Intolerancia
¿Dejará el PP de caer en la trampa de Vox y la izquierda de transmitir impotencia y dejadez?
Se asoma la Navidad, tiempo de generosidad, buenos deseos y preocupación por los demás. En ocasiones, hasta de parar una guerra. Como en 1914, cuando el frente occidental de la Gran Guerra enlazó una cadena de treguas no oficiales. Días antes del 25 de diciembre, soldados británicos, franceses y alemanes salieron de sus trincheras y hablaron. Algunos se arriesgaron a mezclarse y compartir comida, ...
Se asoma la Navidad, tiempo de generosidad, buenos deseos y preocupación por los demás. En ocasiones, hasta de parar una guerra. Como en 1914, cuando el frente occidental de la Gran Guerra enlazó una cadena de treguas no oficiales. Días antes del 25 de diciembre, soldados británicos, franceses y alemanes salieron de sus trincheras y hablaron. Algunos se arriesgaron a mezclarse y compartir comida, celebrar funerales conjuntos, intercambiar prisioneros, recuperar cadáveres amigos, incluso a jugar al fútbol. Un año después, se repitieron algunas de esas escenas, aunque de manera tímida. En 1916, tras el recrudecimiento de las batallas y meses de pérdidas catastróficas, ya nadie anhelaba una tregua.
La guerra terminó en 1918, pero el horror y la destrucción desempeñaron aún un papel protagonista en las siguientes décadas. Tiempos oscuros donde extirpar al enemigo acabó siendo una consigna literal a la que se llegó por el camino de la deshumanización y la imposibilidad de hallar espacios comunes. Por la intolerancia que, como nos recuerda la magnífica exposición así titulada que acaba de inaugurar la Residencia de Estudiantes, se convirtió en el motor político de Europa. Una intolerancia alimentada por la desigualdad y los miedos agitados de manera conveniente con efectos devastadores. Es difícil recorrer las cinco salas de la exposición con indiferencia. A través de hermosos fragmentos materiales de la colección Castañé —carteles, mapas, libros, juegos infantiles, ilustraciones…—, el comisario, Miguel Martorell, nos cuenta una historia que contemplamos con vértigo y congoja: el abismo que cruzaron España y Europa hace un siglo.
En los días previos a la Navidad de 2025, hemos vivido uno de los mayores desalojos colectivos que se recuerdan. Las 400 personas que vivían en el instituto B9 de Badalona están en la calle, sin alternativa a la miseria. Sin que a nadie parezca importarle. Con una administración local empeñada en enfocar el tema como delincuencia. La subida de Vox en Extremadura permite vislumbrar un presente donde la migración y la pobreza se esgrimirán, cada vez más, como armas de guerra política, apostando por la deshumanización, abanderando con orgullo la intolerancia. ¿Dejará el PP de caer en su trampa? ¿Seguirá la izquierda sumida en el desánimo, transmitiendo impotencia y dejadez?
“Nacerá el alba, vendrá un mañana”, vaticinó con esperanza el intelectual y diputado socialista Fernando de los Ríos en las Cortes del exilio. No esperemos a mañana.