La lección de mi hijo sobre la diferencia
Los lectores y las lectoras escriben sobre el autismo, la situación en Gaza, el discurso de Trump ante la ONU y la homologación de títulos extranjeros
Durante mucho tiempo, una de las preguntas que más repetía a mi hijo Darío, de ocho años (diagnosticado de TEA grado 1), al recogerle del cole era con quién había jugado en el patio ese día. Este inicio de curso, en cambio, no siento ya la necesidad de hacerlo, al darme cuenta de que ese tema no es para él una prioridad, sino una autoexigencia más a sus espaldas. Darío, con su madurez, nos ha hecho entender que tiene una “batería social” que se agota rápidamente y que necesita dosificar sus energías para no colapsar. El patio es un buen momento para desconectar del ritmo frenético de las clases, y necesita a veces estar solo a modo de autorregulación. Ahora sé que lo que precisa un niño neurodivergente para estar bien en el cole es principalmente que sus compañeros respeten su espacio y acepten sus diferencias. Por este motivo, cada vez que le recojo me basta con un simple “qué tal estás” para garantizar que ha estado a gusto. Y siento que así le estoy ganando la partida a los imperativos sociales que se empeñan en afirmar que todos los niños tienen las mismas necesidades.
Laura Sendin Egido. Madrid
Corredores humanitarios
La tragedia de Gaza demuestra hasta qué punto la geografía puede convertirse en una condena. En un territorio tan pequeño y densamente poblado, cada ataque significa que miles de personas quedan atrapadas sin salida. Allí no hay refugios seguros ni rutas de huida posibles. La población civil vive rodeada por el miedo. España ha enviado un buque para escoltar a la ayuda humanitaria, un gesto que se agradece, pero claramente insuficiente. Lo urgente en Gaza son corredores humanitarios estables, garantías efectivas de seguridad para los civiles y una acción internacional que pase de las palabras a los hechos.
Ana Soler Trias. Barcelona
Un mal sueño
Aún resuenan los ecos del discurso de Trump ante la asamblea de la ONU y no consigo salir de mi asombro. Pero ¿qué podíamos esperar? Fue un discurso con un fondo incendiario y amenazador, pleno de mentiras, con bofetadas a todo y a todos, especialmente a la propia ONU; y con una forma en consonancia con su estilo matón, maleducado y barriobajero. Discurso que, por otra parte, aprovechó, con la humildad que le caracteriza, para autoalabar su presidencia. Y, tras el discurso, ha exigido que se investigue lo de las escaleras y el teleprompter para castigar a los culpables. Solo le ha faltado añadir: que les corten la cabeza. ¿No será todo un mal sueño?
Sebastián Fernández Izquierdo. Alicante
El coste de una traducción jurada
Una joven termina su carrera en una universidad pública europea (la de Maastricht). Han sido años de esfuerzo personal y económico. Ahora, para homologar su título en España le exigen gastar varios miles de euros en una traducción jurada de todo el programa de esa carrera que, ojo, no está en latín clásico, sino en inglés. Estamos en 2025, en la Unión Europea de Bolonia, con la inteligencia artificial por todas partes… pero miles de jóvenes están atrapados en esa sangría económica. ¿Tiene esto alguna lógica? ¿Puede el Gobierno hacer algo al respecto?
Ernesto Páramo. Granada