¿Española? Sí, y a mucha honra
Resulta vergonzoso comprobar cómo Europa dobla la rodilla ante su nueva majestad, Donald Trump
Ocurría con nuestros reyes absolutos cuando no había democracia; ocurría con Hitler y hoy con Vladímir Putin y con todo aquel que gobierne desde la autocracia o la dictadura: el séquito aplaude, pelotea, le da la razón, le ensalza y nadie se atreve a chistar, por si llega la cámara de gas, el polonio o una deportación. Y ahora está ocurriendo con Donald Trump; no en vano el movimiento que ...
Ocurría con nuestros reyes absolutos cuando no había democracia; ocurría con Hitler y hoy con Vladímir Putin y con todo aquel que gobierne desde la autocracia o la dictadura: el séquito aplaude, pelotea, le da la razón, le ensalza y nadie se atreve a chistar, por si llega la cámara de gas, el polonio o una deportación. Y ahora está ocurriendo con Donald Trump; no en vano el movimiento que alza la voz en EE UU contra su autoritarismo se llama No Kings.
Y ya es triste verle tratado por sus lacayos en EE UU como si fuera Fernando VII cuando volvió de su cómodo exilio e impuso la venganza y la violencia en una España arrasada por la guerra, cuando pasó de ser El Deseado al Rey Felón. Pero más triste y sonrojante aún es verle así tratado en Europa. Las reverencias de Mark Rutte y otros europeos como bufones de su corte han brillado en todo el sistema solar. El holandés llegó a llamarle “papi”.
Por fortuna, una periodista española (Anna Buj, de La Vanguardia) no se amilanó cuando el mismísimo presidente de Estados Unidos se envalentonó ante su pregunta y le espetó en su modo matón “¿Tú eres de España?”, cuando la incluyó en sus acusaciones y le encargó el recadito de comunicar a Pedro Sánchez que pague ahora o lo hará por partida doble.
A Sánchez se le vio solo, tenso, delgado y tocado. Ningún otro líder europeo se atrevió a decir que no pagará el 5% de su PIB en defensa, a pesar de que muchos no lo harán. Pero la actuación del presidente español ante la cumbre de la OTAN ha sido honesta y justa, de un líder capaz de decir las verdades al emperador del momento ante sus amenazas. Como es capaz de decírselas a Israel.
El mundo se zambulle en aguas abisales y podemos elegir entre la verdad, la impotencia, la indiferencia o la sumisión. El ataque de EE UU a Irán, como los delirios de Benjamín Netanyahu, no solo ha roto las reglas de juego, sino que legitima cualquier agresión como las que Putin propina a Ucrania cada día desde hace tres años. La ley del más fuerte se instala, y lo vergonzoso es comprobar cómo Europa dobla la rodilla ante su nueva majestad, Donald Trump.
Cuando la periodista le contestó que sí es española, el presidente le dijo, irónicamente: “¡Felicidades!”, antes de seguir. Pero, por una vez y sin que sirva de precedente, el rey Trump tenía razón. Me alegro de pertenecer a un país que, frente a la sumisión general, dice la verdad.