2030 y la transversalidad de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”. Esta reforma, dice, está ya en marcha y su deseo es que esté lista a finales de 2021. “España es un socio confiable y clave del sistema multilateral, pero hay que actualizarse. En realidad, todo el engranaje de la cooperación internacional está cambiando para ser capaz de afrontar los nuevos desafíos del cambio climático, la salud global, las migraciones o la pobreza”, puntializa.
“Los gobiernos de los países afluentes van a recibir mucha presión interna para atender al fuerte impacto socioeconómico negativo y a las expectativas de sus poblaciones, en competencia con sus compromisos de apoyo al desarrollo”, recuerda Plasència. La primera respuesta a la covid-19 “ha ofrecido señales esperanzadoras”, considera Cortada. Pero al mismo tiempo ha evidenciado la incapacidad de constituir en un Gobierno global “que establezca la recuperación como prioridad por encima de los beneficios de grupos particulares”.
Esa es, insiste Pajín, una tarea urgente para este año, aunque el populismo y el nacionalismo representan una amenaza. Coincide Cortada: “Nuestros Gobiernos han tenido una visión nacionalista, y de forma tácita, han permitido que prevalezca el interés particular y los beneficios de grupos de interés muy poderosos sobre el bien común, la protección de la salud pública y las ayudas a las personas y países más vulnerables afectados por la covid-19. Cambiar la dirección de esas decisiones, y que se privilegien los bienes comunes, desde un nuevo multilateralismo es el mayor reto del 2021″.
6. Financiar el desarrollo
Tener instituciones fuertes, que primen el bien común frente al particular, no es el único ingrediente para poder luchar contra a pobreza, la desigualdad, el hambre o garantizar educación y sanidad a los ciudadanos. Los fondos son igualmente necesarios. Pero “existe un riesgo evidente de que las economías más desarrolladas contraigan su ayuda y hagan un repliegue hacia dentro de sus fronteras, dejando de financiar otras crisis como el hambre masiva en África o en el sudeste asiático”, advierte Longué
Mientras los países más ricos se han ayudado a sí mismos con 11 billones de dólares, la ayuda oficial al desarrollo ha permanecido estancada
Lo mismo teme Pajín. “No se debe reducir la financiación. Ahora va a haber una reorientación de fondos hacia la urgencia, que además pone de manifiesto problemas estructurales”, reconoce. Los datos apuntan que ese repliegue se está produciendo. “Mientras los países más ricos se han ayudado a sí mismos con 11 billones de dólares, la ayuda oficial al desarrollo ha permanecido estancada y el alivio de la deuda ha sido de tan solo de 5.700 millones para los países que más apoyo necesitan”, enumera Cortada.
Rodríguez Amayuelas lo tiene claro: la financiación del desarrollo a nivel global se va a ver recortada porque los Estados van a destinar sus fondos a recuperar sus economías. “Y porque, en general, la bajada de las rentas nacionales de todos los países como consecuencia de la crisis va a suponer un menor porcentaje de ayuda al desarrollo en términos absolutos”, advierte. Moreno Bau promete que el Gobierno de España mantiene el compromiso de “elevar de manera gradual el porcentaje de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) hasta el 0,5 % de la Renta Nacional Bruta a final de legislatura”.
Y un deseo...
¿Qué le piden a 2021 los expertos a los que hemos consultado?
- Leire Pajín (REDS): “Me gustaría que este año sea definitivo e importante en la lucha contra la violencia de género. La pandemia no debe ocultar otras tareas olvidadas como esta. Hay que volver a colocarla en el corazón de la agenda”.
- Gustavo Suárez Pertierra (Unicef España): “Lograr la reapertura de las escuelas en condiciones de seguridad, retomar las campañas de vacunación y conseguir que los servicios sociales y sanitarios vuelvan a estar 100% operativos en todos los países del mundo”.
- Antoni Plasència (ISGlobal): “Me gustaría que se avanzase en la cooperación al desarrollo a través de los programas de investigación, innovación y formación, con partenariados de centros y universidades de países del Norte con sus homólogos en los países del Sur global, especialmente en África y Latinoamérica”.
- Andrés Rodríguez Amayuelas (Coordinadora ONGD): “Concitar un amplio respaldo de la sociedad española a una nueva ley de cooperación para el desarrollo sostenible que reconozca que vivimos en un mundo interdependiente y que impulse medidas radicales y de modo urgente. Es una cosa pequeñita en el contexto global, pero es en lo que podemos empujar para que sea realidad”.
- Ángeles Moreno Bau, Secretaria de Estado de Cooperación: “Desearía que fuéramos capaces de trasladar a la ciudadanía el sentido profundo de la cooperación, ahondar en la perspectiva humana de esta profesión que, sostenida sobre imperativos éticos, supone una gran empresa de progreso y bien común”.
- Franc Cortada (Oxfam Intermón): “Un gran acuerdo para convertir todas las vacunas covid-19 en un bien público de acceso universal, libres de patentes. Y un compromiso universal por una recuperación sostenible, justa y que priorice a las mujeres y niñas”.
- Olivier Longué (Acción Contra el Hambre): “Nos gustaría ver un avance decisivo hacia la consecución del segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible: Hambre Cero”.
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