Profetas de la concordia
Después de ocho años de batalla judicial contra los Franco, las dos esculturas del Pórtico de la Gloria regresan a la catedral
Jeremías y Ezequiel están en casa. Imaginados y cincelados sobre la piedra por el Maestro Mateo hace casi mil años como parte de la imponente portada que diseñó para la catedral de Santiago, regresan a la ciudad. Y Compostela los celebr...
Jeremías y Ezequiel están en casa. Imaginados y cincelados sobre la piedra por el Maestro Mateo hace casi mil años como parte de la imponente portada que diseñó para la catedral de Santiago, regresan a la ciudad. Y Compostela los celebra con una exposición gratuita del Museo do Pobo Galego que cuenta su historia. Por qué se les llama Jeremías y Ezequiel, Abraham e Isaac. Su apariencia colorida, su posición en el Pórtico de la Gloria, su simbología. Qué sucedió con los profetas tras la transformación de la catedral en el siglo XVI. Y sobre todo, la historia de su expolio y su recuperación tras un largo proceso judicial.
“Nuestro gran interés es defender que algo que es patrimonio de la humanidad sea patrimonio de la humanidad y no patrimonio privativo de nadie”, afirmaba el alcalde socialista Xosé Antonio Sánchez Bugallo cuando su corporación recurrió la primera sentencia. El proceso lo había iniciado su antecesor, Martiño Noriega, de Compostela Aberta, en 2017. El concello preparó un expediente que documentaba la historia. En 1948, el Ayuntamiento compró las estatuas al conde de Ximonde. Su destino: las escaleras del Pazo de Raxoi, sede municipal. Pero el 25 de julio de 1954, día del Apóstol y Año Santo, Francisco Franco y su mujer, Carmen Polo, visitaron Santiago y se encapricharon de ellas. Se esfumaron hasta 1961. Reaparecieron en la exposición internacional de arte románico, no en piedra y hueso, sino en fotografía. Según el pie de foto, eran patrimonio personal del dictador, y su nueva localización, el Pazo de Meirás.
La decisión del Supremo deshace el robo del dictador y devuelve dos obras de valor incalculable a la comunidad. 71 años después de su robo. 50 años después de la muerte de Franco. Tras un proceso de ocho años. Después de que la magistrada Adelaida Medrano, docente en las universidades Francisco de Vitoria y CEU San Pablo de Madrid, que abrió procedimiento por revelación de secretos contra varios periodistas por publicar las actas del registro de la Guardia Civil al despacho del ex fiscal general del Estado, dictase que eran propiedad de la familia Franco por derecho de uso adquirido. Sin importar cómo fuese adquirido. Después de que el juez Pedro Pozuelo afirmase que Jeremías y Ezequiel pertenecían al Ayuntamiento, pero no quedaba claro que fuesen las estatuas en litigio.
El regreso de Jeremías y Ezequiel restaura una fractura y construye auténtica concordia. Y de paso nos recuerda que el franquismo tuvo poco de épica y mucho de beneficio personal robado mientras la sociedad sobrevivía al hambre.